En octubre de 2023, 10 diputados del Parlamento alemán (Bundestag) abandonaron Die Linke (La Izquierda) y declararon su intención de formar un partido propio. El Bundestag está conformado por 736 diputados. Después de esta última deserción en Die Linke, su grupo parlamentario se redujo a 28 frente a los 78 de la ultraderechista Alianza por Alemania (AfD). Una de las razones de la partida de estos 10 diputados es que consideran que Die Linke ha perdido el contacto con su base obrera, cuya descomposición por los temas de la guerra y la inflación ha llevado a muchos de ellos a los brazos de la AfD. La nueva formación está liderada por Sahra Wagenknecht (nacida en 1969), una de las políticas más dinámicas de su generación en Alemania y antigua estrella de Die Linke, y Amira Mohamed Ali. Se llama Alianza Sahra Wagenknecht por la Razón y la Justicia (Bündnis Sahra Wagenknecht, BSW) y se lanzó a principios de enero de 2024.
Los antiguos camaradas de Wagenknecht en Die Linke la acusan de “conservadora” por sus opiniones, particularmente sobre la inmigración. Sin embargo, como veremos, Wagenknecht refuta esta descripción de su postura. La descripción de “conservadurismo de izquierdas” (articulada por el profesor holandés Cas Mudde) se utiliza con frecuencia, aunque sus críticos no la desarrollan. Hablé con Wagenknecht y su estrecho aliado, Sevim Dağdelen, sobre su nuevo partido y sus esperanzas de impulsar una agenda progresista en Alemania.
Contra la guerra
El núcleo de nuestra conversación giró en torno a la profunda división que existe en Alemania entre un Gobierno –dirigido por el socialdemócrata Olaf Scholz– deseoso de continuar la guerra en Ucrania, y una población que quiere que esta guerra termine y que su Gobierno se concentre en la grave crisis de inflación. El meollo de la cuestión, según Wagenknecht y Dağdelen, es la actitud ante la guerra. Die Linke, argumentan, simplemente no se pronunció con firmeza contra el respaldo occidental a la guerra en Ucrania y no articuló la desesperación de la población. “Si defiendes la guerra económica autodestructiva contra Rusia, que está empujando a millones de personas en Alemania a la penuria y provocando una redistribución ascendente de la riqueza, entonces no puedes defender de forma creíble la justicia social y la seguridad social”, me dijo Wagenknecht. “Si defiendes políticas energéticas irracionales, como traer energía rusa más cara a través de India o Bélgica, mientras haces campaña para no reabrir los gasoductos con Rusia para obtener energía barata, entonces la gente simplemente no creerá que defiendes a los millones de empleados cuyos puestos de trabajo están en peligro como resultado del colapso de industrias enteras provocado por el aumento de los precios de la energía”.
El índice de aprobación de Scholz se sitúa ahora en el 17%, y al menos de que su Gobierno sea capaz de resolver los acuciantes problemas engendrados por la guerra de Ucrania, es poco probable que pueda revertir esta imagen. En lugar de intentar impulsar un alto el fuego y las negociaciones en Ucrania, la coalición de Scholz formada por los socialdemócratas, los verdes y los demócratas libres, dice Dağdelen, “está intentando comprometer al pueblo de Alemania en una guerra global junto a los Estados Unidos en al menos tres frentes: en Ucrania, en Asia Oriental con Taiwán y en Oriente Medio al lado de Israel. Es elocuente que la ministra de Asuntos Exteriores Annalena Baerbock incluso impidiera un alto el fuego humanitario en Gaza en la cumbre de El Cairo en octubre de 2023.
De hecho, en 2022, el primer ministro de Turingia y líder de Die Linke, Bodo Ramelow, declaró al Süddeutsche Zeitung que el Gobierno federal alemán debía enviar tanques a Ucrania. Cuando Wagenknecht calificó a Gaza de “prisión al aire libre” en octubre de 2023, el líder del grupo parlamentario Die Linke, Dietmar Bartsch, dijo que se “distanciaba fuertemente” de ella (la frase “prisión al aire libre” para describir a Gaza es muy utilizada, incluso por Francesca Albanese, relatora especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados desde 1967). “Tenemos que señalar lo que está ocurriendo aquí”, me dice Dağdelen. “Es nuestro deber organizar la resistencia a este colapso de la postura antibelicista de Die Linke. Rechazamos la implicación de Alemania en las guerras por poderes de los Estados Unidos y la OTAN en Ucrania, Asia Oriental y Oriente Medio”.
Polémicas
El 25 de febrero de 2023, Wagenknecht y sus seguidores organizaron una protesta antibelicista en la Puerta de Brandemburgo de Berlín que congregó a 30.000 personas. La protesta siguió a la publicación de un “manifiesto por la paz”, redactado por Wagenknecht y la escritora feminista Alice Schwarzer, que ya ha conseguido más de un millón de firmas. The Washington Post informó sobre esta manifestación con un artículo titulado “El Kremlin intenta crear una coalición antibelicista en Alemania”. Dağdelen me dice que el grueso de los asistentes a la concentración y de los que firmaron el manifiesto pertenecen a los “campos del centro, liberal y de izquierdas”. Un conocido periodista de extrema derecha, Jürgen Elsässer, intentó participar en la manifestación, pero Dağdelen –como muestran las imágenes de vídeo– discutió con él y le dijo que se marchara. Todo el mundo menos la derecha, dice, era bienvenido a la manifestación. Sin embargo, tanto Dağdelen como Wagenknecht afirman que su antiguo partido –Die Linke– intentó obstaculizar el mitin y los demonizó por celebrarlo. “La difamación pretende crear un enemigo interno”, me dijo Dağdelen. “Vilipendiar las protestas por la paz pretende desanimar a la gente y, al mismo tiempo, movilizar el apoyo a políticas repugnantes del gobierno, como el suministro de armas a Ucrania”.
Parte de la polémica en torno a Wagenknecht gira en torno a sus opiniones sobre la inmigración. Wagenknecht se declara partidaria del derecho de asilo político y afirma que las personas que huyen de la guerra deben recibir protección. Pero sostiene que el problema de la pobreza mundial no puede resolverse con la inmigración, sino con políticas económicas sólidas y el fin de las sanciones a países como Siria. Una auténtica izquierda, dice, debe atender la llamada de alarma de las comunidades que piden el fin de la inmigración y se acercan a la ultraderechista AfD. “A diferencia de la dirección de Die Linke”, me dijo Wagenknecht, “no pretendemos dar por perdidos a los votantes de AfD y limitarnos a observar cómo sigue creciendo la amenaza de la derecha en Alemania. Queremos recuperar a los votantes de la AfD que se han ido a ese partido por frustración y en protesta por la falta de una oposición real que hable en nombre de las comunidades”.
El objetivo de su política, dijo Wagenknecht, no es tanto la antiinmigración como atacar la postura antiinmigración de la AfD, al mismo tiempo que su partido trabajará con las comunidades para entender por qué están frustradas y cómo su frustración contra los inmigrantes es a menudo una frustración más amplia con los recortes en bienestar social, los recortes en financiación de la educación y la salud, y en una política displicente hacia la inmigración económica. “Es revelador”, dijo, “que los ataques más duros contra nosotros provengan de la extrema derecha”. No quieren, señala, que el nuevo partido desvíe el argumento de un estrecho enfoque antiinmigración hacia una política a favor de la clase trabajadora.
Los sondeos muestran que el nuevo partido podría obtener el 14% de los votos, lo que triplicaría la cuota de Die Linke y convertiría a BSW en el tercer partido más grande del Bundestag.