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Primero refugiados, ahora una fosa clandestina
Una fosa clandestina con más de cien cadáveres ha sido descubierta en el distrito de Gorongoza, en el centro de Mozambique, una zona en la que han sido reportados recientes combates entre el ejército y la guerrilla del RENAMO, dentro de la guerra de baja intensidad que sufren los campesinos mozambiqueños.
Los campesinos que la descubrieron han guardado el anonimato por razones de seguridad, pero se han entrevistado con periodistas y han enviado al menos una foto a la agencia de noticias Lusa en la que se ven varios cadáveres. El gobierno niega su existencia, pero los soldados están impidiendo el acceso periodistas al área, imposibilitando la confirmación independientemente de lo que cuentan los campesinos.
La fosa fue encontrada el mismo día que un portavoz del Alto Comisionado de la Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Rupert Colville, había denunciado casos de violaciones de derechos humanos, desapariciones forzosas y ejecuciones sumarias en Mozambique. Entre ellos el asesinato o secuestro de 14 dirigentes locales del RENAMO (Resistencia Nacional de Mozambique), además de un intento de asesinato de su número dos y diputado Manual Bissopo en Beira. El portavoz del Alto Comisonado también acusó al RENAMO de realizar arbitrarios ataques sobre las carreteras de la zona asesinando a civiles.
Según contaron los campesinos, fueron atraídos a la fosa por el olor a descomposición. Al acercarse vieron varios cuerpos desparramados en las cercanías de una mina de oro en donde descubrieron la tumba clandestina. Vieron “cadáveres de hombres y mujeres jóvenes, algunos de ellos todavía en estado de descomposición, otros sólo tenían huesos”. Los perpetradores debía tener prisa en deshacerse de ellos ya que la tumba es poco profunda y no se molestaron en borrar la huellas que dejaron los vehículos en que llegaron.
El Topo express informó en enero del inicio de un flujo de refugiados desde la provincia de Tete y Manica hacia Malawi a consecuencia de esta guerra de baja intensidad; los refugiados denunciaron al ejército mozambiqueño por quemarles sus chozas y campos de maíz, violaciones y otras vulneraciones de los derechos humanos. El éxodo, en vez de detenerse, se ha intensificado durante los últimos meses, extendiéndose a las provincias de Zambezia, Sofala y Nampula en el centro y norte del país. ACNUR, a finales de abril, tenía registrados más de 10 mil refugiados frente a los poco más de mil que había en enero. El descubrimiento de la fosa ha echado luz entre las organizaciones de derechos humanos sobre la gravedad de la situación.
El distrito de Gorongoza es una zona sensible. Fue uno de los epicentros de la guerra civil que asoló Mozambique durante diez y seis años (1976-1992), donde murieron un millón de personas. En su área montañosa tuvo su cuartel general el RENAMO, la misma área donde sigue teniéndolo hoy, y donde se piensa anda escondido su líder, Alfonso Daklama.
La guerra de baja intensidad de hoy poco tiene que ver con la anterior, aunque sus escenarios y contendientes tengan los mismos nombres. El ejercito mozambiqueño está comandado por viejos generales del FRELIMO (Frente de Liberación de Mozambique), el partido que gobierna desde la independencia en 1975; y el RENAMO sigue liderado por Alfonso Daklama; las principales escaramuzas se libran en torno a la carretera nacional 1, la única que conecta el norte y el sur de Mozambique, como sucedió entonces. Pero los generales del gobierno ya no son socialistas antiimperialistas, su gobierno abrazó el neoliberalismo, y Daklama no está financiado por los blancos de Rodhesia y el apartheid sudafricano, porque el movimiento socialista, negro y nacionalista que había entonces acabó con ellos.
La guerra actual no es una guerra del pasado. Es una guerra del presente. Pelean por el reparto entre grupos de poder de los ingresos que la explotación de carbón, gas y otros minerales valiosos ha generado en los últimos años, además de la tradicional disputa por negocios locales más pequeños: oro, diamantes, madera, marfil y el lucrativo negocio de las armas.
Los últimos años han estado llegando a Maputo empresarios mineros y petroleros con carteras llenas de dólares y promesas de desarrollo. En los últimos cinco años se han anunciados inversiones por un valor al menos de 20 mil millones de dólares en Inversión Extranjera Directa. A ello hay que añadir los préstamos conseguidos por el gobierno supuestamente para proyectos productivos. Pero a pesar de las promesas el dinero que llegó se quedó en unos pocos bolsillos. Mientras la riqueza nacional se ha doblado, el porcentaje de quienes viven en la pobreza se ha mantenido. A pesar de tasas de crecimiento cercanas al 8% durante varios años, Mozambique sigue siendo uno de los países que sigue en el furgón de cola del desarrollo humano en el mundo.
Ante esta perspectiva el RENAMO rechazó los resultados de las elecciones legislativas del 2014 anunciando la intención de tomar el poder en seis de las once provincias que hay en el país, precisamente las provincias donde están localizados los recursos. The Economist Intelligence Unit había calculado un año antes que en 2017 los ingresos del carbón superarían los 3.000 millones de dólares anuales y los del gas más de 7.000.
Hace sólo unas semanas la directora del FMI, una antigua fan de Mozambique, advirtió que se habían acabado las vacas gordas. Las proyecciones habían sido eso, proyecciones. Los hombres de los portafolios estaban dejando de llegar con la frecuencia con que lo hacían antes ante la baja de los precios del carbón y el petróleo. En diciembre Mozambique dejó de tener suficientes dólares para pagar los intereses de la deuda. El FMI le prestó dinero, algo que ha dicho ahora que no va a repetir. Mozambique, uno de los actores del Africa Rise, estaría de repente convirtiéndose de nuevo en un paria. La culpa no sería del modelo exportador neoliberal, sino de la corrupción, como si fueran separables. Los contables del FMI han descubierto de repente que hay más deuda externa que la declarada por el gobierno anterior. Parece que se han dado cuenta ahora, son tan ingenuos, de que había dólares provenientes de créditos internacionales que nunca habrían llegado a Mozambique, quedándose en paraísos fiscales o en cuentas offshore.
Este deterioro económico está coincidiendo con un aumento de la tensión política y militar. Posiblemente estén relacionadas. La crisis ha dejado al desnudo la corrupción de los gobiernos del FRELIMO. La frustración y la rabia contra el gobierno está creciendo entre la gente de las ciudades. Una convocatoria anónima en vísperas del uno de mayo llamando a salir a la calle corrió por las redes sociales. El jefe de policía salió públicamente para advertir que cualquier protesta pública sería reprimida sin miramientos. Fue en este contexto que los campesinos denunciaron la existencia de una fosa común.
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