Tabiques

Tabiques
Uno de los muchos rasgos de la naturaleza humana que me dejan perpleja es ese inútil afán por imitarme. Que yo sea polimorfa es natural, dado el cruce de especies del que procedo. Pero que haya tantos seres humanos que sean a la vez, por ejemplo: partidarios de la pena de muerte y contrarios al aborto, amantes del arte y opuestos a que sus hijos sean artistas, defensores de la jornada de 35 horas y de que los comercios estén abiertos de las 0 a las 24, ateos y partidarios de casarse por la iglesia, adictos al automóvil y airados ante los atascos, ecologistas y consumidores compulsivos de pañuelos de papel, deportistas y fumadores, nacionalistas y de izquierdas…

¿Cómo se las apañan para conciliar cualquiera de esas parejas de rasgos sin que éstos se den de patadas entre ellos? Porque una cabeza de mujer como la mía bien puede apoyarse en un cuerpo de perro y unas patas de león: todo depende de que el esqueleto interno esté bien ensamblado. Pero ¿cómo se ensamblan los dos miembros de cada uno de esos pares que digo?

Mi viejo conocido Platón sostenía que la felicidad consiste en la armonía entre las partes que componen el carácter. Pues bien, ¿qué armonía puede haber entre actitudes, hábitos y creencias contradictorias como las que acabo de citar?

Tengo entendido (hasta Giza, con los turistas, llegan rumores de todas las partes del mundo) que eso de tener ideas contradictorias no es tan incomprensible. Los psicólogos (estudiosos de esa cosa que no es una cosa y que los romanos rebautizaron como anima) llaman, a la posesión de ideas contradictorias, «disonancia cognitiva» (como si esas ideas fueran notas que no sonaran bien juntas). Hay gente cuyo «oído» mental no soporta escuchar tales disonancias y tratan por todos los medios de modificar el tono de una de ellas, o de ambas, para restablecer la armonía. Son las llamadas «personas coherentes» (que tienen sus partes bien «pegadas» o ligadas entre sí). Pero, según he podido comprobar, su número es escaso y en muchos países tiende incluso a disminuir.

La mayoría, aunque tampoco se siente confortable con la disonancias de marras, opta por otra solución: impedir que las dos «notas» suenen a la vez, de tal manera que unas veces oyen una y otras veces otra, y así se evitan oír la desagradable cacofonía. A ese mecanismo lo llaman «reductor de disonancias cognitivas», estrambótico nombre que también se puede aplicar a las personas que emplean dicho mecanismo.

Si en vez de recurrir a la música echáramos mano de la arquitectura como marco alegórico, podríamos decir que la mayoría de las personas incoherentes se comportan como si su mente estuviera compartimentada en varios espacios independientes, separados por tabiques sin puertas ni ventanas, de tal manera que lo que ocurre en uno de ellos no tiene influencia alguna en lo que ocurre en los demás. Por lo que sé, eso es lo que los psiquiatras consideran la base de la enfermedad llamada esquizofrenia, que viene a significar «mente desgarrada». Y supongo que, igual que pasó con esos arrebatos incontrolables que ahora llamáis epilepsia y que antes de Hipócrates llamábamos «enfermedad sagrada», no hay en la esquizofrenia, y mucho menos en su estadio precursor, la compartimentación mental, intervención alguna de mis primos los dioses. O sea que no cabe responsabilizar a éstos de que una misma persona sienta compasión por un perro abandonado y se quede tan ancha ante la visión de un huérfano sirio-kurdo en un campamento de refugiados de Europa oriental.

Me parece obvio que los tabiques os los construís vosotros solitos para incomunicar ideas y actitudes mutuamente incompatibles que, a fuerza de permanecer alojadas en vuestra mente en habitaciones separadas, sin que choquen entre ellas y os revuelvan la casa, acaban pareciéndoos perfectamente congruentes. No pretendo daros lecciones de arquitectura mental. Allá vosotros. Pero luego no os quejéis si un día hay un terremoto interno o externo que os tira por tierra los tabiques y el caos resultante en vuestra mente os vuelve locos de remate (eso suponiendo que no lo estéis ya ahora)…