En 2005, los escoceses eligieron en una encuesta a «Sunset Song» como el libro escocés más emblemático de todos los tiempos. Pasar por delante de títulos tan populares como los clásicos decimonónicos de Walter Scott, especialmente «Waverley» e «Ivanhoe», y otros más modernos como «Trainspotting» de Irvine Welsh siempre es controvertido, pero semejante valoración indica la importancia literaria y también social que representa esta novela escrita por Lewis Grassic Gibbon en 1932. Sin embargo, este autor es prácticamente un desconocido en España y sus obras son imposibles de encontrar traducidas.
Lewis Grassic Gibbon es el pseudónimo principal que empleaba el escocés James Leslie Mitchell (1901-1935), periodista, veterano de la Primera Guerra Mundial, miembro del Partido Socialista británico, escritor tanto de ensayos como de novelas donde no solo se adentraba en el drama histórico, como en «Sunset Song» y «Spartacus» (una visión con trasfondo marxista aparecida veinte años antes que la popular novela homónima de Howard Fast llevada al cine por Stanley Kubrick), sino también en la ciencia ficción con el aplauso de H. G. Wells. La novela «Sunset Song» pertenece al primer grupo y es el volumen inicial de una saga que se completa con los títulos «Cloud Howe» (1933) y «Grey Granite» (1934), y juntos conforman la triología llamada «A Scots Quair».
La novela se encuentra enraizada en la propia tierra de Escocia, en el final de la era agrícola y en ella se ensalza un sentimiento de identificación nacional a través del ruralismo de una parte de su territorio. David Craig, en un ensayo, señala que la novela forma parte de un subgénero que denomina «novela de la crisis del campesino» aparecido en este periodo de los años 30, donde se hallan otros títulos como «Las uvas de la ira» de Steinbeck o «Fontamara» de Ignazio Silone. A pesar de que la temática campesina y el ensalzamiento del ambiente rural se tienden a asociar con una escritura imitativa del romanticismo del XIX, el estilo de «Sunset Song» es de corte modernista. Cierto es que posee una tendencia hacia el sentimentalismo y que está escrita con un gran lirismo, además de emplear un inglés imitativo de la lengua de la región, lleno de localismos que obliga a las ediciones a tener un glosario de términos. Pero, tal y como la definió en New York Times en su momento de aparición, la novela es una «habilidosa pieza de ingeniería literaria». «Sunset Song» destaca por múltiples usos del lenguaje pero, especialmente, es necesario resaltar la utilización que hace del punto de vista, una manipulación focal que Gibbon emplea con grandes resultados, teniendo secciones narradas por la propia localidad, con entradas y salidas en la conciencia de los personajes y empleando diferentes voces que añaden un multiperspectivismo a la obra.
Cinematográficamente, el virtuosismo técnico y estructural se pierde en su traslación al lenguaje de las imágenes en movimiento. La adaptación que presenta el realizador Terence Davies tiene la apariencia un drama de época de corte clásico, una textura visual que remite más al mencionado imaginario del XIX contra el que Gibbon quería luchar y, aspectos técnicos como la focalización, solo se entrevén gracias a una narración en off de la protagonista en la que se refiere a sí misma en tercera persona. Sin embargo, «Sunset Song», como adaptación cinematográfica, es un espléndido drama hecho con un gran domino de la composición y el color, lleno además de sutilezas emocionales. Terence Davis consigue crear su propia poeticidad visual en todas las escenas gracias a un perfecto control de cada plano, de la luz, del simbolismo que genera con el espacio y con la paleta de colores que le proporciona Escocia.
«Sunset Song» es una película que entrega tanta belleza como reclama de cierta paciencia. Su ritmo pausado y su tono de drama sin contención la convierten en una cinta con una considerable gravitas propia, donde el hilo conductor del personaje femenino y su doble historia de amor, una con la localidad ficcional de Kinraddie y la otra con un personaje llamado Ewan, proporcionan un enorme viaje emocional que solo estalla con toda su fuerza en el tercio final de sus dos horas y cuarto de metraje.
Si parte de la sensación espacial de Kinraddie se pierde al condensar la novela en una película, «Sunset Song» presenta en ambas versiones a un personaje femenino central de gran fuerza, algo poco frecuente en las novelas de los años 30 y, lamentablemente, tampoco tan habitual de ver en el cine contemporáneo. Su protagonista, Chris, es una doble personificación de elementos que viajan en el tiempo en sentidos opuestos, es quien canta la triste canción nostálgica al vivir el declive de la forma de vida rural escocesa y, a la vez, encarna con vigor el proceso de madurez y de llegada a la vida adulta de una mujer. Ella es el centro emocional de la película y la forma en la que está confeccionado su personaje es toda una reivindicación en contra de la consideración de personajes femeninos como secundarios o débiles, tanto en la ficción como dentro de una comunidad. La guerra, la acusación de cobardía por no querer ir, la religión, la estricta educación y el amor por la tierra son otros de los temas presentes en «Sunset Song», pero siempre vistos a través de los ojos de ella. La actriz Agyness Deyn, más conocida como modelo y quien dio hace poco el salto a la interpretación, tiene entre sus manos un papel de los que hacen una carrera y no desaprovecha la oportunidad. Con un denso acento escocés, lidera un notable reparto en el que se encuentran también Peter Mullan y Kevin Guthrie.
El realizador Terence Davis demostró anteriormente que se mueve con gran habilidad y estilo por los dramas de época. Ha realizado pocas películas en los últimos años, pero suyos son los títulos de «The Deep Blue Sea» (2011), «La casa de la alegría» (2000) y «La biblia de neón» (1995). Su acercamiento a «Sunset Song» como otro drama de época no está exento de peligros y, en varios momentos, hace que la película bordee excesivamente la tragedia sentimental pero, una vez concluye la escena final, con la nueva tierra resultante tras la I Guerra Mundial al final de esta canción del atardecer, uno no puede dejar de pensar en la belleza que ha logrado impregnar su director, fiel al lirismo del desconocido Lewis Grassic Gibbon.
Ficha técnica:
Dirección: Terence Davies.
Intérpretes: Agyness Deyn, Peter Mullan y Kevin Guthrie.
Año: 2015.
Duración: 135 min.
Idioma original: Inglés.