¿Se está avivando la guerra de Yemen?

guerra de Yemen

Hace unos días el portavoz del Ejército yemení del gobierno de facto en Sanaa, Yahya Sari, anunció la liberación de casi todas las ciudades de la provincia septentrional de al-Yawf, una provincia fronteriza con Arabia Saudí. Ese mismo día el canal libanés de televisión al-Manar reportaba que los combatientes huzíes, después de tomar la base militar de la coalición más importante en la provincia de Marib (la alianza militar encabezada por Arabia Saudí que sostiene al gobierno de Hadi depuesto por los huzíes), habían llegado a la estratégica localidad de al-Talha al-Hamra, ubicada a 3 kilómetros de la ciudad de Marib.

Días antes la toma de la ciudad de al-Hazm, la capital de al-Yawf, había abierto a los huzíes el camino hacia Marib.  Al-Hazm, a 150 kilómetros de la frontera saudí, es un punto de vital importancia estratégica. Es la puerta de un corredor que permite controlar el abastecimiento por tierra a las tropas de la coalición desde Arabia Saudí; permite la movilidad de los combatientes entre las provincias del norte; además de poder poner misiles y drones más cerca de Ryad.

Es pronto para sacar conclusiones de lo que parece ser una batalla todavía no decidida, que empezó en enero, pero si se confirma el avance de los huzíes indicaría un cambio dramático en la guerra a su favor. Posiblemente avivaría la guerra que había perdido intensidad en los últimos meses desde que los acuerdos de Estocolmo abrieran una ventana de paz y los saudíes empezaran negociaciones directas con los huzíes.

Los huzíes empezaron a decantar el equilibrio a su favor al desarrollar misiles y drones de fabricación propia con tecnología iraní. En septiembre fueron capaces de atacar, en Arabia Saudí, a las mayores refinerías de la empresa petrolera Aramco en Abqaiq y Khurais conmocionando el mercado mundial del petróleo y diezmando las arcas saudíes. Pero desde entonces han dado un paso más al desplegar un sistema de defensa aéreo propio. En medio de la batalla por al-Hazm un avión de guerra Tornado de fabricación inglesa fue derribado por los misiles huzíes. Los bombardeos aéreos siguen, pero en la ofensiva sobre Marib aviones F-15 tuvieron que replegarse ante el ataque del nuevo sistema de defensa antiaéreo yemení. La indiscutible supremacía aérea de la coalición que hasta ahora equilibraba la guerra está siendo cuestionada en el campo de  batalla.

Marib está bajo el control del gobierno de Hadi desde el comienzo de la guerra. Una ciudad dormida que ha aumentado dramáticamente su población. La provincia ha pasado de 300 mil habitantes a 3 millones en estos cinco años de conflicto. Muchos de ellos desplazados procedentes de todo el país. Los jeques tribales beduinos financiados por los saudíes desempeñan un papel crucial fuera de la ciudad. Estos jeques controlan esta esquina del desierto de Rub al-Jali, donde el gobierno de Hadi tiene sus pozos petroleros.

En caso de que la batalla por Marib continúe, nuevos desplazamientos (puede haber cerca de un millón de desplazados en la provincia), esta vez hacia el sur, pondrán mas presión a una crisis humanitaria de proporciones dantescas. Dos tercios de la población siguen dependiendo de ayuda para sobrevivir; el hambre está por todas partes; y hay epidemias de cólera y difteria, mientras el coronavirus está llamando a la puerta.

Hasta hoy, según Naciones Unidas, desde que la guerra empezó al menos 233 mil personas han muerto, la mitad niños. De ellos, 102 mil a consecuencia de la propia violencia de la guerra y otros 131 mil a consecuencia del hambre, la desnutrición, y enfermedades curables que el bloqueo saudí está produciendo entre la población.

En caso de una victoria de los huzíes en Marib, el escenario de un rebrote de la guerra en todos los frentes es más que probable. Los huzíes verían en su victoria una oportunidad para derrotar a una coalición dividida y sin estrategia militar, imponiendo una salida política negociada a la crisis que reconociera su gobierno.

Mohamed bin Salman, el hombre fuerte de Ryad y arquitecto de la guerra, vería en la continuidad de la contienda una necesidad para mantenerse en el poder. Sobre todo si la comunidad internacional no presiona acabando con la entrega de armas. Una derrota militar podría costar a Mohammed bin Salman el trono. Fue él quien inventó la guerra de Yemen para poder mostrar su valía a la  familia al-Saud, que cuestionaba su capacidad para ejercer el cargo de Príncipe heredero. Una victoria militar los callaría. Una derrota les daría vigor. Creyó que iba a ser un paseo, ayudado por el Presidente Obama, pero ahora está en el fango y no sabe cómo salir. La derrota en Marib podría crear un sentimiento numantino dentro de la coalición.

Durante estos cinco años de guerra ha habido en cierta manera un statu quo en los diferentes frentes, mayoritariamente negociado localmente, pero hay indicios de que ha empezado a romperse. En el Sur el independentista Consejo Transicional del Sur libra desde enero una fiera batalla contra los huzíes en las provincias sureñas de Abyan, al-Dhaley y Lahj, sin que el riesgo de una guerra civil entre el Consejo y el gobierno de Hadi esté del todo conjurado. En Hodeidah, donde los acuerdos de paz de Estocolmo tuvieron un éxito relativo, tanto los huzíes como la coalición pueden recurrir a un incremento de la violencia si lo consideran necesario. Lo mismo puede ocurrir a lo largo de la costa sur del Mar Rojo, donde la coalición está profundamente dividida, emponzoñada por la división entre Ryad y Abu Dhabi, entre el poderoso señor militar Tareq Saleh –un sobrino del ex-presidente Saleh– y el Islah, el partido islamista. Es público además  que Tareq Saleh desconfia de Hadi y Hadi de él.

Las perspectivas humanitarias ante un rebrote de la guerra son dantescas. Algunos estudios indican que en dos años los muertos pueden duplicarse, llegando al medio millón. Yemen tardaría décadas en recuperar los niveles de antes de la guerra. Es difícil entender cómo la coalición no acaba una guerra que no puede ganar y sigue combatiendo a los huzíes, que llevan años pidiendo sin éxito una salida a su deteriorada economía. Los huzíes han puesto sobre la mesa condiciones (paso libre de sus barcos a Hodeidah, la apertura del aeropuerto de Sanaa y un mecanismo unificado que permita el cobro de impuestos y el pago de salarios a nivel nacional) para negociar y ralentizar la guerra; unas demandas que han sido sistemáticamente ignoradas.

La situación humanitaria exige que la guerra pare, pero ello requiere una acción concertada y una mediación de la comunidad internacional que presione a las partes del conflicto llevándolas a negociar. Pero por lo que sabemos Gran Bretaña, Francia o España prefieren hacer negocios con la guerra vendiendo armas antes que cumplir con sus obligaciones humanitarias.

Es inconcebible que se siga premiando a Mohammed bin Salman, un dictador, después de asesinar al periodista Jamal Kashoggi y de seguir encarcelando a disidentes reales u ordinarios. Un comportamiento represivo y sangriento que deja en evidencia a los gobiernos europeos conservadores y progresistas como el de Pedro Sánchez.

El diario Público ha reportado que el gobierno de Sánchez sigue entregando armas a los saudíes aun sabiendo que la coalición está bajo investigación por crímenes de guerra. Organizaciones de derechos humanos opuestos a la guerra han denunciado que desde diciembre al menos cuatro barcos saudíes han recalado en puertos españoles con armas o en busca de armas con destino a la guerra de Yemen, cobijado el gobierno que lo ha autorizado en el secretismo de leyes franquistas.

Entre enero y junio del año pasado se dieron 15 nuevas licencias por 216 millones. Además, aunque aún no figura en la estadística oficial, se firmó el contrato de cinco corbetas del astillero público Navantia por 1.800 millones, por lo que Riad volverá a los primeros puestos del ranking de clientes en un futuro próximo. El País informó que durante el gobierno Sánchez no se ha anulado ningún contrato y se ha permitido la entrega de los ya autorizados, incluso con “rectificados”, que pueden suponer ampliaciones. Aunque, según Comercio, no se ha autorizado ningún “contrato nuevo de armamento letal”; es decir, armas de fuego y munición de distintos calibres.

 

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