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¿Sanciones incoherentes?
La Unión Europea ha adoptado medidas adicionales dirigidas a los implicados en la ocupación, la anexión y los referendos que se han organizado en los territorios ocupados, u «oblasts», de las regiones de Donetsk, Luhansk, Jerson y Zaporiyia. La lista de sanciones también incluye a personas y entidades que trabajan en el sector de la defensa, como altos funcionarios y personal militar, así como empresas que apoyan a las fuerzas armadas rusas. Además, la UE sigue apuntando a los actores que difunden desinformación sobre la guerra, una fórmula vaga que en realidad esconde un deseo de censurar y controlar la información.
Estas medidas incluyen restricciones adicionales a la exportación introducidas con el objetivo de reducir el acceso de Rusia a artículos militares, industriales y tecnológicos, así como su capacidad para desarrollar su sector de defensa y seguridad, y restricciones a la importación que suponen casi 7.000 millones de euros de restricciones adicionales. En concreto, se prohíben las exportaciones de carbón, incluido el carbón de coque (que se utiliza en las plantas industriales rusas), componentes electrónicos específicos (que se encuentran en las armas rusas), artículos técnicos utilizados en el sector de la aviación, así como determinados productos químicos. En cuanto a las importaciones, la prohibición afecta a los productos siderúrgicos rusos acabados y semiacabados (con un periodo transitorio para determinados productos semiacabados muy importados por los países de la UE), la maquinaria y los electrodomésticos, los plásticos, los vehículos, los productos textiles, el calzado, el cuero, la cerámica, determinados productos químicos y la joyería que no sea de oro.
Lo absurdo de algunas de estas últimas medidas es evidente. La UE era importadora de carbón y carbón de coque ruso. Rusia es totalmente autosuficiente en estos productos, que exporta. No tiene mucho sentido prohibirse a sí mismo la exportación de bienes que no exporta, sino que importa, una realidad que debe estar más allá de las capacidades cognitivas de los Comisarios de la UE.
Lo mismo ocurre con los productos químicos, de los que Rusia era un exportador masivo. Al igual que con las prohibiciones de importación. Las economías de los países de la Unión Europea son importadores masivos de productos laminados fabricados en Rusia. Alguien tuvo que agarrar a los comisarios por la manga para que introdujeran una cláusula de periodo de transición. Si las industrias europeas encuentran otros proveedores, en un sector en el que la demanda de la economía china satura en gran medida las capacidades de exportación, seguramente no será al mismo precio. En este caso, las «sanciones» supondrán un aumento del coste de los componentes para las industrias europeas, lo que deteriorará su competitividad internacional. Así que ya podemos ver un «efecto boomerang». Pasemos a la prohibición de importar productos textiles, calzado y cuero. Por lo que sabemos, Rusia no es Italia, así que no está claro cuál es el objetivo. Por último, señalemos la curiosa excepción que se hace con las joyas de oro; parece que los comisarios europeos querían que las esposas de los oligarcas europeos no estuvieran en peor situación que las esposas de los oligarcas rusos… Es conmovedor, y esperamos por su bien que sean recompensados por sus esfuerzos.
En el fondo, las nuevas sanciones parecen aún más incoherentes que las anteriores.
¿Un nuevo ejemplo del efecto boomerang?
Pero probablemente esto no sea lo más importante del paquete. Se trata de la aplicación del límite del precio del petróleo que se acordó en el reciente G7. Se supone que el paquete de 8 sanciones marca el inicio de la aplicación en la UE del acuerdo del G7 sobre las exportaciones de petróleo ruso. Aunque se mantiene íntegramente la prohibición de la UE de importar crudo ruso transportado por vía marítima, se supone que la limitación de precios, una vez aplicada, permitirá a los operadores de los países de la UE (compañías navieras y aseguradoras) realizar y apoyar el transporte de petróleo ruso a terceros países, siempre que su precio se mantenga por debajo de un «techo» predefinido. Se supone que así se reducen los ingresos de Rusia, al tiempo que se mantiene la estabilidad de los mercados energéticos mundiales mediante un suministro continuo. El objetivo es, por tanto, luchar también contra la inflación y mantener estables los costes de la energía en un momento en el que los altos costes -especialmente los elevados precios del combustible- preocupan mucho a todos los europeos.
Pero esta medida es ridícula. La OPEP+, la coordinación entre Arabia Saudí y Rusia, decidió el 5 de octubre una fuerte reducción de la producción diaria que hará inviable la limitación del precio del petróleo. En su respuesta a las críticas occidentales a esta decisión, Arabia Saudí estigmatizó la arrogancia occidental. Los analistas del banco suizo MIGROS hablan incluso de una bofetada a Occidente. Analizan esta decisión de la OPEP+ como: «...una afrenta a la política internacional en su intento de aislar aún más a Rusia y reducir su peso económico en el mundo. Y el más afectado es Joe Biden. El presidente estadounidense considera que el aumento de los precios de los combustibles es muy inoportuno de cara a las elecciones de mitad de mandato de noviembre. De hecho, la moral de los consumidores -y, por tanto, la satisfacción de los votantes- está íntimamente ligada a los precios de los surtidores en un país como Estados Unidos, donde el automóvil es el rey. Además, los republicanos podrán explotar políticamente el hecho de que la visita de Joe Biden en julio a Arabia Saudí, el principal país de la OPEP, fue en definitiva un encuentro amoroso.
Por otra parte, las medidas relativas a las condiciones de flete de los buques de transporte fueron claramente anticipadas por Rusia, como se indica en el artículo de Sergei Kudijarov publicado en el número 38 del semanario EKSPERT el 18 de septiembre que traduje para los lectores de Les Crises el 21 de septiembre. Un artículo publicado el 22 de septiembre en el sitio web del Club Valdai por Vitaly Yermakov mostraba que Rusia estaba de hecho preparada ya para esta eventualidad.
Por lo tanto, las medidas relativas a la limitación de los precios del petróleo pueden tener consecuencias desastrosas para los países de la UE. No sólo no bajarán los precios, ya que la OPEP+ los vigila, sino que además es probable que el tráfico de petróleo escape por completo de las navieras europeas. De hecho, muchos países tratarán de evitar posibles sanciones evitando en lo posible a sus empresas. Así, los europeos no sólo pagarán más por su petróleo, sino que también verán disminuir el volumen de negocio de sus compañías navieras.
Está claro que el efecto boomerang de esta oleada de sanciones adoptadas por la UE será especialmente fuerte. Las sanciones, por su incoherencia e ineficacia, contribuyen cada día un poco más a la destrucción de las economías europeas.