
El jueves pasado el Presidente Zuma, durante su discurso anual sobre el estado de la nación, fue interrumpido sin cesar por la bancada parlamentaria de los Luchadores por la Libertad Económica, EFF, el nuevo partido fundado por Julius Malema.
Le acusaban de corrupto y de haber violado la constitución. Devuélvenos nuestro dinero, Zuma debe caer gritaban desde sus asientos. Habían llegado al parlamento cantando y danzando vestidos en monos de trabajo y cascos rojos con el propósito de llevar adentro lo que estaba ocurriendo fuera. Cientos de sus simpatizantes estaban intentando llegar al parlamento, barricadas de la policía se lo impedían. Al final los diputados del EFF fueron expulsados de la sala como había ocurrido otras veces, pero esta vez no hubo aplausos y risas en la bancada mayoritaria del Congreso Nacional Aficano (ACN), sino silencio. Afuera, en una rueda de prensa improvisada, Malema dijo a los periodista que el EFF “no reconoce a Zuma como nuestro Presidente. Zuma debe irse”.
Dos dias antes los del EFF habían convocado una marcha hasta el tribunal constitucional en Johannesburgo, donde tiene su sede. Ese día daba inicio un proceso judicial en el que se dirimía si Zuma tiene que devolver los 20 millones de dólares de dinero público que se ha gastado en renovar su casa particular. Thulisile Madonsela, la defensora del pueblo, quiere que devuelva el dinero, pero Zuma se resiste.
El descontento con Zuma crece porque mientras se aprovecha del dinero público la situación económica del país es cada vez peor. Ha sido denunciado por sus conexiones turbias con la familia Gupta, una familia de tiburones con negocios en mercados de armas y la industria nuclear. Mientras sus negocios familiares prosperan, su gobierno fracasa en crear empleo suficiente, redistribuir tierra tomada ilegalmente a la población negra o invertir en infraestructuras. Los cortes de luz no son raros en la Sudáfrica de hoy. La economía amenaza entrar en recesión y el Rand, la moneda nacional, sigue cayendo.

Esta obra del artista Brett Murray que presenta al presidente Zuma con sus genitales al aire causó una gran polémica.
El Presidente Zuma es del Congreso Nacional Africano, el partido de Mandela que gobierna Sudáfrica desde 1994, tres años después del fin del apartheid. Un partido que lideró exitosamente la lucha por la democracia y contra el racismo, pero que está fracasando en acabar con la postergación social de la mayoría negra.
El ACN es mucho más que un partido, es una alianza del africanismo con los sindicatos y el Partido Comunista, un movimiento de liberación nacional que prometió tambien una liberación social. Su éxito inicial contra el apartheid lo convirtió en uno de los símbolos de la liberación de África del colonialismo y sus males. Pero su fracaso actual está generado una frustación creciente entre los jóvenes que no han conocido la era del apartheid. Acusan al ANC de venderse a la iniciativa privada para enriquecer a una minoría negra cercana a sus dirigentes. Sus gobiernos privatizaron muchas de las propiedades públicas debilitando al estado, pagando ahora ellos las consecuencias. No hay empleos suficientes, el 51% de los graduados universitarios negros están desempleados y el gobierno no gasta lo suficiente en educación. Los jóvenes negros tienen dificultades para acceder a las universidades, cosa que no ocurre con los blancos, que tienen muchos más recursos económicos.
El año pasado las universidades sudafricanas conocieron movimientos de protesta como no ocurría desde la época del apartheid. En marzo, un movimiento en la Universidad de la Ciudad de El Cabo, #Rhodes debe caer, logró sacar la estatua de Rhodes, símbolo del colonialismo en Sudáfrica. El movimiento se inició cuando un estudiante arrojó una cubeta de mierda, recogida en uno de los townships sin saneamiento, a la estatua. Rhodes organizó un ejército con dinero obtenido en las minas de diamantes locales para robar a punta de fusil las tierras de los nativos. El movimiento se extendió a otras universidades. En la Universidad de Stellenbosh, los estudiantes protestaron porque se seguía enseñando en Afrikáner, la lengua traida por el colonialismo. En octubre, un movimiento contra el alza de las matrículas explotó en todo el país. El gobierno quería aumentarlas en un 20% y los estudiantes ocuparon las universidades y salieron a la calle (#Feesmustfall) para pararlo. El alza fue interpretada como un ataque a los estudiantes negros de por sí minoritarios en muchas universidades. La pobreza es racial y los blancos podrían pagar los incrementos de las matrículas, cosa que no podrían hacer los negros.
Estos movimientos no solo han reforzado al partido de Julius Malema, inspirado en muchos aspectos por los escritos de Frantz Fanon. Está provocando un despertar de la conciencia negra de forma paralela a lo que está ocurriendo en Estados Unidos con el movimiento Black Lives Matter. Los libros de mismo Frantz Fanon, Steve Biko y Malcom X, los intelectuales negros de los años sesenta que inspiraron a los movimientos contra el racismo, el colonialismo y el imperialismo de aquellos tiempos son muy difíciles de encontrar en las librerías. Sus ventas se han disparado hasta prácticamente desaparecer de las estanterías. Los jóvenes comienzan a tener interés de nuevo por ellos.
En la manifestacion del EFF en Johannesburgo frente a la sede del tribunal Constitucional exigiendo a Zuma que devuelva el dinero, las referencias a Mandela eran insignificantes frente a las de Steve Biko. Biko, el pensador de la conciencia negra, asesinado en las cárceles del apartheid, que pensaba que el mundo moderno ha sido construido por el colonialismo para hacer sentir a los negros que están fuera de lugar en su propios países.
Esta recuperación de la historia e identidad negra entre los jóvenes choca con la Sudáfrica del arcoiris del ANC de sus padres. Un Proyecto que empieza a fracasar al ser incapaz de repartir la riqueza concentrada en manos de los blancos. Pensaron que todo podría seguir igual si abrían una pequeña parte de sus negocios a los negros, pero los jóvenes empiezan a verlo de diferente manera. La liberación necesita romper la estructura económica heredada. Una tarea que no hicieron Mandela y sus camaradas para que, como ocurre con Zuma, se estén beneficiando en su propio provecho. Para muchos de estos jóvenes el EFF es un instrumento en esta lucha por recuperar el legado del panafricanismo.