Reflexiones críticas sobre Durruti y su mito

Emma Goldman a Durruti

Quisiera profundizar en una serie de reflexiones sobre la figura de Buenaventura Durruti ciñéndome, para comenzar, a un episodio: la intentona de realización del comunismo libertario de enero de 1933.

En primer lugar, tomemos en consideración un elemento: la elección de la fecha surge en un maremagnum de confusiones, y a nivel organizativo se notan las siguientes anomalías:

* incumplimiento, por el Comité Nacional de la Federación Ferroviaria, del acuerdo de ir a la huelga general – una decisión de diciembre de 1932 -, sin consultar a sus afiliados.

* influencias personales que indujeron el CN de la CNT a seguir la táctica del Comité de Defensa de Cataluña, dominado por García Oliver, del grupo Los Solidarios.

* impaciencia de la FAI por lanzar un movimiento revolucionario.

Este levantamiento surge en una situación tan confusa que la AIT (2) mandó a España a un representante para que redactara un informe al respecto, en el cual se puede leer: «La FAI quería imponer su ideal. No se dio cuenta de que la misma anarquía, por bella que sea, perdería todo su valor, si fuera impuesta. La FAI creía que bastaba con proclamar la revolución social para que se hiciera de verdad.

No menos confusiones reinaban para la elección del momento y de los lugares. No se habían publicado aún los principales folletos sobre el comunismo libertario, que se pretendía implantar, ni estaba bastante consolidada la CNT-FAI en el agro nacional – en particular en las dos Castillas y Extremadura -. Además, la principal obra de referencia que trataba densamente el cambio revolucionario, Los sindicatos obreros y la revolución social, del anarcosindicalista francés Pierre Besnard, publicada en castellano en Barcelona en 1931 con prefacio de Peiró, daba una visión distinta de lo que habría tenido que ser la intentona de enero de 1933. En efecto, para este autor, una tentativa revolucionaria sólo era posible bajo tres condiciones.

La primera era la integración de todas las fuerzas de la mano de obra, de la técnica y de la ciencia en los sindicatos, o sea, la unión de los obreros, técnicos e ingenieros, considerados como la unidad orgánica de clase.

La segunda apuntaba a la participación de parte del ejército en la tentativa revolucionaria.

Y la tercera recalcaba la necesidad de una situación realmente revolucionaria. Concluía Besnard de modo premonitorio: Intentar la aventura en cualquier otra situación sería una pura locura. Sería a la vez un crimen y una equivocación (3).

Cierto es que el clima social era tenso – acontecimientos de Castilblanco y Arnedo en 1931, de Figols en 1932 -, pero lanzarse a un movimiento mal preparado, peor coordinado y vanagloriarse luego de la gimnasia revolucionaria delataba una mentalidad típicamente manipuladora y autoritaria, idéntica a la del PSOE (Asturias 1934) y a la de los diferentes PC (múltiples burradas insurreccionales en Alemania y Europa central entre 1923 y 1933 – 1/2008). Era de resaltar igualmente la ausencia de control de la base cenetista sobre la cúpula de la CNT-FAI. En este orden de cosas, ¿quién tenía pues el poder en la CNT-FAI?

La responsabilidad de los acontecimientos de enero de 1933 correspondía en primer término – como hemos dicho- al grupo de militantes de Los Solidarios – luego Nosotros -, o sea, Ascaso, Durruti, García Oliver, Jover, Sanz, etc., que tenía una clara vocación dominadora tanto en la CNT como en la FAI. Esta preponderancia se puede explicar en parte por la valía de los militantes, que estaban plenamente integrados en el interior del movimiento sindical y revolucionario de toda España. Sus componentes desplegaban una gran actividad. Los unos acudiendo adonde eran solicitados por la Organización para asistir como oradores en mítines, conferencias, y reuniones de información. Los otros en misión de organización de grupos y busca de medios de combate para un futuro inmediato (4).

Pero a pesar de todo eso, se saltaban todas las reglas de un mínimo de control desde la base. Un historiador anarquista español, miembro en la época de la FAI, escribía: En 1933, después del fracasado intento insurreccional del 8 de enero, alguien pidió explicaciones en el seno de la Federación local de Grupos Anarquistas de Barcelona. La respuesta fue que Ascaso, Durruti y García Oliver no estaban controlados por la FAI. Personalmente tuve confirmación de esta despampanante respuesta cuando en 1934, o sea el año siguiente, fui secretario general de dicha federación. Efectivamente, aquellos compañeros no pertenecían a ninguno de los grupos controlados por la FAI en Cataluña. Y, sin embargo, en las tribunas eran los que llevaban la voz cantante de la organización específica (5).

Este juicio de José Peirats, me lo confirmó él mismo por carta en 1985: En efecto, en mi calidad de secretario general de la Federación local de Grupos Anarquistas (FAI) hasta mediados de 1934, puedo certificar que ni Durruti ni García Oliver pertenecían a la llamada organización específica. Por este motivo, visto que en sus arengas mitineras poníanse en boca la FAI e incluso bajo su signo habían organizado las fallidas insurrecciones de enero de 1932 y 1933, decidimos invitarles a una reunión clandestina que tuvo lugar en la montaña de Horta para que explicaran su conducta. Comparecieron, diz que por cortesía, García Oliver, Aurelio Fernández y no recuerdo quién más. A nuestra requisitoria contestó García Oliver que habíanse presentado por deferencia, pues no les ataba ninguna obligación, habida cuenta de que no pertenecían a nuestra organización (6).

Durante el periodo de abril de 1931-julio de 1936, al lado del grupo Nosotros, había otros grupos de poder que actuaron fuertemente sobre la CNT, y la CNT-FAI: Federica Montseny y su padre Federico Urales, con La Revista Blanca; Abad de Santillán (7); Horacio Prieto. Y hay que incluir a Peiró y los treintistas (8), y a Ángel Pestaña y su Partido Sindicalista, ambos con la intención de encauzar las masas cenetistas. García Oliver resumía a su manera este clima: No hay que olvidar que la mecánica de nuestra organización no se asemeja a la de un partido político, como el comunista por ejemplo, que es monolítico, sino que la composición heterogénea de nuestra Organización determina que siempre se ande entre dudas y vacilaciones. Por ello siempre fue dirigida, en realidad, por un grupo más o menos numeroso. La constitución de los Treinta perseguía esa finalidad. Con el grupo Nosotros también lo hemos intentado (9).

Se podría responder a García Oliver que cualquier historia de un PC, empezando por el de la URSS, enseña a las claras que no hubo monolitismo sino luchas de tendencias, que a menudo eran exterminadas como el caso soviético o en los de otros PC (casos de Alemania, Bulgaria, España, Italia, Yugoslavia, etc.). Exceptuando el exterminio físico del adversario (10), el mismo clima parecía reinar en la cúpula de la CNT-FAI (11).

En contrapartida, la estructura libertaria de la CNT frenaba la formación de la burocracia. Los liberados eran pocos: en 1936 estaba el secretario del C. N., Horacio Prieto, y algunos militantes como el secretario de la regional andaluza Antonio Rosado, el del sindicato de la Federación regional del Norte de Pescadores, González Inestal, y seguramente media docena más (2/2008). La FAI, a diferencia de la CNT, no tenía ningún estatuto y debía de tener como liberado al secretario del comité peninsular.

Pero la oposicion principal al autoritarismo y a la centralización que tendía a imponer la tendencia de turno en la cúpula de la CNT, era el federalismo y, sobre todo, la atomización de los grupos anarquistas. La carta de Peirats aduce un ejemplo que culmina, sobre todo, en el desarrollo del proceso autogestionario en Aragón en julio-agosto de 1936.

Dicho de otro modo, convivían en la CNT-FAI dos anarquismos: un anarquismo centralizador – con los chanchullos consiguientes – y un anarquismo de espontaneísmo, de creatividad, necesariamente flexible y localista. La guerra civil multiplicó los casos de oposición entre ambas visiones y prácticas.

En consecuencia, coexistían asimismo en el movimiento español dos conceptos del comunismo libertario. La centralización aparecía en Besnard (12), Horacio Prieto (13) y Abad de Santillán (14). La atomización se defendía en Urales e Isaac Puente que partían de la comuna y su libre federación con otras, hasta llegar a los planos comarcal, regional, nacional e internacional. Es de notar, sin embargo, que ningún autor tenía la audacia de Bakunin (15) y Kropotkin (16) que preveían discrepancias, e incluso luchas, entre colectivos al principio del periodo revolucionario, que irían aplacándose con la asimilación del proceso reconstructivo. La guerra civil conoció en parte estas fases, por ejemplo en Cataluña en un proceso que va del espontaneísmo autogestionario de julio-agosto de 1936 al decreto de colectivización, pasando por la oposición del Consejo de Aragón al intercambio desigual con Cataluña. Y en la España republicana, en julio de 1936, los acuerdos político-militares de unos se contraponen a la aplicación paulatina del comunismo libertario, que no es reivindicado ni por la CNT ni por la FAI hasta fines del mes de julio. Más tarde, la militarización decidida por algunos será cuestionada por el Pleno de Milicias Confederales y rechazada por toda la Columna de Hierro, en marzo de 1937. Los disturbios de Vilanesa señalan el corte entre la autogestión campesina y el Gobierno en el que interviene la CNT-FAI. Finalmente, en mayo de 1937, en Barcelona, se produce el corte definitivo entre la política global de la CNT-FAI y una gran parte de la base CNT-FAI.

En este contexto, ¿dónde se coloca Durruti o en qué tipo de anarquismo cenetista podemos situarlo ?

Partiendo de hechos y declaraciones suyas bien conocidas surgen una serie de evidencias. De los militantes conocidos ante: de julio de 1936, Durruti fue el único, con Cipriano Mera y Jover en ostentar responsabilidades militares, mientras que los demás – García Oliver, Abad de Santillán, Federica Montseny, Peiró, Horacio Prieto, M. R. Vázquez – ocuparon, o se preparaban para ocupar en un momento u otro, cargos políticos.

Durruti fue a su vez de los pocos en hacer declaraciones públicas: reiteradamente polémicas – como Peiró, en contra de las ejecuciones indiscriminadas en la retaguardia catalana -, opuestas o divergentes de las oficiales de la CNT-FAI. Las críticas iban más allá del mal humor o de las iniciativas personales. Las criticas, por ejemplo, sobre el uso del armamento iban en el sentido de una guerra revolucionaria total: ¿Es posible que la retaguardia vaya a andar a tiros?, decía en una reunión militar de septiembre (17), y en un mismo sentido reiteraba más tarde: ¡Todas las armas arrinconadas al frente! (18).

De hecho, estas declaraciones implican la subordinación del ámbito político y del plano económico a lo militar: Yo por mi parte no he pedido nunca nada a la Organización -, afirmaba en la misma reunión del Estado Mayor de Aragón antes citada, y también – nunca se sabe, el Gobierno actual podría necesitar a estas fuerzas rebeldes para aplastar el movimiento de los trabajadores -, declaraba en su célebre entrevista concedida a Van Passen. Esta idea se desarrolla igualmente en un discurso realizado a fines de octubre o principios de noviembre: Es necesario que los partidos políticos vayan también a él [el frente] y con ellos, también, los representantes del Gobierno. […] Por eso es necesario establecer también un código de la economía (19).

Es evidente que, cuando hablaba Durruti, no podía ignorar que la CNT-FAI estaba regateando su entrada en el Gobierno de Madrid tras el de Barcelona. Por ello, las censuras son muy rudas: Y mientras esto ocurre, los consejeros, algunos procedentes de la CNT y hasta de la FAI, no tienen tasa ni medida para el vestido y la comida; hay quien cree que el fascismo es Mola, Franco o Queipo, nosotros señalamos fascista a todo el que derrocha o gasta aquello que es de la revolución. A lo que sigue una conclusión categórica: si alguien ha creído amedrentamos con un decreto de militarización, se equivoca, porque nosotros no la aceptamos.

Se puede observar que estas afirmaciones y sugerencias de Durruti se oponían a todas las alianzas de la CNT-FAI, coincidiendo con las críticas posteriores que brotaron masivamente en mayo de 1937 en Barcelona. Pero, paralelamente, se puede aducir que en ninguna parte Durruti alude ál diálogo con la base. Y no deja de ser inquietante, como en su bando de Bujaraloz (20), Durruti siguió, sin duda alguna, empapado de su capacidad de intuir los deseos de los trabajadores. Pero tal deseo termina siempre en agua de borrajas si no se acompaña de una práctica codificada y realizada, que encauce las eventuales incomprensiones o sugerencias. Durruti se fiaba, evidentemente, en la conducta de Majnó con su plana mayor de oficiales – compañeros, en su aura de jefe proletario, como Zapata o Villa. Ni supo ni quiso construir controles contra sus propias y eventuales propensiones autoritarias, quizás por considerar obvio que él mismo ofrecía un diálogo permanente y espontáneo, olvidando una evidencia anarquista de control y rotación permanentes, acentuando aún más las inevitables y normales timideces de los militantes de a pie.

Muerto tan temprano, Durruti fue objeto de manipulaciones, tanto con el – Renunciemos a todo menos a la victoria – que justificaba no sólo la colaboración gubernamental, como con bastantes dejaciones y acomodos, tipo creación de una FAI partido político, etc., como con Los Amigos de Durruti, que justificaban las Jornadas de mayo de 1937, y una futura junta Revolucionaria quizás omnipotente.

Los situacionistas de 1967 imaginaron un Durruti vengador en un tebeo simpático. En una encuesta de los años 1973-1974, que se publicó en parte, añoraba yo para el Tercer Mundo la ausencia de un Majnó o un Durruti para llevar las luchas por caminos distintos a los callejones del marxismo leninismo. Sea lo que sea, Durruti sigue siendo la figura de las esperanzas máximas en vías de realización, con el rechazo de los titubeos ante las circunstancias. Como Camilo Berneri, asesinado por los marxistas leninistas por sus posturas claramente anarquistas, fue reivindicado por el MIL en 1973-74, Durruti se reúne con Bakunin en las personalidades – ariete del movimiento libertario actual. La intransigencia y la flexibilidad mínima se nos aparecen como el mensaje de Durruti para los tiempos actuales, siempre que se acompañen de algunas observaciones generales, cuya ausencia en la práctica de Durruti es notoria. Destaquemos los logros y limites del análisis de la obra política de Robert MicheIs (21) en su capitulo “La acción profiláctica del anarquismo”: Corresponde a los anarquistas el mérito de haber sido los primeros en insistir con energía en las consecuencias jerárquicas y oligárquicas de las organizaciones de partidos. Otro mérito del anarquismo es, para Michels no ofrecer ni sinecuras ni privilegios, lo que cercena las ambiciones personales. Pero en la práctica el anarquismo sucumbe ante la ley del autoritarismo […] en cuanto abandona la región del mero pensamiento. Michels tiene razón en reconocer al anarquismo la prioridad en la crítica de los partidos, pero me parece equivocado cuando afirma que el anarquismo limita la ambición personal (ver la citas de Bakunin a continuación, y recordar la historia del exilio cenetista en Francia) y es incapaz en lo concreto (ver las múltiples resurgencias de los libertarios en este siglo).

El periodo de 1920-1940 abunda en ejemplos de eficacia del movimiento libertario español, desde la base, sin notables para emplear el término de Peirats). En él cobran especial relieve algunos aspectos significativos: huelgas largas y de solidaridad de otros ramos; su actividad escolar y cultural; la autogestión, organización y mantenimiento de las milicias; la falsificación de DNI y la reorganización pese a la represión católico-militar.

En cambio, ya demostró Bakunin que la ambición y el medro (existen en cualquier grupo humano. En la Internacional no puede plantearse la corrupción venal, por ser aún demasiado pobre para dar ingresos o incluso justas retribuciones a ninguno de sus jefes. […] pero existe otro tipo de corrupción a la que, desgraciadamente, la Asociación Internacional no es ajena; la de la vanidad y de la ambición […]. A fuerza de sacrificio y dedicación (los miembros de los comités) han ido tomando el mando como una grata costumbre, y por una suerte de alucinación natural, y casi inevitable, en todas las personas que conservan demasiado tiempo en sus manos el poder, han terminado por imaginarse que eran hombres imprescindibles. Es así cómo imperceptiblemente se formó, en el mismo seno de secciones tan francamente populares de los obreros de la construcción, una especie de aristocracia gubernamental (22).

Y Bakunin escribió otro pasaje premonitorio: Si hay un diablo en toda la historia humana, es este principio del mando. Sólo él, junto a la estupidez y la ignorancia de las masas, sobre las que por otra parte se funda siempre, y sin las que no podría existir por sí solo, ha ido produciendo todos los crímenes y todas las vergüenzas de la historia. Y fatalmente este principio maldito se encuentra como instinto natural en cualquier hombre, sin exceptuar los mejores […] (23).

Es sintomático constatar que los diferentes movimientos anarquistas nacionales no aquilataron lo suficiente la rotación de las responsabilidades y la formación de nuevos militantes, para soslayar el autoritarismo. Sin embargo, este concepto es antiguo, y ya se puede encontrar en germen en La política de Aristóteles, en el apartado de la limitación del mandato de los magistrados; y si es lógico que las seudo democracias actuales no lo apliquen, resulta inquietante comprobar que los libertarios actuaron -y parece que actúan aún a veces- como si Bakunin no hubiera escrito nada al respecto.

Extracto de El lenguaje de los hechos (ocho ensayos en torno a buenaventura Durruti), editado por Antonio Morales Toro y Javier ortega Pérez, Madrid, La Catarata, 1996, pp. 119-128.

Notas:
1) Esta reflexión sigue el esquema de una exposición oral en el Ateneo de Madrid, con motivo de la jornada de presentación del libro de Gutiérrez Molina, La idea revolucionaria (el anarquismo organizado en Andalucía y Cádiz durante los años treinta), el 23 de abril de 1993, con Gutiérrez Molina, García Rúa, Graham Kelsey y Alejandro Díez Torre.
2) Asociación Internacional del Trabajo. La AIT en 1933 sólo representaba el anarcosindicalismo español, francés y sueco, puesto que Alemania, Italia y Rusia eran países totalitarios. La sede estaba en España, con Souchy y Shapiro. Éste redactó un informe de 54 pp. dactilografiadas: Rapport sur l’activité de la Confédération Nationale du Travail d Espagne 16 décembre 1932- 26 février 1933. Al final se lee en francés: ESTRICTAMENTE CONFIDENCIAL. Ninguna parte de dicho informe debe ser publicada. La cita viene de la página 26.
3) Cito según la edición francesa de 1978, pp. 223-224.
4) Sanz, Ricardo, El sindicalismo y la política (los Solidarios y Nosotros), Golfech, ed. del autor, 1966, p. 235.
5) José Pziears, Presencia, París, n4 7, p. 45, abril-mayo 1967.
6) Carta personal, Vall de Uxó 7-6-85.
7) Ambos ajenos a las actividades de la CNT, pero con propósitos de apoderarse de su dirección, grupos contrarrevolucionarios.. Calificativos de García Oliver en El Eco de los pasos, Barcelona, Ruedo Ibérico, 1978, pp. 123-124.
8) Hay que salvar a los caídos y existen razones poderosas para conseguirlo. Pero se conseguirá todo lo contrario, se les hundirá mucho más, si se persiste en la vesania de provocar nuevas tragedias, máxime si son tan repulsivas como las del 8 de enero (de 1933) en Barcelona. El único camino eficaz es la reconstrucción de la CNT […] Peiró, Juan, Escrits 1917-1939, Barcelona, edición de Pere Gabriel, 1975, p. 383.
9) O. c., p. 190.
10) Un caso o dos de asesinato entre tendencias aparece en el exilio en Francia en los años 50.
11) Quién lo dude puede leer Historia negra de una crisis libertaria, de Ramón Álvarez, México, 1982, 469 pp.
12) En virtud de los principios ya expuestos de la ley del número, de la mayoría controlada, las decisiones adoptadas por el congreso (sindical) tendrán que ser aplicadas por todos los sindicatos. De no ser así, si cada uno no aplicara las decisiones, pretendiendo seguir sus antojos, no habría ya ninguna organización posible, ni asociación viable. Sería el regreso al individualismo extremado con todas sus lacras. O. c., p. 185. Es significativa la asimilación entre individualismo e incumplimiento por una minoría de un dictamen. Con tal sindicalismo, la nueva sociedad posrevolucionaria tendrá consejos de trabajadores que velarán por la armonía y el interés colectivo. Y Besnard añade no dudo de que sabrán eliminar cuanto sea realmente inútil y nocivo (p. 282). Resalta la ausencia de definición de “inútil” y “nocivo”.
13) Ver Mintz, Frank, “El concepto de revolución en el anarcosindicalismo español de los años treinta», Archipiélago (Pamplona), n° 4, pp. 48-53.
14) Ver Mintz, Frank, «El pensamiento de Santillán sobre la transformación económica revolucionaria, la guerra civil y la violencia-, Anthropos (Barcelona), n° 188, pp. 28-29, para un análisis de El organismo económico de la revolucion.
15) No temáis que los campesinos, al cesar de ser contenidos por la autoridad pública y por el respeto al derecho criminal y civil, se devoren mutuamente. Tratarán quizás de hacerlo al comienzo pero no tardarán en convencerse de la imposibilidad material de persistir en ese camino, y entonces procurarán entenderse, transigir y organizarse entre ellos. Carta a un francés, 1871, en Obras Completas, I, Madrid, La Piqueta, 1977, p. 134.
16) Probablemente se producirán injusticias. Seria imposible evitarlas-. Obras, p. 91, Barcelona, Anagrama, 1977, p. 91.
17) Citamos un fragmento más amplio de esta intervención, lanzada en una reunión del Estado Mayor de Aragón:
Yo creo que la tragedia es que la retaguardia no ha tomado en serio la guerra y al no tomarla en serio ha tenido que ser ahora ante las noticias alarmantes de Madrid y las noticias alarmantes del frente de Aragón, que ha hecho reconocer que la victoria está en peligro. […] Yo no quiero recibir más golpes de teléfono a la una y a las dos de la madrugada diciendo que aquel pueblo se ha levantado, que aquel otro también. Yo creo que ha llegado el momento de tomar en serio la guerra […] A mí, me sorprende, las pocas veces que salgo del frente, salgo para Lérida, cuando me dicen: Durruti, esto no puede seguir así. Estamos preparados y vamos a andar a tiros. ¿Qué es esto? ¿Es posible que la retaguardia vaya a andar a tiros? Que nosotros tengamos que dejar en los pueblos compañeros de confianza para que velen por los intereses? No. Hay que movilizar y tomar en serio la guerra.
18) Solidaridad Obrera, 12-IX-1936.
19) Citamos el discurso en su integridad:
Os traigo un saludo del Frente de Aragón El saludo de unos milicianos que están a unos kilómetros de Zaragoza, viendo el Pilar, ese Pilar legendario donde hoy como siempre se cobija el crimen, el fanatismo y la hipocresía criminal de los eternos tiranos. Trabajadores de Cataluña, no os alarméis; tened confianza en nosotros. A pesar de que Madrid esté amenazado, a pesar de que Franco haya ordenado el ataque definitivo a Madrid, hay un pueblo, unas fuerzas que no consentirán que el fascismo pase sobre ellas. No sólo resistiremos, sino que les decirnos a los trabajadores de Madrid que los trabajadores de Cataluña os ayudarán, no ya por un espíritu solidario, sino por un imperioso deber que nos obliga a no consentir que el pueblo de Madrid sea sometido a la misma tiranía, al mismo terror que el de Zaragoza. En el frente no se distrae la mirada. Se mira adelante, con un solo pensamiento. Aplastar el fascismo. Pedimos al pueblo de Cataluña, a ese pueblo que ha dado todo, se deje de intrigas, de rencillas y piense definitivamente en la guerra. A ese pueblo en nombre de los milicianos de Aragón, voy también a decirle: tú que eres la fuerza, tú que eres el nervio, tienes que movilizarte; pero no puede consentirse que siempre sean los mismos, los trabajadores, los que vayan a los frentes de combate o a la retaguardia. Es necesario que los partidos políticos vayan también a él y con ellos, también, los representantes del Gobierno. Es un deber de igualdad, de responsabilidad, incluso. No puede consentirse que los trabajadores den sus vidas tan sólo en holocausto de un triunfo que a todos interesa. Darse cuenta que esta guerra tiene los agravantes de una guerra moderna. A Cataluña le corresponde la mayor parte, por no decir toda, de los gastos de la misma. Por eso es necesario establecer también un código de la economía. Nadie sabe cuánto puede durar esta guerra; igual uno que cinco meses o más todavía; por eso se impone una reacción formidable en cuanto a la economía. Los milicianos se sonrojan al ver algunos pasquines de propaganda para el frente. ¿Sabéis por qué se sonrojan? Porque los aviones fascistas, cuando arrojan prensa sobre nuestros frentes, ella observa los mismos procedimientos, la misma propaganda, incluso, que los periódicos de retaguardia, y los partidos políticos de Cataluña hacen en sus pasquines. !Arrancad esos pasquines, trabajadores! Son un insulto al sacrificio de los milicianos. No permitáis que tengamos que deciros los hombres que lucharnos en las trincheras que no somos mendigos, que no somos pordioseros. Los milicianos tienen la vista fija en Cataluña, en Barcelona, y Barcelona no está a la altura de las circunstancias. No cumple con su deber. No cumple porque no puede tasarse en 10 pesetas la vida de un miliciano; porque a la esposa, al hijo de éste no puede tasársele tampoco la comida. Y mientras esto ocurre, los consejeros, algunos procedentes de la CNT y hasta de la FAI, no tienen tasa ni medida para el vestido y la comida. Si pretendéis hacer de esta guerra una guerra vulgar, con todas sus secuelas de inmoralidad y desenfreno, nosotros os decimos que no estamos dispuestos a luchar. Si creéis que podemos consentir que la gasolina se derroche, que todos tengan coche, que todas las noches Barcelona ofrezca el mismo lamentable espectáculo, os equivocáis. Os equivocáis, porque hay quien cree que el fascismo es Mola, Franco o Queipo, nosotros señalamos fascista a todo el que derrocha o gasta aquello que es de la revolución. Pensad qué podernos hacer nosotros cuando demos el asalto a Zaragoza, que es un caso de justicia, cuando en la retaguardia no se da el ejemplo. Vais a decir que mi lenguaje es salvaje, de guerra. Sí, es salvaje, es la voz de la bomba, del fusil, del grito de horror de los milicianos que vuela en pedazos. Ha llegado el momento de invitaros, trabajadores de Cataluña; tenéis una organización responsable que controla la economía, que ha enviado el 80% de los milicianos al frente. Trabajador de Cataluña, vigila, vigila y exige una rectificación enérgica y la movilización de todos, en absoluto, de todos los hombres de 16 a 50 años. Si alguien ha creído amedrentarnos con un decreto de militarización, se equivoca, porque nosotros no lo aceptamos. Venid, vosotros, los que habéis elaborado ese decreto y veréis cómo en los frentes hay disciplina, cómo se trabaja, cómo se lucha y cómo se construye sin que los milicianos tengan otra disciplina que la que ellos mismos han querido imponerse. Dormid tranquilos, trabajadores de Cataluña; en el frente, no hay indisciplina; en el frente de Aragón hay un tesón, una fe magnifica; os lo aseguro. Pensad como en las trincheras, porque si pensamos en que un partido político sea más numeroso que otro, para imponer mañana su política, yo os digo que no lo consentiremos. Para triunfar es necesario sacrificarse, aquí y allí, en el frente y en la retaguardia. La consigna del frente es no pasarán y por muchos aeroplanos, por muchos tanques que vomiten metrallas sobre nuestras cabezas, lo repetimos: ¡No pasaran y no pasarán. Nuestra versión de este discurso viene de Cultura y Acción (Alcañiz), n° 20, 7-11¬-936 p. 1. No queda claro si el discurso es del 4-11-1936, fecha de la entrada de la CNT en el Gobierno, o del 28-10-1936. Parece que la propaganda de las altas esferas de la CNT transformó una parte de este discurso en la frase slogan – «clara consigna contarrevolucionaria» según Peirats en La CNT en la revolución española -: «Renunciamos a todo menos a la victoria”.
Añadido de 2008: extractos de Balance, n° 17, 1999, página 35.
[documento] 9.- [DURRUTI, Buenaventura]: «Palabras de Buenaventura Durruti», p. 34 , Acracia n° 86. Lérida, 5 de noviembre de 1936. “(Del discurso pronunciado anoche por Radio CNT-FAI, retransmitido a toda España por las emisoras barcelonesas” [Fragmentos del discurso radiado la noche del 4-11-1936, tomados por Josep Peirats ].
p. 34 La comparación de estos breves fragmentos de Acracia con el discurso censurado y dulcificado publicado por Solidaridad Obrera, nos permiten vislumbrar el tono desafiante y duro del discurso de Durruti, que acusa directamente de incompetencia a unos consejeros de la Generalidad que disfrutan de intolerables privilegios de clase. Durruti arremetía también contra la burocratización de la CNT y la incompetencia de los dirigentes más destacados: recordemos que el discurso se pronuncia el mismo día en que se conoce la aceptación por la CNT de cuatro carteras ministeriales.
p. 35 Según cuenta el propio Peirats; en PEIRATS, José: «Razones y sinrazones de la participación libertaria en el Gobierno». Polémica n° 22-25 (1986). Peirats resulta algo confuso y dice erróneamente que Solidaridad obrera al reproducir ese discurso lo resumió con los titulares a toda plana «renunciamos a todo, excepto a la victoria». También afirma que él tomó notas del discurso que escuchó por radio, y que lo reprodujo luego en Acracia, aunque no explica que sólo eran unos pequeños fragmentos.
«No estoy dispuesto a escribir más cartas para que los compañeros o el hijo de un miliciano coma un trozo de pan o un vaso de leche más, mientras existen consejeros que no tienen tasa para comer y gastar…»
«El fascismo representa y es, en efecto, la desigualdad social, si no queréis que los que luchamos os confundamos a los de retaguardia con nuestros enemigos, cumplid con vuestro deber…»
«Los aviones fascistas nos tiran en sus visitas, diarios en los que pueden leerse listas de suscripciones para los que luchan, ni más ni menos que hacéis vosotros. Por esto tenemos que deciros que no somos pordioseros y, por lo tanto, no aceptamos la caridad bajo ningún concepto…»
«La política es el arte de la zancadilla, el arte de vivir, y éste debe suplantarse por el arte del trabajo…»
«vais equivocados consejeros, con el decreto de militarización de las milicias. Ya que habláis de disciplina de hierro, os digo que vengáis conmigo al frente. Allí estamos nosotros que no aceptamos ninguna disciplina, porque somos conscientes para cumplir con nuestro deber. Y veréis nuestro orden y nuestra organización. Después vendremos a Barcelona y os preguntaremos por vuestra disciplina, por vuestro orden y por vuestro control, que no tenéis…»
«Nos dirigimos a la CNT-FAI para decirles que si como organización controlan la economía de Cataluña, deben organizarla como es debido…»
Es evidente que la version auténtica no la tenemos. Estas dos versiones dan muestra de la crítica amarga de Durruti.
20) El bando de Bujaraloz está en brutal contradicción con la libre elección de los trabajadores, como la propia firma de Durruti, como si el pueblo no tuviera ni alcalde ni sindicato para acordar tal acto. Citamos, a continuación el texto de este bando:
El comité de la guerra de la columna de Durruti, ateniéndose a los anhelos y necesidades del pueblo de Bujaraloz, dispone:
1° Que considerando la cosecha como algo sagrado para los intereses del pueblo trabajador y de la causa antifascista, las tareas para la absoluta recolección de ésta deben ser realizadas sin la menor pérdida de tiempo.
2° Que todos los bienes que en calidad de frutos, ganados u objetos de transporte poseyesen los propietarios de filiación fascista pasen a ser propiedad del pueblo, mediante el control del comité del mismo.
3° A partir de la aparición del presente (bando) queda abolida la propiedad privada sobre la tierra de los grandes terratenientes, pasando a ser patrimonio popular, a tomar en la forma que disponga el comité del pueblo.
4° Todos los útiles de labranza, tráctores, máquinas, trilladoras, etc., de los propietarios fascistas son declarados propiedad del pueblo, bajo el control de la representación popular del mismo.
5° Siendo la lucha armada de las milicias antifascistas la vanguardia de los intereses y la vida del pueblo trabajador, los ciudadanos de Bujaraloz prestarán a éstas el apoyo entusiasta e incondicional así material como moral.
Dado en Bujaraloz, a 11 de agosto de 1936, Durruti.
21) Michels, Robert, Les partis politiques, París, 1913 (reed. 1971).
22) Bakunin, La liberté, choix de textes, París, Pauvert, 1965, pp. 202-204.
23) Bakunin, Oeuvres VI, p. 17, Protestation de l’Alliance.
1/2008 Para el caso de Bulgaria: “En septiembre de 1923, estalló el movimiento [contra la dictadura militar], mal preparado pero seguido, inclusive por los anarquistas que fueron activos y eficaces. Fue duramente reprimido el levantamiento. El partido comunista se negó a participar en este movimiento no proletario: Durante numerosos años el PC no consideró a los trabajadores del campo como aliados de la clase obrera en la lucha contra la dominación burguesa. (Kratka istoria na Balgaria, p.251).30.000 personas fueron diezmadas por el ejército. El año siguiente, bajo presión de Moscú, el PC lanzó una insurrección que fracasó, por aislada.” (Mintz Notes sur le mouvement anarchiste et anarcho-syndicaliste bulgare des origines à aujourd’hui [2002])
2/2008 Por otra parte, afirmar públicamente que no queremos cargos retribuidos y, privadamente, en el funcionamiento normal de la organización, tenerlos realmente, me parece una hipocresía impropia de quien como nosotros tiene en todo momento el valor de reivindicar la plena responsabilidad de los actos que realiza.
Oficialmente, hoy no tenemos cargo alguno retribuido, sino son los redactores de Solidaridad Obrera Extraoficialmente, por bajo mano que diríamos, hay dos cargos permanentes retribuidos en el Comité Nacional; uno o dos – más semanas dos que uno – en el Comité Regional de Cataluña; dos cargos retribuidos en la Federación Local de Barcelona; y varios Sindicatos de Barcelona, también, que retribuyen algunos hasta dos y tres cargos. Pero, lo repetimos, extraoficialmente, justificando estas retribuciones con el supuesto de comisiones que se desempeñan.
Y no sólo es en la organización catalana donde se dan los casos de retribuciones, es casi en general en todas las regiones españolas.
(Ángel, Pestaña, Solidaridad Obrera, num. 409, 24-IV-1934. Reproducido en Ángel Pestaña, Trayectoria sindicalista [prólogo de Antonio Elorza], Madrid, 1974, pp. 678-679.
Fuente: Portal Libertario OACA
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