Recordando al oficialmente censurado Dr. King

Recordando al oficialmente censurado Dr. King

El verano pasado encontré un hallazgo genial en una tienda de libros usados, una edición original del libro de Martin Luther King, publicado póstumamente, The Trumpet of Conscience (Nueva York: Harper & Row, 1968) – una compilación de cinco conferencias de King en el Sistema de Radiodifusión Canadiense (CBC) durante noviembre y diciembre de 1967, tan sólo cinco meses antes de su asesinato (o ejecución), en Memphis. La CBC había invitado a King a hablar de cualquier cosa que él considerara relevante no sólo para los EE.UU. sino para todo el mundo.

The Trumpet of Conscience no concuerda con la imagen convencional de King, domesticada y descafeinada, que se difunde en todo el país cada año durante y alrededor de la fiesta nacional que lleva su nombre. Esa imagen presenta a King como un reformista moderado que no aspiraba a mucho más que a unos pocos cambios básicos en materia de derechos civiles en   un sistema americano mayormente benévolo: un suplicante leal que lloraba de agradecimiento  a los líderes del país por hacer finalmente esos cambios.

La conmemoración oficial no dice nada sobre el Dr. King que estudió a Marx con simpatía a  una edad temprana[1] y que dijo en sus últimos años que «si queremos conseguir una igualdad real, los Estados Unidos tendrán que adoptar una forma modificada de socialismo«[2]. Elimina al King que escribió que el “verdadero problema que hay que afrontar”, más allá de asuntos superficiales, es “la reconstrucción radical de la misma sociedad». [3]

En su primera charla («Impasse en las relaciones raciales»), King reflexionaba sobre lo poco  que había conseguido la lucha por la libertad racial más allá de algunos cambios parciales en el Sur. Deploró «el cese de los avances limitados” que los negros y sus aliados habían alcanzado «por [una] resistencia de los blancos [que] revelaba el racismo latente que estaba [todavía] profundamente arraigado en la sociedad de EE.UU.».

«Al extinguirse la euforia y las expectativas», explicaba King «los negros se volvieron conscientes bruscamente de que el objetivo de la libertad estaba todavía lejos y que nuestra desazón inmediata era todavía sustancialmente una agonía de privación. En la última década se ha hecho poco para los ghettos del Norte. Toda la legislación ha buscado poner remedio a las condiciones del Sur – que han mejorado sólo parcialmente «(p.6).

Aun peor que su limitación, las conquistas obtenidas por los estadounidenses negros durante lo que King consideraba la «primera fase» de su lucha por la libertad (1955-1965) eran peligrosas en tanto que «produjeron en los blancos una sensación de logro definitivo» – una impresión absurda de que el llamado «problema negro» había sido resuelto y que, por tanto, ya no había fundamento o justificación para continuar con el activismo negro. «Cuando los negros, de forma asertiva, alcanzaron el segundo peldaño de la escalera,» señaló King, «hubo una resistencia firme de la comunidad blanca …. En algunos lugares había un rechazo cortés, en otros, una reacción de reafirmación blanca. En todas partes había, sin lugar a dudas, una clara resistencia” (p.6).

«El hombre blanco no obedece la Ley» 

Al explicar la importante ola de disturbios raciales que se extendieron a través de las ciudades de Estados Unidos en los veranos de 1966 y 1967, King no se disculpó por la violencia negra. Culpó de los disturbios a «la estructura del poder blanco … tratando todavía de mantener intactas los muros de la segregación y la desigualdad «. Según él la causa principal de los disturbios era la postura reaccionaria de «la sociedad blanca, que no estaba preparada ni  quería aceptar un cambio estructural radical», que «provoca[ba] el caos» diciendo a los negros (cuyas expectativas de cambio sustantivo se habían despertado) “que tienen que hacerse a la idea de permanecer permanentemente desiguales y permanentemente pobres » (9-10, énfasis añadido).

King también culpó de los disturbios, en parte, a la guerra imperialista y genocida de Washington “en [aquí mejor podría haber dicho “impuesta a”] Vietnam.» La agresión militar contra el sudeste de Asia robó recursos a la «Guerra contra la Pobreza” de Johnson, declarada rápidamente y apenas librada. «Envió negros pobres a las líneas mortales del frente en una cantidad desproporcionada. Avanzó la idea de que la violencia era una respuesta razonable e incluso una solución para los problemas sociales y políticos.

Los estadounidenses negros y otros detectaron lo que King llamó «la cruel ironía de ver a negros y blancos en las pantallas de televisión matando y muriendo juntos por una nación que había sido incapaz de sentarlos juntos en la misma escuela. Los vemos en brutal solidaridad quemando las chozas de una aldea pobre, pero nos damos cuenta de que nunca vivirían en el mismo bloque en Detroit «, dijo King en su segunda conferencia CBC y añadió que “no podía permanecer silencioso frente a una manipulación tan cruel de los pobres «(p. 23).

Aparte la hipocresía racial, King dijo que «una nación que continúa año tras año gastando más dinero en defensa militar [aquí mejor podría haber dicho «imperio militar»] que en programas de mejora social se está acercando a su perdición espiritual» (p.33).

¿Desobedecieron los alborotadores la ley, como pretenden sus críticos, liberales y conservadores por igual? Sí, dijo King, pero añadió que las transgresiones de  los manifestantes eran «delitos derivados … nacidos de los crímenes, más grandes, de los … responsables políticos de la sociedad blanca», que «crearon discriminación … barrios pobres [y] perpetuaron el desempleo, la ignorancia y la pobreza …. El hombre blanco”, King explicó, “no cumple la ley en el gueto. Día tras día viola las leyes de bienestar social para privar a los pobres de sus exiguas ayudas; viola flagrantemente los códigos y reglamentos urbanísticos, su policía se burla de la ley; viola las leyes sobre igualdad en el empleo, la educación y la prestación de servicios públicos. Los barrios pobres son la obra artesanal de un sistema vicioso de la sociedad blanca. «(P.8).

¿Utilizaron la violencia los alborotadores? Sí, dijo King en su cuarta conferencia, pero señaló que su agresión estaba «en un grado sorprendente … enfocada contra la propiedad y no contra la gente». Observó que «la propiedad representa la estructura del poder blanco, que [los manifestantes] [comprensiblemente] atacaban y trataban de destruir «(pp. 56-57). Contra aquellos que consideran la propiedad «sagrada», King sostuvo que «la propiedad tiene como objetivo servir a la vida y, por mucho que la rodeemos de derechos y respeto, no tiene existencia personal”

«Las raíces están en el sistema» 

¿Qué hacer? King avanzó cambios de política significativos que iban contra la naturaleza capitalista del estado de la nación, lo que refleja su acuerdo con los radicales de la Nueva Izquierda en que «únicamente a través de cambios estructurales se pueden eliminar los males actuales, ya que las raíces están en el sistema y no en el hombre o en errores operativos» (p.40). King abogó por un programa nacional de emergencia, que  proporcionara ya  sea puestos de trabajo decentes a todos o una renta nacional garantizada «de un nivel que haga sostenible la vida en circunstancias decentes». También pidió la «demolición de los barrios marginales y su reconstrucción por la población que vive en ellos» (p . 14).

Sus propuestas, dijo, tenían como objetivo no solo la justicia racial. Tratando de abolir la pobreza para todos, incluidos los blancos pobres, consideraba que «la revuelta de los Negros» había llegado a cuestionar lo que él llamó «los tres males interrelacionados» del racismo, la injusticia económica/ pobreza (capitalismo) y la guerra (militarismo e imperialismo). Había «evolucionado más allá de una búsqueda de la desegregación y la igualdad» convirtiéndose en «un desafío a un sistema que ha creado milagros productivos y tecnológicos para crear justicia.»

«Si el humanismo queda fuera del sistema», dijo King en su discurso de apertura, «los negros demostrarán su núcleo interno despótico y se desencadenará una lucha mucho mayor por la liberación. Los Estados Unidos tiene el reto sustancial de demostrar que pueden abolir no sólo los males del racismo, sino también el flagelo de la pobreza y los horrores de la guerra …. «(pp. 16-17, énfasis añadido).

No cabe ninguna duda de que King quería decir capitalismo cuando se refirió al «sistema» y su «núcleo interno de despotismo».[4]

«Hay que organizar una revolución …. contra la privilegiada minoría de la Tierra « 

Nadie que haya escuchado atentamente las conferencias en CBC de King puede no haber notado el radicalismo de su visión y de su táctica. «Los desposeídos de esta nación – los pobres, tanto blancos como negros – viven en una sociedad cruelmente injusta», dijo King en   su cuarta conferencia. «Tienen que organizar una revolución contra esa injusticia», añadió (p. 59) ..

Este tipo de revolución requeriría «más que una declaración a la sociedad en general», más que «manifestaciones callejeras», proclamaba King. «Debe ser», añadía, “una fuerza que interrumpa el funcionamiento [de esta sociedad] en algún punto clave». Esa fuerza usaría la «desobediencia civil masiva» para «transmutar la profunda rabia del gueto en una fuerza constructiva y creativa» y «dislocar el funcionamiento de la sociedad.»

«Una tormenta se está levantando contra la minoría privilegiada de la tierra», añadía además King. «La tormenta no disminuirá hasta que [haya] una justa distribución de los frutos de la tierra …» (p. 17). Tal como sugiere esta referencia a la totalidad de la tierra, «la resistencia masiva, activa, no violenta a los males del sistema moderno» (p. 48) por la que King abogaba era «de alcance internacional», lo que refleja el hecho de que «los países pobres son pobres principalmente porque [las naciones ricas occidentales] los han explotado a través del colonialismo político o económico. Los estadounidenses en particular, deben ayudar  a  su nación a arrepentirse de su imperialismo económico moderno «(p. 62).

En la Trompeta de la conciencia leemos a un defensor de una revolución mundial, democrática y socialista, partidario de la desobediencia masiva, que los guardianes de la memoria nacional no quieren que se conozca cuándo honran la memoria oficial de King impuesta doctrinalmente.

Regresión, traición, y «La mendacidad de la esperanza»

La amenaza que suponen para la memoria oficial las conferencias en CBC de King – y otras muchas cosas que King hizo, dijo y escribió en los últimos tres años de su vida – no consiste solamente en que muestran que el reformador de la imagen oficial fue un opositor radical del sistema de beneficios y su imperio. Se trata también de la claridad con la que King analizó el carácter incompleto e inacabado del progreso de la nación contra la injusticia racial y de clase, cuyos avances prácticamente cesaron en la década de 1970, debido a un rechazo blanco que ya estaba en marcha a principios y mediados de los años 60 (antes del surgimiento de los Panteras Negras) y a una guerra empresarial de arriba a abajo contra la clase trabajadora estadounidense que comenzó bajo Jimmy Carter y se recrudeció bajo Ronald Reagan.

La «maldición espiritual» impuesta por el militarismo ha sobrevivido. Washington ha matado directa e indirectamente, de distintas maneras, a incontables millones de iraquíes, centroamericanos, sudamericanos, africanos, musulmanes, árabes y asiáticos a lo largo de estos años desde Vietnam[5]. Con la mitad del obsceno gasto militar mundial, los EE.UU. mantienen unos presupuestos de «defensa» (imperio) a niveles de la Guerra Fría, para sostener una máquina de matar mundial históricamente sin precedentes (que opera desde más de 1.000 bases establecidas en más de 100 países «soberanos») aun cuando el número actual, récord,  de estadounidenses oficialmente pobres sigue estancado en 46 millones, de los cuales, un número muy desproporcionado son negros y latinos.

Es irónico que Barack Obama tenga un busto de King en el Despacho Oval de la Casa Blanca para velar por su traición constante de los ideales del líder mártir de la paz y la justicia. De acuerdo con la temprana (1996) y precisa descripción del Dr. Adolph Reed Jr. ‘s del futuro Presidente como «un suave abogado de Harvard con credenciales impecables e inofensivo con respecto a las represivas políticas neoliberales”,[6] el Presidente Obama ha respaldado firmemente los altos intereses corporativos y financieros (cuyos representantes han llenado y dominado sus administraciones, campañas y fondos de campaña) contra y sobre aquellos que emprenderían programas serios para poner fin a la pobreza, redistribuir la riqueza (cuya salvaje re-concentración desde la época del Dr. King ha producido una nueva Edad de Oro en los EE.UU.), controlar al capital y salvar el eco-sistema viviente, que se acerca a toda una serie de puntos de inflexión críticos en la trayectoria acelerada hacia una catástrofe irreversible. Así pues, uno de los partidarios de Obama fue despedido a finales de 2012 por quejarse de que un presidente «cuya plataforma consiste en la ley de salud pública de Romney, las políticas medioambientales de Newt Gingrich, los recortes de impuestos financiados con déficit de John McCain, los rescates de bancos y corporaciones de George W. Bush y un paquete fiscal de Bush y Clinton” seguía siendo denunciado como enemigo de la izquierda y de los negocios por los republicanos[7].

Obama se ha opuesto a programas especiales o a tratar seriamente a nivel federal las salvajes desigualdades raciales de la nación, que actualmente son tan grandes que el presupuesto medio de los hogares blancos es 20 veces mayor que el de los hogares negros y 18 veces mayor que el de los hogares hispanos. Mientras, el hecho de su ascendencia a la Casa Blanca ha reforzado profundamente el sentimiento de los blancos estadounidenses de que el racismo ya no existe en tanto que barrera para el progreso negro y ha generado su propio y significativo rechazo blanco, que no hace más que empeorar la situación de los estadounidenses negros menos privilegiados. Ha dejado claro que lo que el Dr. King llamó «pagaré» no pagado de los estadounidenses blancos y «cheque falso» para los estadounidenses negros[8] continuará sin poder cobrarse bajo su administración – en consonancia con su absurda declaración, durante la campaña del 2007 (durante una conmemoración de la Marcha por el Derecho a Voto de  Selma), de que los negros habían alcanzado ya el «90 por ciento» de su camino hacia la igualdad en los EE.UU.[9] Para redondear los trucos de mago en relación con los “tres males”, Obama – el mismo que aprobó personalmente la lista de asesinatos de la Special Forces Global War on (of) Terror Kill List – ha adoptado y ampliado la vasta operación criminal y mundial de espionaje y asesinato que heredó de Cheney, Rumsfeld, Wolfowitz y Bush. Ha atemperado sus guerras terrestres agotadas y fallidas sólo para redoblar e inflar el papel de los incomprensibles ataques de fuerzas especiales y drones, con el mismo espíritu de su brillante y temerario modelo imperial John Fitzgerald Kennedy. Cuando libró su mortal y desastrosa guerra aérea sobre Libia ni siquiera se molestó en buscar el pretexto de la aprobación del Congreso. Mientras tanto ha superado en mucho al régimen de Cheney-Bush a la hora de reprimir a los disidentes contra la guerra, por no hablar de los que se oponen a la  dominación del 1 por ciento, aplastados por una campaña federal coordinada en el otoño de 2011. «Como han señalado continuamente  todo tipo de periodistas” dice Glenn Greenwald, “la Administración Obama es más agresiva y más vengativa cuando se trata de castigar a los disidentes que cualquier otra administración en la historia de Estados Unidos, incluyendo la de Nixon «[10].

«Un llamamiento más allá de las lealtades nacionales»

 Pensando en el historial imperial FTBP, me acuerdo de algo que dijo King en su segunda conferencia en CBC. Al explicar por qué se había vuelto un crítico de la guerra de Vietnam, King señaló que «en 1964 cayó sobre mí una gran responsabilidad: no puedo olvidar que el Premio Nobel de la Paz fue también un mandato – un mandato para trabajar más que nunca por ‘la hermandad del hombre.’ Este es un compromiso que me conduce más allá de las lealtades nacionales … a la búsqueda de la paz «(p.25).

Para responder a este compromiso, King se alineó con líderes social-demócratas estadounidenses de los años 60, como Bayard Rustin, A. Phillip Randolph y Michael Harrington. Estos y otros líderes de izquierda (por ejemplo, Max Shachtman y Tom Kahn) no querían oponerse abiertamente al asalto imperial de los EE UU contra Indochina, debido a su creencia, fuera de lugar, de que solo era posible proseguir la lucha contra la pobreza en alianza con el Partido Demócrata, favorable a la guerra y la AFL-CIO[11]. Además de oponerse a la guerra por razones morales, King comprendió muy bien que los costes de aplastar al Vietnam excluían  y anulaban el gasto social contra la pobreza.

Un testamento de esperanza radical

 Tal vez la experiencia de Obama sirva, al menos, de lección respecto a cómo un cambio progresista es algo de mucha más envergadura que un cambio de partido o del color de las personas en el poder formal. Eso es ciertamente algo que King (que tendría 85 años en la actualidad) habría pensado si hubiera podido presenciar directamente la interminable mendacidad del primer presidente medio-blanco del país. «La revolución negra», escribió King en un ensayo de 1969, publicado póstumamente, titulado «Un Testamento de Esperanza» – que asume un tipo de esperanza muy distinto del difundido por la marca Obama en 2008 – «es mucho más que una lucha por los derechos de los negros. Obliga a los Estados Unidos a hacer frente a todos sus defectos combinados: racismo, pobreza, militarismo y materialismo. Revela males que están arraigadas profundamente en toda la estructura de la sociedad. Revela males sistémicos y no superficiales y sugiere que el verdadero problema que hay que afrontar es la reconstrucción radical de la sociedad por sí misma»[12].

 Estas palabras – palabras que no se oyen a través de los «principales» medios de comunicación durante las celebraciones nacionales del Día de King – suenan actualmente igual de verdaderas y urgentes, porque no se puede negar que el núcleo interno de despotismo del sistema de beneficios está conduciendo a la humanidad a un abismo medioambiental y que   se ha llegado a la disyuntiva de eco-«socialismo o barbarie, si tenemos suerte.»

Notas:
[1] Marshall Frady, Martin Luther King, Jr, A Life (New York: Penguin, 2002), 25.
[2] David J.Garrow, Llevando la cruz: Martin Luther King, Jr. y el Consejo de Liderazgo Cristiano del Sur (HarperCollins, 1986), 41-43.
[3] Véase la nota 12, a continuación.
[4] Garrow, Llevando la cruz, 382,  591-92; Michael Eric Dyson, Puede que no llegue allí con ustedes: el verdadero Martin Luther King, Jr.  (Free Press, 2000), 87-88.
[5] Una revisión útil se encuentra en William Blum, El Estado granuja: una guía para la única superpotencia del mundo (Common Courage Press, 2005). Véase también Noam Chomsky, Año 501: la conquista continúa (South End Press, 1993) y Ward Churchill, Sobre la justicia de los pollos asados: reflexiones sobre las consecuencias de la criminalidad y la arrogancia imperial de los EE.UU. (AK Press, 2003).
[6] Y con mi descripción del compromiso y la carrera de Obama en mi libro de Barack Obama y el futuro de la política estadounidense (Paradigma 2008, escrito en 2007). Ver Adolph Reed, Jr., «La maldición de la Comunidad,» Village Voice (16 de enero, 1996), reproducido en Reed, Notas de clase: aparentando  política y otros pensamientos sobre el escenario americano (Nueva York, 2000), 10-13.
[7] Ezra Klein, «Block Obama!,» New York Review of Books, 27 de septiembre de 2012, citado en Perry Anderson, «Patria», New Left Review 81 (mayo-junio de 2013).
[8] Martin Luther King, Jr., «Tengo un sueño …» (1963), http://www.archives.gov/press/exhibits/dream-speech.pdf
[9] Paul Street, «El pálido reflejo: Barack Obama, Martin Luther King, Jr., y el significado de la Revolución Negra,» Black Agenda Report (20 de marzo, 2007), http://www.blackagendareport.com/content/pale-reflection-barack- obama-mlk-and-meaning-black-revolution.
[10] Transcrito de http://www.buzzfeed.com/dorsey/glenn-greenwald-tears-into-ruth-marcus-over-edward-snowden
[11] Para una información detallada y notable, ver Paul Le Blanc y Michael D. Yates, Un presupuesto de libertad para todos los estadounidenses: retomando la promesa civil; Movimiento de los Derechos en la lucha por la justicia económica hoy (New York: Monthly Review, 2013).
[12] Martin Luther King, Jr., «Un Testamento de Esperanza» (1969) en James Washington, ed, Un testamento de esperanza: los escritos y discursos esenciales de Martin Luther King. Jr (Nueva York: Harper Collins, 1991), 315.

Fuente: Counter PunchTraducción de Anna Maria Garriga Tarré para Sin Permiso.

Libros relacionados:

John Coltrane Por la desobediencia cívica. José Bové y Gilles Luneau

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