Con un naturalismo y una gran intimidad emocional, esta película sueca se adentra en una familia donde una de las hijas padece un trastorno alimenticio, un contenido drama que también sabe introducir el descanso del humor para adentrarse en una realidad muchas veces carente de visibilidad.
Si el cine y los temas de las películas dramáticas pueden emplearse como reflejo de las problemáticas a las que se enfrenta una sociedad, resulta significativo la ausencia de títulos que traten directamente un trastorno de la alimentación. Casi sin excepción, las cintas que narran el drama de las principales enfermedades englobadas dentro de la gran etiqueta de TCA (trastornos de la conducta alimentaria), como son la anorexia nerviosa, la bulimia, la vigorexia y la ingesta compulsiva, son telefilmes o documentales. Otras enfermedades menos conocidas, como la megarexia, la permarexia, la ebriorexia y otras no clasificadas tienen una presencia nula. La falta de visibilidad de estas enfermedades en las producciones cinematográficas, que se asemeja a la leve aunque creciente repercusión en los diferentes medios de comunicación, sin embargo contrasta con la gravedad de los trastornos alimentarios y de las graves consecuencias ante una escasa atención a sus síntomas. Según la escuela de psicología «José Germain», tal y como expuso en un simposio en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, un 9% de la población española sufre trastornos alimenticios. De acuerdo con los datos de la Unidad de Trastornos Alimenticios del Hospital Nuestra Señora de la Salud de Granada, entre 5% y el 10% de la población entre los 12 y los 25 años padece uno. Es decir, en cada aula de 25 alumnos de cualquier instituto, hay una o incluso dos personas que sufren de un trastorno alimentario.
«Mi ‘perfecta’ hermana» es una película sueca dirigida por Sanna Lenken, una realizadora que abiertamente habla en entrevistas de su experiencia personal con la anorexia durante su adolescencia, y quien, gracias a un cortometraje centrado en el mismo tema, logró la financiación para rodar un largometraje. Al empezar la confección del guión, el punto de vista de la película que había elegido recaía en la persona que padece la anorexia, pero Lenken decidió dar un paso atrás y trasladarlo a la hermana pequeña. Este pequeño cambio consigue que la película se trasforme por completo, pasando de ser un potencial y asfixiante drama a un equilibrado filme que transpira realismo, que se abre a otros temas como las relaciones entre familiares y que tiene el espacio para introducir cierto humor que equilibra la narración.
Lenken tardó más de un año en encontrar a la protagonista de su historia, la hermana pequeña que contempla con admiración, cierta envidia, cariño y miedo a su perfecta hermana, y es que la película nunca podría haber funcionado sin el hallazgo de la joven actriz Rebecka Josephson. Ésta es su primera película aunque, como detalle para los más cinéfilos, debe llevar el cine en la sangre puesto que es la nieta de Erland Josephson, el gran actor fetiche de Ingmar Bergman. Rebecka Josephson logra que el espectador se traslade a su punto de vista infantil e inocente, que viva como real la compleja relación entre hermanas que crea junto con la actriz Amy Deasismont y que uno asista con impotencia al desarrollo de los acontecimientos. La vulnerabilidad con la que esta joven actriz logra reflejar en su rostro el paso entre el humor infantil y el miedo por lo que le sucede a su hermana mayor resulta real y palpable. Uno siente y se emociona con ella, uno se ríe y sufre con ella, y uno vive la misma incomprensión e incapacidad de acción que le genera la enfermedad de su hermana mayor, estando ambas jóvenes separadas emocionalmente del mundo adulto en el que viven sus padres.
Aparte de cierta especulación que se puede hacer sobe el opresivo papel que la sociedad ejerce con respecto a la imagen corporal, la falta de atención real de unos padres algo ausentes debido a sus obligaciones laborales y de la presión a la que actualmente se encuentra sometido un adolescente, la película no explora realmente las causas que llevan a la hermana mayor a desarrollar un trastorno alimentario. Su objetivo no es buscar una racionalización de un trastorno tan complejo en términos psicológicos como es la anorexia, sino crear la normalidad y la veracidad de las relaciones personales para presentar un drama familiar que se despliega en la cotidianeidad. Esta naturalidad y contención, que es la que da a la película todo su verismo, es al mismo tiempo la razón por la que «Mi ‘perfecta’ hermana» parece quedarse ligeramente retraída tanto en exposición de la motivación de la hermana mayor como en el tratamiento de temas relacionados con la imagen corporal, especialmente dado que ambas hermanas presentan una gran diferencia física.
En su conclusión la película no exhibe grandes descubrimientos psicológicos sobre la anorexia ni busca enfatizar con un dramatismo efectista y sentimental una realidad. Hay varias escenas que son emotivas y de una impresionante carga humana, pero su peso se ha construido gracias al cuidado con el que la película ha creado la dinámica entre personajes y la delicadeza del punto de vista de la hermana pequeña. «Mi ‘perfecta’ hermana» logra adentrarse con sensibilidad, y también con el oxígeno que da el humor, en un conflicto donde intimidad, relaciones familiares e inseguridades construyen un tejido vivo, conformando una compleja red emocional que demuestra que en los casos de trastorno alimentario no hay nunca solo una persona padeciendo la enfermedad, que todo el mundo a su alrededor sufre con ella, a veces demasiado en silencio.
Ficha técnica:
Dirección: Sanna Lenken.
Intérpretes: Rebecka Josephson, Amy Deasismont y Henrik Norlén.
Año: 2015. Duración: 95 min.
Título original: Min lilla syster.
Idioma original: sueco e inglés.