La publicación por el diario El Mundo de las presiones del PP sobre el Rey para forzar la repetición de las elecciones, vulnerando las prescripciones constitucionales, indican el grado de deterioro del sistema político-institucional de la Segunda Restauración borbónica; pero también la inquietud de los sectores más inteligentes de la derecha para buscar una salida reformista a la crisis mediante un pacto PSOE/Ciudadanos.
El pasado martes, 9 de febrero, el diario El Mundo publicó en portada una auténtica bomba política.
Según el rotativo conservador, las maniobras de Mariano Rajoy para que Felipe VI no propusiera ningún candidato para investidura y convocara la repetición de las elecciones generales han provocado fuertes tensiones entre la Casa Real y el PP. La estrategia del presidente en funciones buscaba generar una situación de bloqueo institucional consistente, en primer lugar, en declinar la designación del Rey a someterse a la sesión de investidura; esto, según las fuentes citadas por El Mundo, motivó el malestar del monarca, que se enteró de la determinación de Rajoy en la primera audiencia y cuando éste había manifestado la víspera su intención de someterse a la sesión de investidura. En segundo lugar, se trataba de impedir a toda costa que el monarca designara a Pedro Sánchez. Finalmente, se intentó conseguir un dictamen del Consejo de Estado para que el Congreso de los Diputados convocase nuevas elecciones generales.
Según El Mundo, la Casa Real “paró” la maniobra de Rajoy en el Consejo de Estado, lo cual desencadenó un fuerte malestar en la dirección del PP por la falta de “colaboración” de Felipe VI y en el monarca por el burdo intento de instrumentalizarlo para favorecer los intereses partidistas de Rajoy.
Esta estrategia suponía vulnerar manifiestamente las prescripciones constitucionales que obligan al Rey a designar un candidato, quizás la única función relevante del monarca constitucional; pero también a orillar el procedimiento para convocar nuevas elecciones, que exige realizar una sesión de investidura, en doble votación, como paso previo a la repetición de los comicios.
Desde luego, Felipe VI, que aún no se aposentado en la Corona, no podía permitirse entrar en este juego. Además, como su padre, parece estar más cómodo con un presidente socialista que con uno del Partido Popular. Especialmente cuando un programa de reformas constitucionales le permitiría legitimarse ante la ciudadanía y asentar su reinado.
El cambio tranquilo y los poderes fácticos
La reacción de los partidos políticos, que dieron por buenas estas informaciones, no se hicieron esperar. Los portavoces de PSOE, Podemos y Ciudadanos cargaron duramente contra el PP con el argumento recurrente de que aquellos que se arropan en la intangibilidad de la Constitución y el escrupuloso respeto a la legalidad sean los primeros en vulnerarla gravemente para favorecer sus espurios intereses partidistas. Por su parte, la vicepresidencia en funciones del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, La Menina, negó las tensiones con La Zarzuela, pero intentó justificar la posición de Rajoy con argumentos de escaso valor político y elevadas dosis de cinismo.
Los hechos relatados por El Mundo suscitan varias reflexiones. En primer lugar, el elevado grado de erosión del sistema político-institucional de la Transición que afecta incluso a las funciones del jefatura del Estado. Tanto es así que, entre líneas, se desprende que la noticia fue filtrada por la propia Casa Real para detener las maniobras del PP y justificar la designación de Pedro Sánchez quien, a la luz de lo expuesto, es el candidato favorito de la Corona.
Por otro lado, las piezas de opinión que acompañan la noticia y firmadas por los más destacados columnistas del rotativo conservador, entonaron una serie de advertencias al PP para que deje de bloquear la situación política y permita, con su benevolente abstención, la formación de un gobierno PSOE/Ciudadanos como la garantía de un “cambio tranquilo” que aparte del poder a Podemos.
Sin duda esta es la opción preferida tanto por los llamados poderes fácticos económicos como por los barones socialistas. Tanto es así que se reclama una decisión de los dirigentes del PP para expulsar del poder al núcleo “marianista” que se está configurando como uno de los principales escollos para salvar al régimen, algo que sólo sería posible con un programa de reformas constitucionales. En este punto se hurgó en la herida pues la errática estrategia de Rajoy podría acabar otorgando la presidencia del gobierno a Sánchez, lo cual ha provocado el malestar en amplios sectores del partido e, incluso, se solicitó en este sentido la intervención de José María Aznar.
De momento esto resulta improbable. La actual dirección del PP parece empeñada en repetir las elecciones, calculando que una parte del electorado de Ciudadanos se inclinaría por el voto útil al PP ante el temor de la formación de un gobierno de izquierdas a la portuguesa. Ahora bien, la noticia de El Mundo apunta a que, entre bastidores, se están desencadenando fuertes presiones para que renuncie a este objetivo y se avenga a facilitar el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos.