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Michael Fassbender, el actor que interpreta a Macbeth en esta adaptación comentó recientemente en una entrevista al respecto de su papel: «Cada día, después de trabajar era como «dios mío, hay otras mil maneras de hacer esa escena, es algo interminable». Es un poco deprimente y a la vez es tan gratificante.»
Macbeths hay muchos y pocas personas han logrado contar toda la complejidad de los versos en una única visión. Puede que solo el propio Shakespeare lo lograra, cuando estaba él mismo en escena, aunque lo más probable es que ni Shakespeare encontrara su actor ideal capaz de dar vida al personaje, con todos los diferentes matices y posibilidades que ofrece el texto, dentro de un solo cuerpo. Cuanto más se leen sus textos, más parece que esa es una imposibilidad y solo son posibles visiones parciales en función de qué arista del entramado poliédrico que conforman las múltiples lecturas de Macbeth se decide iluminar. Seguramente no puede existir la versión definitiva pero sí grandes versiones. Y de Macbeth ha habido, como es el caso de las demás obras del bardo inglés, un gran número.
Muchos Macbeths han desfilado por escenarios y pantallas hasta la fecha. Sí, los ha habido que eran una sombra de la obra de Shakespeare, adaptaciones con reducciones textuales y temáticas que limitaban el alcance del texto. Otras versiones son enormes películas e incluso algunas, en un intento de modernización, han experimentado con diferentes elementos, ya sea la prosificación de la obra, la ubicación en una realidad contemporánea, su traslado geográfico, todo ello hecho con mayor o menor fortuna. Hay versiones que resisten peor el paso del tiempo, como la dirigida en 1971 por Roman Polanski; una de las adaptaciones más destacadas y poco conocida fuera del Reino Unido, ubicada en la contemporaneidad, es la protagonizada por Patrick Stewart en 2010; de las representaciones grabadas en un escenario, circular en este caso, la versión televisiva con Ian McKellen y Judi Dench de 1979 es un impresionante ejercicio actoral; Orson Welles dejó su sello personal en la adaptación que realizó en 1948; y, curiosamente, el mejor Macbeth no es escocés sino japonés, la versión realizada por Akira Kurosawa y que lleva por título «Trono de sangre». Está adaptación de 2015, dirigida por Justin Kurzel y protagonizada por Michael Fassbender junto con Marion Cotillard, dista de ser un pálido reflejo del texto. Es una ambiciosa apuesta que equilibra gran parte de lo que Shakespeare tiene de clásico y eterno con la dureza visual y la cinematografía estilizada característica del siglo XXI.
Lógicamente la película se mueve por terrenos conocidos pero ofrece un lado de Macbeth que responde a una motivación más compleja que la simple ambición. Aquí Macbeth es un soldado que vuelve de la brutalidad de una guerra, pero también es un padre que ha enterrado a su hijo y que regresa a un matrimonio en duelo. Tanto él como Lady Macbeth encuentran en la promesa de las brujas la forma de salir adelante pero ambos están irremediablemente dañados por el dolor. Además Macbeth presenta síntomas de sufrir un trauma postbélico al no poder distinguir la realidad de sus propias alucinaciones. Macbeth, como siempre ha sido, es un drama humano.
Parte de las sutilezas del personaje así como la introspección con la que tradicionalmente se diseccionaba a Macbeth se han visto relegadas a un segundo plano. Michael Fassbender asimila loablemente los versos de Shakespeare y la francesa Marion Cotillard compone una impresionante Lady Macbeth en inglés pero la película prefiere hacer un paso atrás antes que acercarse demasiado a sus personajes. Esta decisión, que resta profundidad emocional y en algunos momentos aplana excesivamente a las propias palabras, sin embargo potencia la espectacular cinematografía y además introduce un nuevo personaje a la obra hasta ahora muchas veces olvidado: el paisaje escocés, con su ruido y furia, azotado por el viento, bajo la dureza del cielo permanentemente gris.
Macbeth es un cuento muchas veces contado y sobresale en el mar de adaptaciones gracias a sus propias armas. No es un logro fácil de conseguir. Será, como todas las adaptaciones, imperfecta, pero la solidez de sus interpretaciones y su poderío visual hacen que sea una versión que queda en la retina y en la memoria.
Ficha técnica:
Director: Justin Kurzel.
Protagonizado: Michael Fassbender y Marion Cotillard.
Año: 2015.
Duración: 113 min.
Idioma: Inglés.