Lyonel Feininger: la vanguardia reposada

Lyonel Feininger

El 28 de mayo finaliza en Madrid, en la Fundación Juan March, la primera retrospectiva que se ha podido disfrutar en nuestro país de uno de los más deliciosos pintores de las vanguardias que fermentaron en las iniciales décadas del pasado siglo. Un artista multidisciplinar, muy dotado para la música, extraordinario dibujante, maestro de la composición, virtuoso del color, excelente grabador, pionero de la viñeta… Es: Lyonel Feininger 1871-1956.

Una exposición que atesora unas cuatrocientas obras y documentos relacionados con el pintor y que permite entender su riqueza, su variedad de registros, su inteligencia y sensibilidad. Un artista que transitó por lo mejor de las vanguardias huyendo siempre de la estridencia y de la facilidad hueca y ostentosa; un expresionista que se define, al margen de sus compañeros de grupo, que rechazaban la clasificación, como tal y que, sin embargo, no solemos asociar a lo más característico de aquella corriente. Un maestro en la Bauhaus, un artista degenerado para los nazis, un creador, en suma, de obras de irresistible belleza.

Gelmeroda VIII, 1921. Whitney Museum of American Art, Nueva York. © Whitney Museum, N.Y.

Nacido el 17 de julio de 1871, en Nueva York, hijo de padres músicos, en 1887 se traslada a Europa e ingresa en la Kunstgewerbeschule de Hamburgo. Si en un principio parecía destinado al violín, sería, a la postre, la pintura la que lo sedujera. Un año más tarde, en el 88, se traslada a Berlín donde comienza a dibujar caricaturas en el Humoristische Blätter. Luego, sus magníficos dibujos satíricos aparecerían en revistas o periódicos como Ulk, Lustige Blätter, Le Temoin, o Chicago Sunday Tribune, para el que Feininger creó The kin-der-kids y Wee Willie Winkie´s World, esto es: algunas de las más tempranas muestras del cómic.

Tras los estudios en Berlín, el paso siguiente, obligado, era acudir a París, la meca del arte, donde en 1902 aprende en el estudio de Colarossi. Ya en 1908 regresa a Alemania y, en 1909, decide abandonar la caricatura, que, al fin y al cabo, considera un arte menor, a favor de la pintura. Con éxito, igualmente, pues en 1911 expone 6 cuadros en el Salon des Indépendants parisino. Es en París donde se enfrenta al cubismo, lo que le conduce a forjar su propio estilo. La arquitectura, los prismas, las iglesias góticas, las vistas urbanas, marinas, veleros, son los motivos que recorren su obra, las obsesiones que plasma en sus cuadros, con tinta, con acuarela, al óleo, mediante grabados… Y todo ello luciendo una pureza cristalina, logrando una transparencia cromática que dota a su obra de una belleza y sensibilidad exquisitas. Ha asumido la concepción órfica del color de Delaunay y la ha estructurado con las enseñanzas del constructivismo: ha definido, ya, su propio estilo, su propio idioma.

En el año 1912 trabará amistad con Kubin, Heckel y Schmidt-Rottluff, es decir, con Die Brúcke. Al año siguiente expone con Der Blaue Reiter en el Primer Salón de Otoño Alemán, aunque es en el 17 cuando Herwarth Walden organiza en la galería Sturm la primera exposición retrospectiva de sus obras: 111 pinturas que marcaron, en palabras del mismo Feininger, el cambio decisivo en su carrera artística. Sólo dos años más tarde Gropius invitaría al pintor a formar parte, junto con Klee o Kandinsky, de la Bauhaus, donde dirigió el taller de grabado, primero en Weimar y a partir del 26 en Dessau, a donde tuvo que trasladarse la escuela, hasta su cierre, acosada por el nazismo, en 1932.

Portada de The Chicago Sunday Tribune con imagen satírica de Lyonel Feininger, 29 de abril de 1906. Colección Achim Moeller, Nueva York

En 1924, como sucesor del grupo de Munich, había fundado Die Blaue Vier, junto a Jawlwnsky, Kandinsky y Klee, mas pronto la situación política se haría insostenible. En el 33 vuelve a Berlín, viaja a su país natal y, a partir del 38, ya se instala definitivamente en los Estados Unidos. Muere en el mismo Nueva York que le vio nacer, el 13 de enero de 1956.

Es muy difícil resumir visualmente esa vasta trayectoria, mas esta exposición de la Juan March lo procura con acierto. Es una “retrospectiva concentrada” que atiende al carácter primordial que el dibujo supuso en la obra del artista, y recupera sus depuradas y cristalinas pinturas de madurez, así como su transformación cromática alcanzada ya la vejez. Ordenada en tras secciones: La llegada a Europa de Lyonel Feininger, 1887-1906, Feininger en Europa, 1907-1937, y La vuelta a América de Lyonel Feininger, 1937-1956, la selección añade otra: La ciudad en los confines del mundo, 1912-1955, integrada por los ghosties que formaban esa ciudad “física” y fantasmagórica, esa comunidad juguetona o grotesca en la que el pintor trabajó durante buena parte de su vida.

Una maravillosa oportunidad para disfrutar de la obra de un artista pleno, brillante, luminoso, matizado y discreto que extrajo de las vanguardias lo más perdurable, lo más hermoso y sugerente que ofrecían.

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