Llamamiento de intelectuales franceses para un nuevo tratado de la U.E.

Banderas Unión Europea y señal de tráfico

Los autores piden una renegociación de los tratados que se articularía en torno a tres prioridades: soberanía, prosperidad e independencia estratégica.

 El pueblo británico ha expresado de modo soberano su voluntad de mantener el control de las decisiones que le atañen. Este voto valiente y masivo supone claramente una bofetada a la deriva tecnocrática en la que la actual Unión Europea se dejó encerrar durante al menos tres décadas, sobre la base de tratados que llevan el sello del neoliberalismo entonces triunfante (Acta Única, Tratado de Maastricht, Tratado de Lisboa) o del ordo-liberalismo alemán (Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza “TECG” de 2012).

Todo indica que en la mayor parte de los países europeos los ciudadanos ya no aceptan ser gobernados por instancias no elegidas, que funcionan con total opacidad. El voto británico puede ser una oportunidad: debe ser la oportunidad de reorientar la construcción europea, mediante la articulación de la democracia que vive en las naciones con una democracia europea aún por construir.

Solicitamos la reunión de una conferencia europea a partir del modelo de la conferencia de Mesina de 1955 que, tras el fracaso de la Comunidad Europea de Defensa, permitió encarrilar la construcción europea y preparar con eficacia el Tratado de Roma. Esta conferencia reuniría a los 27 estados, con un estatuto especial de observador para el Reino Unido.

Esta conferencia tendría como función la renegociación de los tratados en las tres cuestiones cruciales cuyo desconocimiento ha conducido al colapso de la actual construcción europea: la soberanía, es decir la democracia, la prosperidad y la independencia estratégica.

En primer lugar, devolver a la soberanía popular y a la democracia sus derechos en una Europa confederal producto del acuerdo y la cooperación entre las naciones; ello comporta una profunda reorganización de las competencias y, llegado el caso, del modo de designación de las instituciones europeas (Consejo, Comisión, Parlamento, Tribunal de Justicia, BCE). Se debería equipar sobre todo al Consejo Europeo, en el que radica la legitimidad democrática, dotándolo de servicios capaces de preparar y ejecutar sus decisiones. Asimismo el Parlamento Europeo debería emanar de los Parlamentos Nacionales a fin de que las competencias a él delegadas pudieran ser controladas democráticamente.

A continuación, devolver a la economía europea las llaves de la prosperidad revisando en profundidad las reglas actuales en materia de política económica y monetaria. El paradigma neoliberal –la creencia en la eficiencia de los mercados- no puede sustituir la definición de políticas industriales y de un encuadre social. El modelo mercantilista alemán (con un superávit externo próximo al 10% del PIB) no es extrapolable a los demás países, en especial a los de Europa del Sur. Es necesario redefinir un modelo europeo de desarrollo aceptable para todos los europeos.

Por último, se debe dotar a Europa de la capacidad estratégica que le ha faltado siempre desde el principio. Así nos acercaríamos a la “Europa europea” del general De Gaulle. Para ello será preciso reanudar el diálogo con Rusia, país europeo imprescindible para el establecimiento de una seguridad necesaria a todas nuestras naciones y definir políticas ambiciosas y coherentes de co-desarrollo con respecto a África y Oriente Medio.

Estas son las tres claves del futuro de Europa. Estamos convencidos de que corresponde a Francia lanzar esta gran iniciativa que propondrá volver a colocar a la Unión Europea sobre sus pies. Los pueblos europeos, no solo el nuestro, lo esperan. Faltaríamos a nuestro deber de ciudadanos franceses así como de europeos si no actuásemos para que Francia se sitúe a la vanguardia de esta gran tarea.

Hacemos un llamamiento a todos los que rechazan la reducción del terreno del futuro a trabajar por reorientar la construcción europea sobre estas nuevas bases.

Relación de firmantes: Marie-Françoise Bechtel, Guillaume Bigot, Jean-Pierre Chevènement, Gabriel Colletis, Éric Conan, Franck Dedieu, Alain Dejammet, Éric Delbecque, Jean-Pierre Gérard, Christophe Guilluy, Loïc Hennekinne, Paul Jorion, Jean-Michel Naulot, Michel Onfray, Natacha Polony, Jean-Michel Quatrepoint, Emmanuel Lévy, Benjamin Masse-Stamberger, Claude Revel, Henri Sterdyniak, Jacques Sapir, Paul Thibaud.

 Manifiesto publicado en Le Figaro
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