El confinamiento debido a la pandemia me ha dado la oportunidad de leer una serie de nuevos libros sobre economía, incluidos algunos marxistas. Parece que muchos economistas destacados han publicado nuevos trabajos en los últimos dos meses. En las próximas semanas propondré algunas reseñas.
Comienzo hoy con Capitulación entre adultos[1], de Éric Toussaint, publicado en francés y griego en marzo de 2020 y que estará disponible en inglés antes de fin de año. Éric Toussaint nos devuelve al corazón de la crisis de la deuda griega, cuando la Troika (Comisión Europea, BCE y FMI) trató de imponer un programa de austeridad drástica al pueblo a cambio de una «operación de rescate» dirigida a cubrir las deudas contraídas por los bancos y el gobierno griegos con acreedores extranjeros, cuando las posibilidades de endeudamiento del país en los mercados se agotaban y el gobierno avanzaba hacia el incumplimiento en los pagos.
A principios de 2015, el pueblo griego eligió a la cabeza del Estado al partido izquierdista Syriza, que abogaba por la resistencia a las medidas de austeridad. El nuevo primer ministro Tsipras nombró al ministro de finanzas Yanis Varoufakis, un reconocido economista de izquierdas, para negociar un acuerdo con la Troika. Como sabemos ahora, Varoufakis no logrará persuadir a la Troika y a los líderes de la Unión Europea de que abandonen sus exigencias austeritarias. Tsipras convocó un referéndum, mediante el cual preguntó al pueblo griego si debía cumplir con dichas exigencias. A pesar de una campaña mediática por parte de la prensa capitalista, de las terribles amenazas de la Troika y del estrangulamiento de la economía griega y sus bancos por parte del BCE, el pueblo griego votó con un 60% favorable al rechazo el programa del Troika. Sin embargo, inmediatamente después de esta votación, Tsipras cedió ante la Troika haciendo suyas sus exigencias.
El ministro de Hacienda, Varoufakis, dimite. Más tarde escribiría un relato de estas negociaciones con la Troika, titulado Comportarse como adultos. Mi batalla contra el establishment europeo[2]. Éric Toussaint también estaba en Grecia en ese momento. Coordina el trabajo de la Comisión de Auditoría de la deuda creada por la presidenta del Parlamento griego en 2015 para analizar la naturaleza de la deuda que Grecia debía saldar con los bancos europeos, los fondos especulativos y otros gobiernos: «Viví tres meses en Atenas, entre febrero y julio de 2015 y, en el marco de mi trabajo de coordinador científico de la auditoría de la deuda griega, estuve en relación directa con una serie de miembros del gobierno de Alexis Tsipras” (p. 17 ndt). Toussaint también informa sobre estos acontecimientos, y su relato difiere significativamente del de Varoufakis, ya que constituye una crítica devastadora de la estrategia y las tácticas del gobierno de Syriza y Varoufakis en 2015.
¿Lo que pasó tiene todavía importancia? Para Toussaint, la respuesta es sí, porque podemos aprender lecciones importantes de la crisis de la deuda griega. La opinión generalizada hoy es que Syriza no tenía más remedio que someterse a la Troika, sin lo cual los bancos griegos se habrían derrumbado, la economía se habría hundido y Grecia habría sido expulsada de la Unión Europea, que habría dejado a Grecia apañárselas completamente sola. El periodista británico de radio y prensa Paul Mason, por ejemplo, clasificado más bien a la izquierda en el tablero de ajedrez político, escribió en 2017: «Todavía creo que Tsipras tenía razón al inclinarse ante el ultimátum de la Unión Europea y que Varoufakis estaba equivocado con su estrategia basada en la teoría de juegos ”.
Toussaint rechaza el escenario TINA (There is no alternative, No hay alternativa), y defiende que había otra opción para Syriza. Critica en particular a Varoufakis, sin embargo Ministro de Hacienda, por no haber identificado este otro camino, o al menos por no haberlo tomado. Desde el punto de vista de Toussaint, Varoufakis partió de la premisa de que tenía que persuadir a los miembros de la Troika para que se comportaran como «adultos» a fin de obtener de ellos un compromiso razonable. Desde el comienzo del proceso, Varoufakis opuso a la Troika contrapropuestas completamente mínimas: “Varoufakis garantizó a sus interlocutores que el gobierno griego no pedía una reducción del stock de la deuda y que no había cuestionado la legitimidad o legalidad de las acreencias reclamadas a Grecia” (p. 14) . Nunca reivindicó el derecho y la determinación del gobierno griego de auditar la deuda griega, dice Toussaint.
Varoufakis no solo declaró que el gobierno que representaba no denunciaría las privatizaciones que se habían orquestado desde 2010, sino que allanó el camino para que otras tuvieran lugar. Luego, en efecto, repitió a los líderes europeos que el 70% de las medidas previstas por la Troika en su protocolo de acuerdo (memorando) eran aceptables. Mientras Varoufakis conversaba «entre adultos» a puerta cerrada, el gobierno de Syriza continuó pagando varios miles de millones de euros de deuda entre febrero y finales de junio de 2015, incluso cuando la Troika no había puesto un solo euro sobre la mesa. Las finanzas públicas continuaban vaciándose, principalmente en beneficio del FMI.
Cuando acordaron con la Troika prolongar el segundo protocolo de acuerdo (memorándum) a fines de febrero de 2015, Varoufakis y el círculo más allegado a Tsipras nunca mostraron ninguna determinación de actuar si los acreedores se negaban a hacer concesiones, mientras que estos últimos solo mostraban desprecio por el gobierno griego.
Sobre todo, agrega Toussaint, los ministros del gobierno de Syriza no se tomaron el tiempo para salir y encontrarse con el pueblo griego, hablar en las concentraciones en las que estaban presentes otros representantes de la población griega. No recorrieron todo el país para reunirse y hablar con las y los votantes, para explicar qué se tramaba durante estas negociaciones o qué medidas pretendía tomar el gobierno para combatir la crisis humanitaria y relanzar la economía nacional. No trataron en absoluto de pedir el apoyo de las y los trabajadores de Europa y otros lugares: Varoufakis y los demás ministros griegos involucrados continuaron por el camino de la diplomacia secreta a puerta cerrada, alentando así a la Troika a «mantener las peores prácticas de chantaje».
Estas negociaciones culminaron el 5 de julio de 2015 con la celebración del referéndum. Tsipras claramente esperaba del pueblo griego que se doblegara y aceptara las demandas de la Troika bajo la presión de los medios y la amenaza de un desastre económico y la expulsión de la UE. Pero no fue así como sucedió. Toussaint afirma que los resultados del referéndum fueron la oportunidad soñada para movilizar al pueblo de Grecia contra el chantaje y el ultimátum de la Troika y responder suspendiendo los pagos de la deuda en espera de una auditoría. El gobierno debería haber anunciado la nacionalización de los bancos y poner en marcha medidas que hubieran permitido detener la fuga de capitales y tomar el control del sistema de pagos.
Como señala Toussaint: Cuando una coalición electoral o un partido de izquierdas llega al gobierno, “no se obtiene el poder real, ya que el poder económico -que pasa por la posesión y el control de los grupos financieros e industriales, de los grandes medios de comunicación privados, del gran comercio, etc- permanece en manos de la clase capitalista, el 1% más rico. Esta clase capitalista controla el Estado, el poder judicial, los ministerios de Economía y Finanzas, los bancos centrales, las grandes instancias de decisión…” (p. 18).>
Estos escollos fueron ignorados, e incluso negados, por los miembros del gobierno de Syriza, incluido su carismático ministro de finanzas, que asumió que los representantes del capital en el seno de la Troika podrían ser convencidos de actuar razonablemente, como adultos. Omitieron la verdadera naturaleza de esta lucha, que es una lucha de clases, a pesar de que estaba en el centro del conflicto que les oponía. Como subraya Toussaint: “En realidad, una de las estrategias principales del gobierno de Syriza fue evitar la confrontación con la clase capitalista griega, y eso le llevó a la derrota. No fue solo que ni Syriza ni el gobierno trataron de buscar el apoyo de la movilización popular contra la burguesía griega, incondicional de las políticas neoliberales de la UE, sino que además se llevaron a cabo políticas de abierta conciliación con la misma”(p. 270)».
Toussaint propone en su trabajo otra estrategia. El gobierno de Syriza“debería haberse comprometido resueltamente en la vía de la desobediencia a los tratados europeos y a las imposiciones de los acreedores, pasando a la vez a la ofensiva con respecto a los capitalistas griegos. A éstos se les hubiera debido hacer pagar impuestos y multas, en especial al sector de los armadores navales, de las finanzas, de la gran distribución. También era importante hacer pagar impuestos a la iglesia ortodoxa, principal terrateniente del país. Con el fin de consolidar estas políticas, el gobierno debería haber alentado el desarrollo de un proceso de autoorganización a partir de colectivos en lucha ya existentes en numerosos ámbitos (por ejemplo, los dispensarios de salud autogestionados para hacer frente a la crisis social y humanitaria, o las asociaciones que trabajaban para satisfacer las necesidades alimentarias de las personas más precarias)” (p. 271).
Esto nos lleva a la pregunta de si Grecia debería permanecer en el seno de la Unión Europea. Hasta el referéndum, aparte del Partido Comunista, ninguna fuerza política estaba considerando abandonar la Unión Europea como solución a la crisis. La mayoría de las y los griegos no lo querían. Pero la capitulación de Syriza dividió el liderazgo del partido y los que se opusieron (excepto Varoufakis) pidieron basar una solución política y un programa en un Grexit. En elecciones posteriores, estos grupos disidentes no ganaron escaños en el Parlamento y el gobierno de Tsipras permaneció intacto.
Según Toussaint, el gobierno de Syriza debería haber invocado el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea para salir de ella, al igual que hizo el gobierno británico posteriormente para lograr abandonar la Unión después del referéndum de 2016. El autor estima que el uso de este instrumento le habría dado a Grecia dos años para negociar con la UE y al mismo tiempo rechazar cualquier reembolso de la deuda. No estoy seguro de que esta táctica hubiera funcionado bien. Como señala Toussaint, ningún miembro de la UE puede ser expulsado y existen pocas sanciones que la UE pudiera imponer a un gobierno griego, cualquiera que fuera, aparte de bloquear el acceso al crédito por el BCE, una sanción que ya estaba afectando a Grecia. Al solicitar la aplicación del Artículo 50, Syriza le habría dado a la gente la impresión de que el gobierno tenía la intención de abandonar deliberadamente la UE (lo que la mayoría de los griegos rechazaba) y les habría dado a los líderes de la UE una oportunidad muy conveniente para deshacerse de Grecia, una opción que el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schauble, contemplaba con buenos ojos, según el relato de Varoufakis.
En los artículos que publiqué en mi blog durante la crisis griega, defendí la idea de que el gobierno de Syriza debería haberse negado a pagar la deuda, que había sido contratada por bancos griegos y grandes empresas, movilizar la población para ocupar y tomar el control de los lugares de trabajo, bloquear los flujos financieros de los ricos y las empresas y pedir el apoyo del movimiento sindical europeo frente a las políticas implementadas por sus gobiernos. Dejar a estos gobiernos intentar echar a Grecia, pero sin darles las armas constitucionales para hacerlo.
En su libro, Toussaint se centra principalmente en el papel de Varoufakis, no por ninguna animosidad personal, sino porque este marxista errático, como se define a sí mismo, estaba en el centro de los acontecimientos y que él sacó de ellos un balance personal particularmente vendible. Varoufakis fundó un partido político paneuropeo, DIEM 25, y finalmente fue reelegido al parlamento griego en las elecciones de 2019, en las que el partido conservador regresó al poder.
¿Por qué Varoufakis, Ministro de Finanzas, desde el principio, trató de persuadir a los líderes de la Troika para que actuaran razonablemente en lugar de movilizar a la población griega contra sus exigencias? Creo que la respuesta se encuentra en la opinión que Varoufakis tiene de los medios del socialismo para lograr sus ambiciones. Antes de ser nombrado al Ministerio de Finanzas por Tsipras, era profesor universitario y no era miembro de Syriza. Entonces escribía: «Como ven, en definitiva no hay un ambiente propicio para políticas socialistas radicales. Por otro lado, es la responsabilidad histórica de la izquierda, en esta coyuntura particular, estabilizar el capitalismo, salvar al capitalismo europeo de sí mismo y de la inevitable crisis a la que nos arrastran los ineptos gestores de la zona euro». Había escrito con el académico sociodemócrata Stuart Holland y su colega cercano y amigo postkeynesiano James Galbraith una modesta proposición para resolver la crisis de la eurozona, de la que orgullosamente proclamó que»no contiene un gramo de marxismo».
Nuestro marxista errático consideraba que su tarea como Ministro de Finanzas griego era «salvar al capitalismo europeo de sí mismo para limitar el costo humano superfluo de esta crisis, las innumerables vidas cuyas esperanzas serán decepcionadas sin el menor beneficio para las futuras generaciones de europeos”. Aparentemente para Varoufakis, el socialismo no puede ser suficiente para la tarea porque «actualmente no tenemos un sistema socialista operativo capaz de colmar el abismo que el capitalismo europeo dejaría al hundirse»… Cuando dice «nosotros», él designa a las y los trabajadores, pero especialmente a sí mismo.
Varoufakis fue aún más lejos: «Un análisis marxista del capitalismo europeo y el estado actual de la izquierda nos obliga a trabajar para lograr una amplia coalición, incluso con figuras de derechas, cuyo objetivo sería resolver la crisis de la zona euro y estabilizar la Unión Europea … ¡Paradójicamente, aquellos de nosotros que detestamos la zona euro tenemos la obligación moral de salvarla!»Fue así como hizo campaña por su Modesta Propuesta para Europa con»personas como periodistas de Bloomberg y el New York Times, miembros conservadores del Parlamento británico, financieros preocupados por el lamentable estado de Europa».
En Capitulación entre adultos, Éric Toussaint saca a la luz de forma acerba el obstinado enfoque del marxista errático, una lectura dolorosa sobre muchos aspectos, relatando el autor a lo largo de los capítulos los lastimosos progresos de Varufakis, cuando los hay. En una reciente entrevista, Varoufakis ha respondido a la pregunta de “¿qué habría hecho Vd de forma diferente con las informaciones de las que disponía entonces?».
– Creo que debería haber sido mucho menos conciliador con la Troika. Debería haber sido mucho más duro. No debería haber estado buscando un acuerdo interino. Debería haberles planteado un ultimátum: O reestructuramos la deuda o nos vamos del euro hoy«.
Desafortunadamente, no tiene mucho sentido tener razón a posteriori, excepto para evitar cometer los mismos errores cuando surja otra oportunidad. Esta es la razón por la cual el trabajo de Toussaint debería servirnos como guía. Mientras tanto, la población griega se enfrenta a una nueva ola de austeridad y depresión económica a la salida de la crisis del coronavirus, que sigue a los terribles años que precedieron y siguieron a la capitulación de 2015. El FMI prevé que ¡el PIB de que ¡el PIB de Grecia en 2020 estará en el nivel que había alcanzado hace 25 años!
Traducción: Alberto Nadal en Viento Sur.
Libros relacionados:
Notas:
[1] Publicado en español Éric Toussaint Capitulación entre adultos. Grecia 2015: Una alternativa era posible. Ed. El Viejo Topo. 2020. De él está tomada la traducción de las las citas ndt.
[2] anis Varoufakis. Comportarse como adultos. Mi batalla contra el establishment europeo. Ediciones Deusto. 2017. ndt.