La larga depresión y el futuro del capitalismo

La larga depresión y el futuro del capitalismo

Foto de portada: Una pintura mural apareció en las calles de Nueva York en agosto de 2009 ilustrando al «eje del mal». En ella vemos representados al ex secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson, al presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, y al presidente de la Comisión de Valores (SEC) de Estados Unidos, Christopher Cox. Foto: Emmanuel Dunand

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La larga depresión

Libro del autor recomendado

Está por salir tu nuevo libro. En la presentación del mismo se afirma que “la economía global sigue padeciendo una depresión”. Considerando que la mayoría de los analistas de la economía mundial se refieren técnicamente a la Gran Recesión para abarcar el período de 2008/09, seguido por un crecimiento extremadamente débil de la economía mundial, ¿cuáles son los elementos que te llevan a definir la crisis actual como una «depresión»?

—En mi libro intento hacer la distinción entre la generalmente llamada “recesión normal”, y una depresión. La producción capitalista no se expande de una manera armoniosa, con crecimiento constante de la inversión, el producto, los ingresos y el empleo. El ciclo de alzas y bajas (cuando la inversión colapsa y el producto y el empleo se contraen) usualmente ocurre cada 8-10 años en las economías modernas. El grado de contracción varía.

Sin embargo, en la historia del capitalismo industrial moderno de los últimos 150 años, hubo unas pocas veces en las que la contracción fue muy profunda y duradera y la “recuperación” posterior es tan débil que las tasas previas de crecimiento en el producto y el empleo nunca se restablecen. Estos períodos son los que defino como “depresiones” en el libro. El capitalismo (y el resto de nosotros) ha sufrido tres de estas depresiones en los últimos 150 años. La depresión de finales del siglo XIX (1873-1890); la Gran Depresión de los años ‘30 (1929-1942) y lo que ahora llamo la Larga Depresión (2008-20??).

Las recesiones ocurren regularmente por lo que yo llamo el ciclo de la rentabilidad. Lo que define si las compañías capitalistas invierten es si esperan realizar ganancias de lo producido o no. Las compañías no invierten ni producen cosas o proveen servicios para satisfacer lo que la gente necesita. Eso es secundario. El capitalismo es un modo de producción orientado a hacer dinero y ganancias. Sin ganancia, no hay inversión, ni por tanto producción. Esto crea una contradicción fundamental en el proceso capitalista de inversión y producción.

Michael Roberts

Michael Roberts

Los capitalistas solo pueden obtener ganancias empleando la sangre, el sudor y esfuerzo de los trabajadores que no poseen nada más que su capacidad de trabajar. Y los capitalistas están compitiendo unos contra otros en el mercado para vender los productos o servicios por la máxima ganancia. Esto los fuerza no solo a intentar estrujar los salarios al mínimo y hacer que los asalariados trabajen tanto y tan duro como sea posible. Los capitalistas también intentan introducir máquinas ahorradoras de trabajo que disminuyan la dotación de la fuerza de trabajo al mismo tiempo que incrementan la productividad de los trabajadores remanentes. Los costos por unidad de tiempo se reducen y los capitalistas con el último grito de la tecnología ahorradora de trabajo pueden tener mayores ganancias que sus competidores en el mercado.

Pero si todos introducen la misma tecnología, esto significa que la fuerza de trabajo se reduce en relación al valor de la maquinaria que está siendo empleada. Por un lado la productividad de la fuerza de trabajo se está incrementando, pero por otro lado el valor extraído a la fuerza de trabajo tiende a encogerse (relativamente). Por lo tanto hay una tendencia para que la tasa general de ganancia obtenida de los desembolsos en tecnología y fuerza de trabajo caiga. Esta es la contradicción fundamental de la producción capitalista porque esta se realiza con miras a la ganancia, no a las necesidades. Los capitalistas invierten para estimular la ganancia; esto estimula la productividad y la producción, pero pasado un tiempo la rentabilidad sobre el capital invertido empieza a caer. En un cierto punto, más inversión significa menos ganancia y los capitalistas dejan de invertir y ocurre un desplome. Como dije, esto parece ocurrir cada 8-19 años aproximadamente.

Pero más que esto, la tendencia de la tasa de ganancia a caer a medida que se desarrolla el capitalismo a lo largo del mundo eventualmente conduce a una caída de largo plazo. La rentabilidad del capital en las principales economías era mucho más alta en el siglo XIX o a finales de la II Guerra Mundial de lo que es hoy. Esto es un indicador de que el capitalismo tiene una duración limitada en la historia de la organización social de la humanidad. Pero la rentabilidad no cae en línea recta. Hay períodos en los que la rentabilidad del capital aumenta (por más de dos décadas) y luego períodos en los que cae (por más de dos décadas). Una depresión ocurre (cada 50-70 años más o menos) por una conjunción de contradicciones: una reducción gradual en la rentabilidad, disminución en los precios de los productos, el colapso de una burbuja financiera e inmobiliaria; es decir que una serie de cosas confluyen para convertir una recesión en una depresión, como hemos visto desde 2008.

—¿Cómo caracterizas el período de crisis de los años ‘70 y la recuperación posterior, que hasta hace poco era convencionalmente definida como la Gran Moderación?

—La II Guerra Mundial permitió una masiva destrucción de valor del capital (no solo física como en Europa y Japón) sino también de valor como en los EE. UU., así como un marcado incremento en la tasa de explotación. Como resultado después de la guerra, la tasa de ganancia en EE. UU. y eventualmente en todos los demás lugares era muy elevada, y las nuevas tecnologías desarrolladas durante la guerra junto a la disponibilidad de masiva fuerza de trabajo excedente y crédito de las finanzas del dólar estadounidense sentaron las bases para un largo boom (1946-65). Pero eventualmente la ley de Marx de la rentabilidad comenzó a ejercer su influencia y la tasa de ganancia cayó marcadamente desde 1965, culminando en dos recesiones importantes en 1974/5 y 1980/2. Estos desplomes debilitaron a la clase trabajadora, y crearon la oportunidad para que la clase dominante impusiera las políticas neoliberales de leyes contra el trabajo, recortes de gasto público, bajas de impuestos para las corporaciones, relajamiento de las regulaciones a las finanzas, etc. La rentabilidad aumentó desde comienzos de los ‘80 hasta fines de los ‘90; se extendió la globalización del capital y tuvimos la Gran Moderación. Sin embargo, esto no podía durar, y la ley de Marx comenzó a dominar nuevamente desde fines de los ‘90, conduciendo finalmente a la Gran Recesión, como expliqué antes.

10_BailoutPeople_rtrEn tu blog (thenextrecession.wordpress.com) has planteado como probable una recesión en EE. UU. en 2017. ¿Cuáles son las contradicciones estructurales que observas en la economía norteamericana y qué relación tendrían con un proceso recesivo el año próximo?

—Para ser más precavido en el pronóstico (una tarea difícil, algunos dirían imposible), vengo planteando que otra recesión o desplome ocurrirá probablemente en uno o tres años. Digamos que hay una probabilidad de 20 % de que ocurra en 2016, pero una de 75 % de que haya tenido lugar para 2018. Creo que esto ocurrirá porque la inversión capitalista permanece globalmente demasiado débil para restablecer el crecimiento del producto y del empleo a nivel global. Efectivamente, mes a mes, las agencias internacionales como el FMI o la OCDE o el Banco Mundial, revisan a la baja sus pronósticos para el crecimiento del producto global para el próximo año. Incluso EE. UU., que logró la mejor recuperación relativa desde la Gran Recesión de 2008/09, está creciendo en términos reales poco más que 2 % al año, comparado con su promedio de largo plazo de 3,3 % al año. Europa a duras penas crece por encima del 1 %, al igual que Japón. China, el gran milagro de crecimiento de los últimos 30 años con crecimiento anual a dos dígitos, está batallando para crecer por arriba del 5-6 % anual, mientras que las otras grandes “economías emergentes” como Brasil, Rusia y Sudáfrica, están en recesión.

El fracaso para recuperarse se debe mayormente a dos contradicciones estructurales. La primera es que la rentabilidad del capital no se restableció a sus niveles previos de antes de la Gran Recesión. E incluso entonces, la rentabilidad de las principales economías estaba en una onda descendente desde el pico de finales de los años ‘90 y ahora está bien por debajo del nivel de rentabilidad alcanzada en la llamada Época dorada del capitalismo de posguerra (1948-1965). Esto mantiene la inversión baja y por tanto el crecimiento de la productividad es muy débil y no hay pleno empleo. El capitalismo puede salir de esta situación de baja productividad solo de una forma: recortando el costo del capital. Pero esto significa cerrar viejas plantas y equipos, dejando que las empresas capitalistas quiebren, barrer sus activos y dejar en la calle a sus trabajadores (en otras palabras otro desplome).

Segundo, uno de los mayores disparadores o causas de la Gran Recesión fue la gigantesca expansión del crédito y la especulación en bienes raíces e instrumentos financieros antes del crash en 2007/08. Esta fue una respuesta de los capitalistas a la caída en la rentabilidad del capital productivo señalada arriba. Los inversores se volvieron hacia los mayores retornos en la especulación financiera o en lo que Marx llamó el “capital ficticio”, la propiedad en acciones y bonos de una porción de lo que el capital productivo puede tener de ganancia. Cuando los bancos colapsaron porque este capital ficticio resultó ser simplemente eso –ficticio–, los gobiernos tuvieron que intervenir y salvarlos. La alternativa habría sido una recesión aún más profunda. Pero esto significó que los gobiernos debieron emitir más deuda y aumentar los ingresos por impuestos y los recortes en gasto público y provisión de servicios. El capitalismo fue salvado (aunque aún se arrastra) por las fuertes inyecciones de dinero y crédito de los gobiernos y bancos centrales. Como resultado, la deuda total (privada y pública) no cayó globalmente, al contrario, aumentó aún más.

Así que, el capitalismo se encuentra en un estado de baja rentabilidad e inversión y deuda elevada. Esa es la combinación para la débil recuperación. Todos los intentos de los bancos centrales y gobiernos para poner en marcha las economías han fracasado. La depresión solo puede ser quebrada por otra caída que permita librarse del capital “improductivo” y reduzca la carga de la deuda mediante defaults. ¡Lo peor está por venir!

—En la recuperación en EE. UU. pos crisis de 2008/09, se observa una divergencia bastante notable entre el desempeño de los servicios (y las finanzas) y la producción industrial. ¿Cómo analizas esa situación?

—Sí, en cada una de las economías más desarrolladas, los sectores de los llamados servicios domésticos lo están haciendo mejor que los sectores industriales y manufactureros. Eso es porque los hogares y consumidores todavía pueden pedir prestado a muy bajas tasas de interés y así gastar más aunque el crecimiento salarial sea débil. Eso ayuda a la venta minorista, los servicios, la construcción, sector inmobiliario, etc. Pero el crecimiento del sector manufacturero –que es clave– es muy débil e incluso está cayendo: hay limitada inversión aquí y el comercio mundial se ha estancado. ¿Impulsarán los sectores de servicios al manufacturero o viceversa? Este último es menor como proporción del PBI, pero sin embargo es la fuerza más importante para impulsar la inversión en activos productivos y la productividad. La inversión es lo que importa, no los consumidores yendo a las tiendas.

Occupy Wall Street protesters join a labor union rally in Foley Square before marching on Zuccotti Park in New York's Financial District in 2011. A new report shows that wealth inequality between whites and nonwhites grew during the Great Recession.

Ocuppy Wall Street se une a una manifestación sindical en Nueva York en 2011. Un nuevo informe muestra que la desigualdad de la riqueza entre blancos y no blancos creció durante la Gran Recesión.

—¿Qué opinas del debate sobre el estancamiento secular?

—El estancamiento secular es una explicación de la actual Larga Depresión desde el ala keynesiana de la economía mainstream. Esto lo cubrí con gran detalle en varios posts de mi blog. Se trata de un regreso a la idea de que lo que está mal en el capitalismo ahora es que está sufriendo de una carencia de demanda de bienes, y que está atrapado en una “trampa de liquidez”, en la que incluso tasas de interés muy bajas o de cero por ciento no pueden hacer que la economía arranque porque la inversión se mantiene retraída. Los exponentes de esta teoría sostienen que en condiciones de estancamiento secular (de largo plazo), las continuas inyecciones de dinero o tasas de interés bajas solo generarán más burbujas crediticias en el mercado de acciones, y no conducirán a ninguna recuperación real. Lo que se necesita es estímulo fiscal e inversiones. Eso es correcto, pero los teóricos del estancamiento secular no explican por qué hay estancamiento (solo ha ocurrido). La razón, como expliqué antes, es la baja rentabilidad y elevada deuda. También estancamiento implica un ritmo bajo y sin fin debido a la baja productividad y el enlentecimiento del crecimiento poblacional. No hay una comprensión del rol de la ganancia y como afecta la inversión en esta teoría.

 

—¿Cómo ves que podría darse una suficiente destrucción de valor de capital que abra las puertas de una verdadera recuperación económica?

—Nada es permanente. No existe la crisis permanente en el capitalismo ni en ningún sistema. Yo sostengo que para que el capitalismo salga de esta Larga Depresión tendrá que ocurrir una nueva recesión que permita que se incremente la rentabilidad y disminuya la carga de deuda. Pero entonces los capitalistas podrán empezar a aumentar la inversión, particularmente en las estimulantes nuevas tecnologías como inteligencia artificial, robots, medicina genética, nanotecnología, impresoras 3D, autos sin conductor, etc.

El capitalismo podría ingresar en una onda ascendente de la rentabilidad y el crecimiento que podría durar 20 años. Pero sí, esto solo es posible después de una destrucción de valor de capital de grandes proporciones, no vista desde la II Guerra Mundial (aunque en esta ocasión no sea mediante una guerra). Y esto solo es posible si la clase obrera en las economías capitalistas más importantes no hace nada para reemplazar al sistema capitalista a través de la lucha de clases.

—¿Cómo imaginas una destrucción equivalente a la de la guerra, sin guerra? ¿Por qué descartas un escenario de guerra?

—Sí, yo creo que es posible que el capitalismo se recupere y logre otra “edad dorada” sin atravesar otra guerra (por supuesto, todos los días hay guerras en todas partes bajo el dominio imperialista). La depresión de fines del siglo XIX terminó sin una guerra, aunque la recuperación en la década de 1890 y posterior estuvo basada en el enfrentamiento entre las potencias imperialistas por colonias que finalmente condujo a la I Guerra Mundial. Pero como ya dije, la actual Larga Depresión no va a terminar sin una nueva recesión como mínimo. Si no hay acción de la clase trabajadora en las economías más ricas, las clases dominantes lograrán revivir sus economías nuevamente sobre las espaldas de los trabajadores.

De todos modos, la rivalidad entre las potencias imperialistas se va a intensificar, con el conflicto con China e India convirtiéndose en central desde el 2020 en adelante. Pero la clase dominante estadounidense y sus aliados desearían evitar una guerra mundial (no es buena para los negocios), y esta solo podría ocurrir si un régimen fascista o militar llegara al poder en EE. UU., Japón, etc.

—Un debate importante en los últimos tiempos es cuál es el futuro de China, si va camino de convertirse en una gran potencia o se trata de una economía grande y dinámica pero que continúa siendo dependiente y dominada por el imperialismo. ¿Cómo caracterizarías el lugar que ocupa hoy China en el sistema mundial capitalista, y qué perspectiva le ves? Y, relacionada con ésta, ¿cuál consideras que fue su rol en sostener el crecimiento global desde 2009 hasta hoy?

La larga depresión y el futuro del capitalismo—Vengo discutiendo sobre el rol de China y sobre el imperialismo en general recientemente en mi blog, con comentarios de varios lectores. China ha sido un milagro económico, creciendo más rápido y por más tiempo sostenido que cualquier otra economía en la historia humana, sacando de la extrema pobreza a cientos de millones de personas desde 1949. Es ahora el principal manufacturero global y la segunda economía del mundo en términos de Producto Bruto Interno (pero no en producto per cápita). Esto fue posible gracias a la expropiación de los terratenientes y de los capitalistas lacayos del imperialismo durante la revolución y guerra civil de 1946/9. Una economía que es mayormente de propiedad estatal con un plan nacional de inversiones, se probó como la vía más exitosa que el capitalismo podía tener en China. La apertura de secciones de la economía a la inversión extranjera capitalista, mientras que el Estado se mantuvo como dominante, también sacó la economía adelante desde los años ‘80. Pero un mayor crecimiento se encuentra obstaculizado por un régimen autoritario que no permite reformas democráticas y juega con la idea de moverse completamente hacia la dominación capitalista de la economía con sus líderes como multimillonarios.

El desarrollo de posguerra en China fue el resultado del fracaso (hasta ahora) del imperialismo de lograr el control de la economía china. El Estado y los burócratas del partido todavía dominan la inversión, el empleo y el comercio, para disgusto de los economistas y gobernantes de Occidente. Durante esta Larga Depresión, la economía china, que mantiene mayoría de propiedad y control estatal, contribuyó con el grueso del crecimiento económico global mientras que las potencias occidentales flaquearon. Pero la debilidad del crecimiento global y la mayor influencia de los funcionarios favorables a las políticas procapitalistas en China condujeron a un gran enlentecimiento que amenaza el progreso futuro de su economía.

¿Consideras que el capital puede lograr nuevas fuentes de mano de obra barata al nivel de lo que fue China? ¿Cuáles?

—El capitalismo está siempre buscando nuevas vías para extraer valor de la población trabajadora. La globalización de la fuerza de trabajo bajo el modo de producción capitalista desde 1980 fue un factor poderoso para contrarrestar la caída de la rentabilidad del capital que las grandes economías imperialistas sufrieron en los ‘70. Explotar nuevas fuentes de fuerza de trabajo en Asia, América Latina, África y las economías pos-soviéticas fue significativo. Y el ejército de reserva de fuerza de trabajo en campesinos, trabajadores rurales y subempleados urbanos no se encuentra aún agotada. No hay nada como la fuerza de trabajo de China, aunque esta no puede ser utilizada plenamente para la ganancia capitalista de todos modos. Pero aún hay más valor para extraer en India, Burma, Vietnam, Indonesia, Brasil, Africa, etc. El capitalismo no está muerto aún.

 

Entrevista publicada originalmente en Ideas de izquierda, realizada por Paula Bach y Esteban Mercatante
Traducción: Esteban Mercatante