
Pensaban que abril iba a ser un placentero mes para Hillary Clinton con la carrera ya decidida, pero Bernie Sanders, un socialista que habla contra los ricos de Wall Street, puede derrotarla hoy martes en Nueva York, la ciudad considerada el corazón del capitalismo. Si lo consigue habrá dado un importante paso en su carrera a la nominación. Si pierde por un margen pequeño no será su fin. Las dos últimas encuestas a nivel nacional lo ponen dos puntos porcentuales por delante de Hillary Clinton, faltando todavía las primarias de Pennsylvania y California, en donde hay un gran número de delegados en juego.
Las últimas encuestas en Nueva York dan una ventaja mínima a Hillary Clinton, pero en los últimos días ha habido una gran movilización ciudadana en apoyo a la candidatura de Bernie Sanders. Los activistas de Occupy Wall Street regresaron simbólicamente al parque Zuccotti para apoyarlo. Una multitud (27.000 personas) llenó Washington Square en el Village para escucharlo, mientras Clinton se ha limitado a actos pequeños con gente pudiente económicamente. La semana pasada Sanders lo hizo mejor en un debate televisivo organizado por la CNN, cuando fue premiado con gritos de Bernie Bernie cuando Clinton iniciaba su última intervención. El sábado miles de ciudadanos se concentraron de nuevo en Unión Square en su apoyo.
¿Cómo es posible que un político que habla de hacer una revolución contra los intereses especiales que gobiernan Estados Unidos tenga tanto éxito en la sede de la elite financiera, en la ciudad símbolo del capitalismo?
Sanders es un neoyorquino. Creció en Brooklyn, en la calle 26, en una familia pobre de inmigrantes judíos que huían del nazismo. Conoce bien la ciudad. Él sabe que detrás de los destellos resplandecientes de la Quinta Avenida de las películas de Hollywood hay una ciudad anónima en la que viven trabajadores. Sabe que el socialismo pertenece a la tradición de esta ciudad. En Nueva York coexisten el condado más rico de Estados Unidos con el más pobre. Los billonarios y millonarios de Central Park con cientos de miles de indocumentados de Queens y Bronx, obligados a trabajar por sueldos que no llegan para mantener una vida digna. La ciudad no escapa a la propia naturaleza del capitalismo.
La semana pasada 30 mil trabajadores de Verizon, una corporación de comunicación, fueron a la huelga. Era la mayor de los últimos años. Pedían mejores salarios y seguridad en sus empleos. Sanders visitó a los piquetes de huelga en muestra de apoyo. Era un mensaje dirigido a las corporaciones: “Basta es basta”, dijo. El sindicato de los Trabajadores del transporte Union Local 100, uno de los mas importantes de la ciudad, acababa de apoyarlo. Sanders defiende un aumento del salario mínimo a 15 dólares la hora, no sólo en Nueva York sino en todo el país.
Los economistas dicen que la recesión ha acabado, pero eso no ocurre con el 80% de la población. Sus ingresos no han aumentado en los últimos veinte años. En el periodo de 2007-2016, durante la Presidencia Obama, el ingreso no ha mejorado y la transferencia de riqueza de ese 80% al 1% más rico ha continuado. La desregulación financiera, la ingeniería que lo permite, sigue igual que cuando empezó la crisis. 400 billonarios tienen más riqueza que 150 millones de estadounidenses. Los empleos siguen precarios y los salarios bajos. Esa clase media con buenos trabajos y buenos sueldos que era el rostro amable del capitalismo estadounidense está dejando de existir. La pobreza es la mayor desde los años treinta. El capitalismo no está funcionando y quieren tratar nuevas vías. Por eso apoyan a un socialista que quiere regular Wall Street y revertir el flujo de transferencia de riqueza que Estados Unidos conoce desde la revolución neoconservadora. La riqueza debe fluir en los próximos años en dirección contraria, del 1% al 99%.
Hay toda una retórica que dice que Sanders no puede ganar, pero las encuestas muestran otra cosa. No sólo va por delante de Clinton a nivel nacional, sino que además lo hace mejor que ella contra Trump. En las encuestas Sanders es visto como el candidato que no se puede comprar. Honesto y fiable. Clinton es asociada cada vez más con los intereses de esos banqueros de Wall Street que le pagaron 11 millones de dólares por unas conferencias que se niega a hacer públicas. Clintón apoyó la guerra de Iraq, votó por los acuerdos de comercio transnacionales que tanto mal hicieron al empleo y ha sido un agente de ventas exteriores del fracking cuando fue Secretaria de Estado.
La campaña de Sanders ha podido abrirse camino gracias al apoyo que ha recibido de los de abajo. Sus donaciones han podido sortear la ley que permite a las corporaciones apropiarse del resultado de las elecciones al poder financiar a los candidatos sin restricciones. Se estima que los hermanos Koch de la industria petrolera, la familia Walton (la propietaria de Walmart), Wall Street y otros se gastarán 900 millones de dólares en la campaña, la mayoría en candidatos republicanos. Ni un centavo ira a Sanders. El candidato socialista está compitiendo de igual a igual gracias a que ha logrado un masivo apoyo popular de donaciones a su campaña. Mayor que el que recibió Barak Obama. Siete millones de ciudadanos han donado un promedio de 27 dólares, mientras las corporaciones o ricos donantes están financiando la campaña de los otros candidatos, incluida la de Hillary Clinton.
Sanders ha sido apoyado hasta ahora principalmente por votantes jóvenes y trabajadores blancos, pero Nueva York es un lugar de minorías. Es muy probable que gane en barrios conocidos por su apoyo a candidatos progresistas como el upper West y Brooklyn, donde vive un gran número de jóvenes, sobre todo si la votación es masiva, pero es incierto lo que ocurrirá en Harlem o el Bronx, donde un tercio de los votantes serán negros o latinos; o fuera de la ciudad, en lugares como Rochester y Buffalo, donde votaron a Clinton como senadora pero existe un importante número de desempleados. Lugares en donde se decidirá la contienda.
Si Sanders gana en Nueva York, su candidatura habrá dado un paso de gigante en la carrera a la nominación. “Si lo haces en Nueva York puedes hacerlo en cualquier parte”, dicen. Si pierde por un margen pequeño no estará fuera, pero lo tendrá mucho más difícil. Lo que ha ocurrido estos días en Nueva York –incluidas las donaciones masivas– está más cerca de un movimiento social que de una campaña electoral. Asistimos a algo diferente y todo puede pasar.