El circulo se ha cerrado. El partido pro-empresarial, corrupto y conservador Nueva Democracia que fue expulsado del gobierno griego por el partido anticapitalista Syriza en 2015 ha vuelto al poder en las elecciones generales el 7 de julio, con mayoría absoluta.
El partido Nueva Democracia obtuvo poco menos del 40% de los votos emitidos. La Syriza de Alexis Tsipras consiguió un poco menos del 32%. La participación electoral fue de poco más del 57%, la tasa más baja desde el fin del régimen militar en 1974, lo que sugiere una enorme desilusión con todos los partidos. El porcentaje de votos de Syriza se redujo sólo un 3,5% desde las últimas elecciones de 2015, pero Nueva Democracia aumentó del 28% al 40%. Los pequeños partidos (incluyendo los partidos escindidos de Syriza) tuvieron malos resultados, a pesar de los antiguos socialdemócratas del PASOK aumentaron del 6,3% al 8% y los comunistas se mantuvieron sin cambios en el 5%. El nuevo partido MeRa25, creado por el ex ministro de Finanzas de Syriza Yanis Varoufakis, superó el umbral del 3% y tendrá parlamentarios por primera vez. El partido neofascista Amanecer Dorado no consiguió entrar en el parlamento.
Los últimos cuatro años del gobierno de Syriza han sido a la vez tristes y complejos. Votada para oponerse a las políticas de la troika (BCE, el FMI y la UE) y sus medidas de austeridad más duras contra los griegos a cambio de “rescatar» sus bancos, los bancos extranjeros y la deuda pública, Syriza en un principio resistió a la Troika. Tsipras y Varoufakis, intentaron un acuerdo con los líderes de la zona euro que no implicara la austeridad. Cuando ese acuerdo fue rechazado por la Troika y los líderes de la zona Euro, encabezados por Alemania y los Países Bajos, Tsipras convocó un referéndum sobre el ‘memorando’ de la Troika: ¿qué debían hacer los griegos, aceptar o rechazar la austeridad? A pesar de una masiva campaña de propaganda de los medios pro-empresarial en Grecia e internacionalmente y la falta de audacia de la campaña de Syriza, los griegos votaron 60-40 rechazar la Troika. Pero un día después, el gobierno hizo caso omiso y capituló.
Durante los siguientes cuatro años, el gobierno de Syriza ha intentado poner en práctica cada exigencia de la Troika. Las pensiones se han reducido, los empleados del sector público han sido despedidos y se han congelado los salarios, los activos estatales han sido vendidas y han subido mucho los impuestos. Varoufakis dimitió tras la capitulación e hizo una gira por Europa; y la facción izquierda de Syriza se escindió para organizar sus propios partidos electorales: todo en vano. El gobierno de Syriza siguió adelante con la esperanza y la expectativa de que si cumplía las medidas de austeridad impuestas por la Troika, finalmente sería capaz de reanudar el crecimiento económico, ganar un poco de ‘espacio fiscal’ y ‘volver al mercado’ de la deuda pública.
Los primeros préstamos que el gobierno consiguió de la Troika se utilizaron para pagar a los bancos franceses y alemanes que acumulaban miles de millones de deuda pública griega que prácticamente no valía nada. Después de este rescate del sector privado, los siguientes préstamos fueron utilizados para cumplir con los pagos al FMI, el BCE y otros gobiernos de los primeros rescates. En este círculo sin fin se contrató más deuda para pagar la deuda anterior. Ni un céntimo de ese dinero fue destinado a aliviar la depresión que estaban sufriendo los griegos en su nivel de vida. La economía griega se derrumbó en un 30%, las pensiones y los salarios se redujeron un 40%; miles de jóvenes emigraron en busca de trabajo y los servicios públicos y sus puestos de trabajo fueron diezmados. Y los más afectados fueron los empleos en el sector privado en el turismo, la industria y los viajes.
¿Restauraron estos sacrificios el capitalismo griego y eventualmente sirvieron para revertir el desastroso declive de la producción, el empleo y los ingresos? La respuesta, simplemente, es no. Las tasas de desempleo griegos siguen siendo muy altas, especialmente entre los jóvenes.
La inversión de capital se derrumbó durante la crisis de la deuda, pero no se ha recuperado. Los negocios griegos no pueden invertir.
Formación bruta de capital (Em)
El gasto público ha caído por las medidas de austeridad.
Gasto público y el PIB
Pero nada de esto ha reducido la deuda pública en relación con el PIB, que se mantiene en un asombroso 180% del PIB y seguirá así en un futuro previsible. Ninguna de las medidas de austeridad han hecho mella en la deuda pública acumulada para rescatar a los bancos extranjeros, los bancos griegos y otros tenedores de deuda pública griega. El fracaso del sector privado, las empresas griegas y el capitalismo global ha recaído sobre las cuentas públicas y varias generaciones venideras de griegos.
La deuda pública y el PIB (%)
Las enormes préstamos que el gobierno griego debe a los líderes de la UE (el FMI y el BCE ya han cobrado) no tienen que ser reembolsados por una década o más y el coste de los intereses de los préstamos es bajo. Pero la deuda no ha sido amortizada; debe ser pagada finalmente y el gobierno griego debe conseguir un enorme superávit presupuestario con el fin de cubrir los pagos futuros, el interés de la deuda y obtener nuevos créditos en el mercado mundial.
Toda la estrategia del gobierno de Syriza fue esperar que, cuando el crecimiento económico regresase a la zona euro, el barco griego, con el resto de los barcos europeos, flotarían de nuevo con la pleamar de la recuperación económica. Se crearía un ‘margen fiscal’ y los servicios públicos y las pensiones podrían mejorar sin dejar de cumplir el calendario de pagos de los acreedores.
Pero no ha funcionado de esa manera. El crecimiento económico de la zona euro desde la crisis de la deuda ha sido patético, arrastrándose con dificultades por encima del 2% anual y ahora sufre de nuevo una desaceleración rápida. Durante la crisis de la deuda y la eventual capitulación del gobierno de Syriza, calculé que el crecimiento económico griego tendría que ser de un 3% anual de media para poder acabar con la austeridad si el gobierno mantenía sus compromisos con la Troika. Pero la tasa de crecimiento media de la economía griega ha sido ligeramente superior al 1% anual bajo el gobierno de Syriza. En la actualidad cae tras un breve periodo por encima del 2% a sólo el 1,3%
Grecia: el crecimiento anual del PIB real (%)
El nuevo gobierno conservador asume el poder cuando las economías de la zona euro y gran parte del resto del mundo se enfrentan a una desaceleración de la inversión, el comercio y el crecimiento en el mejor de los casos; y una recesión abierta en el peor.
La estrategia económica de los líderes de Syriza de aceptar el programa de la Troika, pagando el servicio de la deuda y permaneciendo en la UE ha fracasado. El resultado ha sido la desilusión total con Syriza, particularmente entre los jóvenes. Muchos han emigrado para buscar trabajo; los que no se han ido o no votaron en las elecciones o votaron por un cambio de gobierno a favor de Nueva Democracia. Los medios de comunicación han recogido todo tipo de anécdotas sobre estas actitudes.
Al igual que muchos jóvenes griegos, Tasos Stavridis planea abandonar el país, una vez que termine su licenciatura en ciencias políticas. “Nuestra crisis financiera ha durado mucho más tiempo de lo que esperábamos y estamos muy cansados”, dice el joven de 22 años de edad. “La mayoría de mis amigos también quieren emigrar. En Grecia, los salarios son muy bajos, y la situación económica es muy mala”.¿Qué tal Nueva Democracia? “La verdad es que los culpo también [de la crisis]”, admite Stavridis . “Pero creo que Mitsotakis ha cambiado mucho. Estoy de acuerdo con el plan económico de su partido, y creo que nos ayudará a salir de esta situación”. Tenemos que centrarnos en el sector privado para mejorar económicamente”, opina. “Nuestro sector público es ineficiente y lento”. A continuación, “La última vez que mi familia apoyó a la izquierda, resultó ser mucho peor”, dice Zoe Babaolou, de 19 años de edad, de Tesalónica, que votó a Nueva Democracia en las elecciones europeas. “Mejor volver a algo más seguro”. Babaolou añade: “Votamos por ideología en 2015 y no vimos ningún cambio. Así que me interesan más las medidas económicas”.
¿Era posible una alternativa a la estrategia de Tsripras y los líderes de Syriza en julio de 2015, cuando el referéndum para oponerse a la austeridad de la Troika fue apoyado por la mayoría de los griegos? Creo que si. Fue la opción impulsada de manera prioritaria por la facción parlamentaria de izquierda de Syriza de romper con la UE y el euro; volver al dracma griega, devaluar la moneda, imponer controles de capitales para evitar fugas de capital, dejar de pagar la deuda y volver a aplicar programas de gasto público.
Esta fue, por ejemplo, la propuesta del economista socialista y diputado de Syriza, Costas Lapavitsas. Lapavitsas tomó una posición de principios contra la capitulación y rompió con Syriza. Sin embargo, sostuvo que: “la solución obvia para Grecia en este momento, cuando lo pienso como economista político, la solución óptima, sería una salida negociada. No necesariamente una salida controvertida, sino una salida negociada”. Esto implicaría una amortización del 50% de la deuda contraída con la UE y la protección de la nueva moneda griega (devaluada sólo el 20%) con liquidez del BCE.
Mi propia posición entonces era que incluso si la Troika aceptase una ‘salida negociada’ de ese tipo, lo que era muy discutible; e incluso si el nuevo dracma griego sólo se depreciaba un 20% (muy poco probable), la economía griega seguiría de rodillas, incapaz de restaurar los niveles de vida de la mayoría. La devaluación y el aumento de precios se comerían el margen obtenido de unas exportaciones más baratas. Lapavitsas parecía reconocerlo cuando afirmó entonces: “Los salarios deben aumentar, pero incluso si lo hacen, no se volverá a la casilla de salida. Simplemente no es factible en este momento. Necesitamos para ello una estrategia de crecimiento“.
Pero Lapavitsas propuso una estrategia de crecimiento basada en la planificación socialista. “No creo que Syriza pueda comenzar aplicando un amplio programa de nacionalizaciones en este momento. Lo que se necesita es nacionalizar los bancos, por supuesto. Y garantizar que se acaban las privatizaciones de energía, de la electricidad, en particular. Eso tiene que acabar. Así como la privatización de otros activos clave. Necesitamos articular una estrategia de crecimiento y recuperación de inmediato fuera del euro, y después tener un plan de desarrollo a medio plazo”. Creo que la estrategia de que Grecia abandonase el euro y pusiera en práctica un amplio programa de gasto keynesiano primero, aplazando las medidas socialistas para más tarde no funcionaria porque no debilitaría las fuerzas del capital, tanto internacional como nacionalmente.
En mi opinión, había otra opción: un programa amplio para reemplazar el capitalismo. Había que reemplazar el capitalismo griego dentro o fuera del euro. Eso significaba que la propiedad pública de todas las grandes empresas y el capital extranjero en Grecia; una movilización democrática de los trabajadores para controlar sus lugares de trabajo y la economía con un plan de inversión y producción. Una Syriza socialista podría pedir apoyo al movimiento obrero en Europa para obligar a sus gobiernos a abandonar la austeridad, cancelar la deuda y comenzar un programa europeo de inversiones que incluyese Grecia.
Tal estrategia tendría más apoyo de otros trabajadores europeos y en Grecia que uno que se concentrase en condenar al euro como el problema. Después de todo, siempre hubo una mayoría de griegos a favor de permanecer en el euro y la UE. Grecia es una economía capitalista pequeña y débil; no puede tener éxito sin que el resto de Europa también lo tenga; y eso se aplica a una Grecia socialista también. Pero al menos los griegos tendrían el control de sus propios bienes de capital y la distribución del trabajo.
Pero cualesquiera que fueran los méritos de una opción keynesiana o marxista en 2015, ha vuelto la derecha pro-empresarial, corrupta y nepotista de Nueva Democracia, que dirigía el gobierno cuando tuvo lugar la crisis financiera y la recesión en 2010. El programa del gobierno Mitsotakis es privatizar, reducir los impuestos a los ricos y fomentar la inversión extranjera, manteniendo bajos los salarios y las pensiones y los servicios gubernamentales al mínimo – es decir, el neoliberalismo, por llamarlo de alguna manera.
Su verdadero objetivo es aumentar la rentabilidad del capital griega como solución económica y con la esperanza de que los capitalistas inviertan en Grecia. De acuerdo con la base de datos AMECO de la UE, el rendimiento neto del capital en Grecia se desplomó un 35% entre 2007 y 2012. Bajo el gobierno de Syriza, la rentabilidad se recuperó un 20%, pero sigue estando un 15% por debajo de su máximo en 2007. El objetivo del nuevo gobierno será continuar el trabajo de Syriza para salvar al capitalismo pero con nuevas energías y un toque de venganza. Mientras tanto, se cierne en el horizonte una nueva recesión global.