Es 14 de abril. Otra vez. Cada año hay un 14 de abril, y cada año unos pocos, demasiado pocos, reclamamos el retorno de la República. Con poco eco, la verdad.
Y, sin embargo, luchar por el advenimiento de la IIIª República debería estar en la agenda (en la hoja de ruta, se dice ahora) de cualquier formación que se reclame de la izquierda. Y no de boquilla, sino tratando de difundir, reforzar, consolidar la idea republicana.
Y no es solo una cuestión de derechos, de soberanía, de sujeto, de anacronismo. No, no solo es eso.
Lo realmente importante es que, además de todo lo anterior, la monarquía española es una pieza fundamental del sistema bipartidista (que es cosa de tres y no de dos, como aparenta), y está enquistada en el engranaje de los poderes reales (político, económico, mediático, militar) de los que es cómplice y sustento. Es una pieza esencial de la tela de araña que nos envuelve, nos limita, nos manipula y, casi sin que nos demos cuenta, nos oprime y nos saquea.
Y no es que me caiga especialmente mal la pareja real. Comparada con algunos personajes del PP y adyacentes hasta me parece simpática. Compárese a Felipe de Borbón con Rita Barberá o Eduardo Inda, y ya me dirán quién les parece más repulsivo. Y lo del compi yogui más que ridiculizarlos los humaniza, aunque revela lo mal que eligen sus amistades. No, no es que los dos monarcas sean especialmente perversos; simplemente juegan su papel y ese papel, por desgracia, está concebido para someternos a un orden que no es el que conviene a los de abajo. Un orden que perpetúa la desigualdad.
¿Y qué podemos hacer al respecto?
Lo único que se me ocurre es recordarles constantemente a los que tienen voz pública que no dejen de reclamarse republicanos, que tengan a la IIIª República en el horizonte. Que la exijan. Una y otra vez, hasta hacerse pesados.
Algo de eso hubo en los tiempos de Anguita, pero entre el cansancio del corazón del entonces coordinador de IU, las peleas internas y la presión de los problemas cotidianos, la izquierda pasó a preocuparse de otras cosas. Pero hay tiempo para la enmienda.
Si no recuerdo mal, y no me han mentido, a Zapatero se le escapó mencionar en un mitin a la República española. Y, para sorpresa de todos y tal vez consternación de algunos, el pabellón tronó con estrépito: “España, mañana, será republicana”, un eslogan, un grito de libertad que ya casi no se oye.
Pues bien, si de verdad queremos que esto cambie, hagamos eso posible. Que España, mañana, sea republicana.