Entrevista a Raúl Espinosa, miembro del EREC (Equipo de Rescate de Emergencias en Cataluña) que actúa a través de la ONG Acció Solidaria i Logística en los campos de refugiados en Grecia.
Han estado en el campo de Idomeni, el recientemente desalojado EKO y actualmente intervienen en los campos oficiales a través de grandes ONG’s, las únicas a las que el Gobierno griego da acceso. Su trabajo consiste en cubrir necesidades básicas de los refugiados, ya sea repartiendo bolsas de comida fresca (fruta y verdura) de forma semanal, improvisando escuelas para los niños o espacio para los rezos. En definitiva aportar dignidad a las personas establecidas en los campos. Espinosa es también formador de rescate urbano y, antes de estar en Grecia, operó en situaciones catastróficas como la del Nepal. Hoy, 20 de junio, Día Mundial del Refugiado, entramos en la realidad de los campos de Grecia a través de su testimonio.
Llegasteis a Idomeni en marzo para colaborar como grupo de rescate y termináis repartiendo bolsas de comida fresca: frutas y verduras. ¿Por qué esta iniciativa? ¿Por qué comida fresca?
Hablando con los refugiados vimos que rehusaban la comida de las grandes organizaciones no gubernamentales que se ocupan de la logística, quienes reparten las raciones de comida al diaria necesarias para cubrir a todos los refugiados del campo. Argumentaban que era “repetitiva y europea”, a la que no están acostumbrados y que no forma parte de su alimentación habitual. Así que decidimos intentar mejorar ese aspecto. A través de las organizaciones con las que entramos (Ekopolis y Praxis, entidades con peso dentro de Idomeni), decidimos alquilar un vehículo para ir a buscar frutas y verduras a una ciudad cercana, Salónica. Pronto establecimos contacto con gente de allí que nos ayudó a comprar a buen precio en el mercado principal, y empezamos a repartir comida en el campo a una hora determinada, cada día. Repartíamos bolsas de cuatro kilos de comida equivalente al volumen de dos palés. Por la noche localizábamos en qué tiendas vivían niños y les entregábamos una bolsa de comida específica que contenía barritas y zumos. Esa fue nuestra rutina durante unas semanas, pero pronto empezaron los problemas durante el reparto. Las tres colas iniciales (hombres, mujeres y embarazadas) no funcionaban. Había problemas, peleas, engaños, vimos a mujeres peleando entre ellas en las cola de distribución, al final la situación llegó a tal extremo que un día nos amenazaron con un cúter y tuvimos que plantarnos. Cerramos y nos replanteamos toda la situación.
Se habla poco de los problemas y las tensiones que surgen dentro de campos como Idomeni. Una de las iniciativas más aplaudidas para reducir la conflictividad fue la implementación de tarjetas de racionamiento que llevasteis a cabo. ¿La idea surgió de esas situaciones tensas?
Exacto. Vimos que no éramos una solución, llegamos a ser un problema. Generar una situación así en ayuda humanitaria va en contra de todo principio. Nuestra ONG tiene poco recorrido pero no fuimos el único caso, otras ONG’s se dieron cuenta que estaban resultando un problema. No es fácil llevar a cabo una buena logística con las tensiones que generan las condiciones de la vida cotidiana en un campo como Idomeni.
Así que paramos cuatro días para hacer un censo y estudiamos un sistema de tarjetas para la distribución. Hay que destacar que la iniciativa fue también gracias a una organización de Castilla y León, G-Fire, y su coordinador Alberto Martín de Juan. Se trata también de un grupo de bomberos y hemos tenido muchas sinergias con ellos. En su caso, su iniciativa nació después de que en Castilla y León se privatizara el rescate en montaña.
Las tarjetas… ¿Funcionaron?
Las hicimos por colores y por días. Cada color tenía dos días asignados, y cada tarjeta tenía la información en cinco idiomas: inglés, árabe, farsi, fastum y kurdo. Como nuestra capacidad era de 450 bolsas de comida al día, el objetivo era repartir dos bolsas a la semana a 1.350 familias, unas seis mil personas. Pero lo que marcó la diferencia fue el censo que hicimos para llevar el proyecto a cabo: el número de referencia que las familias tenían en la tarjeta estaba también en su tienda de campaña (o en el vagón en el que vivían, ya que había familias viviendo en vagones de tren). El censo inicial lo hicimos hablando con cada familia e informándoles de la situación. También preparamos unos audios en los distintos idiomas, para que los refugiados que no sabían leer pudieran entender cómo funcionaba y que días debían recoger la comida.
Hicimos el censo en tres días, para poder seguir con el reparto cuanto antes. Preguntábamos nacionalidades, miembros de la familia, … Y les pedíamos también que nos indicaran qué frutas y verduras preferían. Es importante entender que nuestra comida no hacía sobrevivir a nadie, era una cuestión de dignidad. Nosotros no salvábamos la vida a la gente, pero hacíamos que las familias pudieran cocinar según su tradición y cultura, dignificando así su situación.
¿La respuesta fue positiva?
Venían media hora antes del reparto. Les decíamos que estaríamos allí hasta la tarde, pero, por si acaso, venían pronto. Y a nivel organizativo, las tarjetas nos dieron reconocimiento y nos permitieron hablar de tú a tú en las reuniones con las ONGs responsables de la logística de reparto de alimentación a los refugiados, como Médicos Sin Fronteras o Save The Children. Gracias a la notoriedad que obtuvimos ya pudimos abarcar más y pagar las partidas a través de las donaciones de voluntarios.
Aun así, hay que tener en cuenta que las tarjetas están diseñadas para que funcionen en campos dónde la gente está establecida. En Idomeni entra y sale gente cada día y es complicado mantener un sistema de dichas características. Lo peor fue que el proyecto acabó con las lluvias de abril, cuando el campo quedó inundado.
Habláis de sentaros con las grandes organizaciones no gubernamentales y hablar «de tú a tú». ¿Cómo es la relación entre todas ellas?
En un mundo ideal no deberían existir ONG’s, somos un parche, pero no hay que olvidar que las ONG’s viven de las personas que les apoyan, de los recursos que reciben gracias a la notoriedad. Y cuando las empresas son tan grandes se deshumanizan y pasan a tener políticas más estrictas. Sin ir más lejos, y por política interna, Médicos Sin Fronteras no va a estar en los campos militares ya que consideran que son responsabilidad de los gobiernos, en este caso de Grecia y hay que poner en valor que esta ONG ha renunciado a los fondos públicos de la Unión Europea por su política migratoria.
Acaban de cerrar el campo de EKO, último campo no militarizado. ¿Vosotros entraréis en los campos militares?
Las ONG’s tenemos que plantearnos si entramos o no en los campos militares a hacer lo que los gobiernos no hacen. Durante este tiempo hemos repartido comida en los campos militares, pero a través de la Cruz Roja Suiza, ya que para estar en una zona militarizada debes presentar un proyecto a largo plazo. Por ese motivo quien mejor puede gestionar la situación allí son las ONG’s más grandes, las internacionales. Nosotros somos cien personas, aunque tuviéramos un millón de euros, ¿cómo lo movemos dentro de un campo oficial?
Habéis estado en Idomeni como equipo de Rescate en Emergencias Catalunya (EREC), pero vosotros veníais de actuaciones más puntuales llevadas a cabo en catástrofes. ¿Por qué es distinta esta crisis de refugiados?
Nuestra ONG estaba creada para trabajar en rescate, en grandes terremotos por ejemplo, pero la forma de trabajar de un grupo de Búsqueda y Rescate en Estructuras Colapsadas (BREC), que cumple la normativa INSARAG o un equipo de Rescate en Emergencias (EREC) es muy distinta: se “lanza” a un equipo autónomo con material y recursos propios, y el volumen de gestión no es tan grande como en Grecia. Y, emocionalmente, la situación en Idomeni es mucho más dura porque son refugiados de guerra. Por ese motivo ahora es más necesaria que nunca la ayuda psicológica. Como bomberos sabemos gestionar una parte, hemos visto morir a mucha gente, pero esto es distinto. Aquí creamos un vínculo, y en la mayoría de casos con personas que no volveremos a ver. Es una bofetada, y nadie está preparado para algo así. Esto sin tener en cuenta que muchos voluntarios son nuevos, y hay que enseñar a gestionar bien la curva del estrés. Es un fenómeno curioso, ya que cuando llegas al campo puedes con todo, había días que te ibas a dormir a las tres de la mañana y te levantabas a las cinco para ir al mercado central, súmale ahí toda la carga emocional que conlleva el marco en el que te encuentras, pero si mantienes ese nivel de estrés luego caes en picado.
Es importante prepararse antes de ir y al volver, un EREC antes de salir recibe un dossier que explica el proyecto de la ONG y el trabajo reglado de la ONG, y a su vez les facilitamos herramientas para coger consciencia de su destino, pero aún así tenemos compañeros que han regresado emocionalmente afectados, por este motivo desde hace unas semanas hemos solicitado unos cursos reglados de la Generalitat de ayuda psicológica pensados a ese efecto.
Hay una organización internacional de ayuda al refugiado, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). ¿Cuál es su papel en esta crisis?
Los ejemplos serán más ilustrativos que las explicaciones: se calcula que desde el desalojo forzoso y la demolición de Idomeni han “desparecido” miles de hombres, mujeres y niños. En teoría había que trasladarlos a las “zonas militarizadas”, pero la cruda realidad es que muchos deambulan por Tesalónica o han caído en redes de prostitución. Otro ejemplo: una vez firmado el acuerdo entra la UE y Turquía los refugiados que llegaban eran puestos en un autobús. Se les pedían los papeles y se les trasladaba a los campos de deportación. Eran autobuses de ACNUR, pero quitaron el cartel identificativo. Habría sido aún más flagrante si cabe hacerlo bajo su nombre. ACNUR está en una situación muy difícil, está realizando la labor que no están realizando los gobiernos de las Naciones Unidas a quienes representan, entre ellos España, y a su vez está forzando a que estos reaccionen.
Según la Unión Europea, la alternativa que tienen los refugiados es pedir asilo. ¿Les es posible hacerlo?
En Idomeni había una línea de Skype. Una. Un ordenador para contactar con la embajada del país al que quieres ir y pedir asilo. No hablamos ni de concertar cita, hablamos de un primer contacto. Es prácticamente imposible. En España los políticos dicen que no hay peticiones de asilo, pero la realidad es que no tienen medios para efectuarlas.
Conocéis a personas, escucháis historias… Os hacéis amigos de las personas que viven allí, personas que hace dos días tenían una vida como la nuestra.
Claro. En mi caso personal, por ejemplo, hay la historia de un buen amigo que nos ha ayudado de forma muy intensa con el proyecto del EREC pero que no quiere dar su testimonio a medios de comunicación por temor a las represalias que pueda haber a la familia que ha dejado en Siria.
Los refugiados necesitan muchísimo más apoyo moral del que están recibiendo. Cuando preparamos a los voluntarios les repetimos algo esencial: es más importante hablar con las personas que abrir nuevas líneas de trabajo. Esas personas necesitan que se les escuche, se les dignifique y se entienda la situación por la que están pasando.
¿Cuándo volvéis aquí qué queréis transmitir?
Conciencia. Explicar la realidad desde una posición neutral. Cuando miramos las noticias en Al Jazeera vemos que en occidente no nos están explicando la cruda realidad de la guerra en Siria. Por ese motivo intentamos crear conciencia. Es importante que las sociedades exijamos a nuestros gobiernos que no vendan armas y perpetúen la guerra. Estamos generando un odio futuro, estamos masacrando a su población y les estamos dejando sin opciones. ¿Cómo vives en una sociedad europea sabiendo que es responsable de la guerra que se ha llevado a toda tu familia? Un gobierno como el de España no puede tener políticas migratorias tan insensibles. Debemos tratarlos como a humanos, ahora mismo no lo estamos haciendo. Hay personas que llevan 5 años desde que salieron de su país en guerra, el tiempo pasa, su vida transcurre en espera, están en tránsito sin poder avanzar, apeados en un «no lugar».
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Contexto del drama migratorio
La situación a día de hoy en un campo.
Esta entrevista fue realizada el lunes 13 de junio, desde entonces la realidad ha ido mutando día a día. Los refugiados hablan atrocidades de sus países de origen, explican cómo ha sido su viaje hasta llegar al campo, un “no lugar”, cómo dejaron a familiares en su país en guerra, o cómo los perdieron en la travesía en manos de las mafias, cómo el Gobierno turco contribuyó a complicarles la situación cuando la policía turca les requisó la documentación.
El paso por los campos de Idomeni, EKO, Hara y BP fue un tránsito hasta que países como Macedonia cerraron definitivamente su fronteras y el Gobierno griego se ha visto obligado a ordenar la situación a través de campos oficiales; ahora los refugiados están bajo su tutela. El pasado jueves llegaban autocares al campo oficial de Petra Olympia con destino a Salónica para ir a realizar trámites administrativos, la finalidad es realizar la identificación y confeccionar un censo de las personas que habitan los campos. . Se trata de unas informaciones que llegan a través de las declaraciones de los coordinadores de una delegación de la ONG Dentistas sobre ruedas que estos días están actuando en el campo dando asistencia dental a sus habitantes.
La actuación de las ONG.
Acció Solidària i Logística se articula a través de Lafede.cat Organitzacions per a la justicia global (Organizaciones para la justicia global), con más de 116 miembros. La federación funciona de forma asamblearia y, entre otros programas de actuación en el territorio, se está estudiando con el apoyo de expertos juristas la viabilidad de interponer una demanda jurídica contra el tratado UE-Turquía.
Los voluntarios independientes que se movilizan desde Europa no pueden acceder a los campos oficiales de forma individual, deben ir adscritos a una ONG que pueda acceder a los campos con el permiso del Gobierno griego, y éste los está concediendo siempre que la finalidad sea cubrir una primera necesidad urgente: médicos, dentistas, oftalmólogos o algún tipo de iniciativa que asegure el suministro de proteínas diario necesario. Todos los proyectos deben ser asignados por la autoridad militar del campo.
Sobre la ilegalidad del tratado UE-Turquía.
El Acuerdo del Consejo Europeo y Turquía fue adoptado el 18 de Marzo del presente año, formalmente calificado como “Declaración UE-Turquía”, publicada en aquella fecha a través del Comunicado de Prensa 144/16.
Un dictamen reciente de Carlos Jiménez Villarejo [1] (de la Associació Catalana de Juristes Demòcrates) recoge la opinión de expertos internacionales sobre derecho de asilo, como Maarten den Heijer y Thomas Spijkerboer (profesores de la Universidad de Ámsterdam), o el español Diego Lopez Garrido (catedrático de Derecho Constitucional y autor de la obra El derecho de asilo). Todos ellos coinciden en calificar el acuerdo UE-Turquía como un verdadero tratado. Un Tratado o acuerdo internacional que tiene efectos vinculantes para los signatarios y que estaría vulnerando las propias directivas europeas y fundamentales convenios internacionales.
Entre otros textos vulnerados, Jiménez Villarejo destaca la Directiva 2004/83, de 29 de abril de 2004, que establece los criterios aplicables para evaluar y otorgar el asilo a las personas que se encuentren en las situaciones previstas. El Protocolo 4 del Convenio Europeo de Derechos Humanos que establece: “Quedan prohibidas las expulsiones colectivas de extranjeros”. O la Convención de Ginebra de 1951 sobre Estatuto de los Refugiados, que en su artículo 33 dispone: “Ningún Estado contratante podrá, por expulsión o devolución, poner en modo alguno a un refugiado en las fronteras de territorios donde su vida o su libertad peligre por causas de su raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social u opiniones políticas”.
Datos y estadísticas sobre los refugiados.
Desde 2000 hasta 2014 han muerto en el Mediterráneo 22.394 personas que, huyendo de la violencia y el hambre, pretendían llegar a Europa. (Se trata de una media de 1.500 por año), según la OIM (Organización Internacional de Migraciones). Es gravemente reprochable que la UE, destinataria de esas travesías, no haya hecho uso de la facultad que le otorga el Art. 43 del Tratado para emplear “medios civiles y militares” para “misiones humanitarias y de rescate”. ¿Por qué nunca se han exigido responsabilidades jurídicas por esa gravísima y reiterada omisión ante miles de personas que perdieron la vida por una total ausencia de auxilio europeo? Cuatro millones en Siria, otros tantos en Irak, dos millones en Libia, mas de un millón de eritreos, por no hablar de los afganos o sudaneses.
Los datos del ACNUR difieren bastante de los que publican algunos medios de comunicación. Nueve de cada diez personas que llegan a las costas europeas son ciudadanos de Siria, Iraq y Afganistán. El 60% de ellos son mujeres y niños.
Al menos 10.000 niños refugiados no acompañados han desaparecido después de llegar a Europa, según la agencia de inteligencia criminal de la UE. Muchos se teme que hayan caído en manos de redes de trata organizados.
Los datos que obran en el Informe de tres Eurodiputados del Grupo Parlamentario de la Izquierda Unitaria Europea de 2-4 de mayo de 2016, confirman de forma rotunda los efectos destructores, previos y posteriores al Acuerdo, de los derechos humanos de los refugiados-deportados a Turquía.
En el mismo, después de visitar varios Centros de Detención en este Estado, han concluido lo siguiente:
– Las personas deportadas a Turquía, desde Grecia, no han tenido oportunidad de solicitar asilo en ninguno de dichos Estados.
– El internamiento de los refugiados, incluyendo los niños, está sometido a un régimen carcelario.
– Dan cuentan de un trato policial inhumano a las personas recluidas en Turquía, por el que algunas de ellas han recibido asistencia médica.
– Recogen testimonios de diversas personas que expresan las durísimas condiciones de vida a las que se ven sometidas.
Turquía no es un “país seguro”
Con estos datos se llega a la conclusión que Turquía no es un país seguro para los refugiados provenientes de Siria y otros países en conflicto. Organizaciones internacionales como Amnistía Internacional o Human Rights Watch, y ONG’s como CEAR, tienen documentados casos graves de vulneración de derechos humanos de refugiados sirios por parte de Turquía. Este país no ha firmado el Protocolo de 1967 a la Convención de Ginebra, que amplía el ámbito geográfico de la Convención más allá de las fronteras europeas
Según Diego López Garrido [2], Turquía no es un país seguro por varias razones. Por ejemplo, la posibilidad de ser devuelto a Siria, o el no acceso a la educación de los niños y niñas sirias, o las detenciones arbitrarias y deportaciones o la violencia física contra refugiados que intentaban cruzar la frontera sur de Turquía desde Siria o Irak, o llegar a Grecia desde Turquía. (Ver los informes de Amnistía Internacional: Turquía personas refugiadas, 1 de abril de 2016; y Europe´s Gatekeeper, Unlawful detention and deportation of refugees from Turkey, diciembre de 2015)
Turquía, por otra parte, ha sido condenada varias veces por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por tratamientos inhumanos o degradantes a refugiados.
[1] Carlos Jiménez Villarejo. Desde 1962 fue fiscal, enfrentándose a la dictadura, especialmente en la lucha contra la tortura. Ya en democracia actúa como fiscal anticorrupción, en 1995, asume la dirección de la Fiscalía Anticorrupción hasta que, en 2003, fue destituido por el Gobierno del PP. Después, ha trabajado asesorando iniciativas cívicas en defensa de los derechos humanos. En la actualidad es miembro de la Associació Catalana de Juristes Demòcrates.
[2] Diego López Garrido. Catedrático de Derecho Constitucional, fue secretario de Estado para Asuntos Europeos de 2008 a 2011, con un gobierno del PSOE, y es autor del libro El derecho de asilo (Trotta, 1991. 334 páginas) en el que se analiza la naturaleza política del asilo y se defiende ese derecho como factor condicionante de las relaciones internacionales.