El amor es más fuerte que las bombas

El amor es más fuerte que las bombas

«[…]; reventar sus avergonzados tímpanos con el rugido de la prueba, más sonoro que las bombas o los aullidos o el tic-tac íntimo del remordimiento. Nada, ni siquiera las mareas venenosas de la sangre que yo he derramado, puede detener las gigantescas olas del amor.»

Este fragmento traducido pertenece a la novela de la canadiense Elisabeth Smart «En Grand Central Station me senté y lloré», publicada por primera vez en 1945 y en la que destaca una magnífica prosa poética. Es un pequeño destello de una obra donde, a través de una elaborada y preciosista construcción lingüística, se muestra la transformación de la realidad de su protagonista y de su mundo a través de una expresividad interna altamente emocional. La cita dentro de este texto «louder than bombs», traducida en su versión castellana por «más sonoro que las bombas», ha alcanzado gran popularidad gracias a la predilección de Morrissey por tomar prestadas frases de la obra de Smart para diversas canciones y, estas tres palabras, fueron las que eligió para dar título a un álbum recopilatorio de The Smiths.

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La película del realizador noruego Joachim Trier, más que rendir tributo a la banda de Manchester, emplea el conocido título (en su versión inglesa la película se titula también «Louder than bombs») con reminiscencias del texto original. La novela de Smart se centra en una compleja situación afectiva, basada en su propio affaire con el poeta George Baker (quien, a su vez, lo reflejó desde su perspectiva en la novela «La gaviota muerta»), y levantó una enorme controversia familiar hasta el punto que la madre de la autora logró que el libro fuera prohibido en Canadá y, los ejemplares que no llegaron a ser retirados, los compró para quemarlos. Siguiendo la cita, ecos de bombas, remordimientos, sangre derramada, amor y su inevitabilidad son elementos fundamentales en la película. También hay cierta remembranza temática con las circunstancias que rodearon esta novela de Smart, especialmente relacionada con la complejidad de las relaciones amorosas, el poder de la literatura y la forma de hacer frente a una visión de la verdad, ya sea para aceptarla como para decidir ocultarla y, literalmente, tirarla a la basura como hace un personaje de la película.

El filme se centra en las consecuencias con las que vive una familia formada por un hombre y sus dos hijos, interpretados por Gabriel Byrne, Jesse Eisenberg y Devin Druid, pocos años después del fallecimiento de la madre. Los tres tienen que reexaminar las secuelas de este hecho, impulsados por la próxima inauguración de una retrospectiva del trabajo de ella. Además, un artículo escrito por un cercano colaborador de la madre aparecerá durante las mismas fechas y en él se indicará de forma pública que el accidente de tráfico en el que murió no fue tal, sino un suicidio. Isabelle, nombre de la madre e interpretada por Isabelle Huppert, había sido una importante fotógrafa de guerra, partida por la dualidad de vivir dos realidades, dividida entre seguir la vocación de un trabajo que cree significativo y volver para intentar encajar en la cotidianeidad de una vida familiar.

El personaje de Isabelle es representativo del contenido de la película. Muchas de las imágenes que se muestran como parte de su trabajo son de la fotógrafa Alexandra Boulat quien, más que enfocar su cámara hacia la espectacularidad de un conflicto, fotografía las consecuencias del mismo, penetrando en el espacio familiar de quienes lo han sufrido, de quienes han sobrevivido. Metafóricamente, si Isabel muestra con sus imágenes las consecuencias de un conflicto, el legado de dolor que genera, la película retrata las consecuencias de la explosión causada por Isabelle y su muerte, y es una consecuencia emocional, melancólica, donde el presente y el pasado, sueños y angustias, humor y no querer ver se funden en un equilibrado montaje.

Esta película podría ser muchas dada la riqueza de personajes y vivencias que contiene. Podría ser una cinta acerca de una fotógrafa de guerra y haberse centrado en su trabajo en Siria o Gaza, teniendo a la familia como telón de fondo. La película podría haberse quedado ahondando en el impacto que las imágenes tienen hoy en día en la sociedad, en su explotación y su inmediatez. Podría haberse encerrado en la carga emocional de esta profesión y en el suicidio. Podría haberse fijado solo en cómo es vivir en dos mundos o en qué supone para un padre abandonar sus sueños para formar una familia, en solo ver el dolor de la desaparición de un ser querido o fijarse únicamente en la angustia de la adolescencia. Sin embargo, se centra en la familia. Todos los elementos anteriores están presentes, se muestran y se dejan ver con inteligencia, son satélites que orbitan alrededor de su centro, pero no son el corazón de la película. A pesar de que al extender el título de «Louder Than Bombs» a «El amor es más fuerte que las bombas» se puede dar a entender que el filme es meramente un melodrama familiar, hay mucho más en esta exploración de personajes, memoria y melancolía. La película penetra en cómo cada uno de ellos, el padre, su hijo profesor universitario y su hijo menor adolescente, llevan su duelo, construyen realidades, se engañan a sí mismos y, sobre todo, buscan la forma de comunicarse unos con otros.

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La película tiene momentos formalmente bellos, como son las magníficas secuencias con voz en off, una lograda transición en el tiempo recreando el flujo de la memoria, delicadeza, y sabe dejar espacio tanto a sus personajes como al espectador para que pueda verles y entenderles. Joachim Trier, tras destacar con sus dos películas anteriores «Reprise» y «Olso, 31 de agosto», ambas también con un guión firmado conjuntamente con Eskil Vogt, demuestra que el salto del noruego al inglés no ha mermado su sensibilidad ni su capacidad cinematográfica. Tampoco era presumible que lo hiciera, puesto que parte de su formación la realizó en Londres con profesores como Stephen Frears y Mike Leigh. La película tiene elementos y comparte temáticas con sus dos cintas anteriores, como el suicido, el aislamiento y una visión cinematográfica casi literaria. Es un filme que, a pesar de contar con un loable vigor en su narración, no necesita acentuar su carga ni remarcar con mayúsculas las emociones. Sin levantar la voz, pide al espectador cierto esfuerzo de inmersión y análisis. Si bien en algunos momentos la película decae tras sus mejores instantes, ésta es una historia que no busca una gratificación inmediata. Tampoco, a quien quiera un final cerrado, logrará satisfacerle pero, incluso en la inmediatez de un primer visionado, se esconden unos personajes construidos con una gran complejidad, la creación de una absorbente interconexión entre múltiples ideas y un desarrollo con el ritmo necesario de narración para que la película tenga el tiempo que se requiere para que uno mismo construya el tejido emocional que une a sus personajes y sus realidades. Al contrario que su título, «El amor es más fuerte que las bombas» no es una película que explote sino que, dentro de una historia muchas veces vista sobre una familia disfuncional y su duelo, sabe adentrarse al microcosmos familiar con sutileza y riqueza visual.

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Ficha técnica:

Dirección: Joachim Trier.
Intérpretes: Gabriel Byrne, Isabelle Huppert, Devin Druid y Jesse Eisenberg.
Año: 2015.
Duración: 109 min.
Idioma: Inglés.
Título original: Louder Than Bombs.