Era algo más que rumor. Se venía comentando desde hace semanas. El gobierno alemán y en especial el canciller Olaf Scholz habían iniciado conversaciones con Rusia con el objetivo de resolver el conflicto existente entre los dos países y evitar el desastre social que se cierne sobre Alemania y la UE. Reabrir los Nord Stream I y II y proporcionar el gas necesario para mantener la industria funcionando era la condición indispensable.
El atentado perpetrado contra los dos gaseoductos, de propiedad rusa, no va dirigido únicamente contra Moscú sino especialmente contra Alemania. Es por ello que la principal responsabilidad se ha de buscar en el conglomerado anglonorteamericano junto con otros países beneficiados indirectamente, como Ucrania o Polonia. En concreto las élites de este último país, desde hace mucho, han adoptado una postura muy dura con su vecino germano, reclamando a Berlín reparaciones de guerra. Unos días antes del inicio del conflicto en Ucrania, Biden, en presencia del canciller alemán, afirmaba: “Si Rusia invade, es decir, si los tanques o las tropas vuelven a cruzar la… la frontera de Ucrania, entonces ya no habrá… ya no habrá Nord Stream 2”. Scholz, por su parte, sólo atinó a decir que EEUU y Alemania siguen “absolutamente unidos”. Sin duda ha sido el mayor error que ha podido cometer el débil canciller alemán. El Nord Stream II se diseñó para evitar la dependencia alemana de los gaseoductos polaco o ucraniano; al bloquearlo, (Sholz no autorizó la puesta en marcha) Alemania se sometía a los intereses geoestratégicos de Norteamérica.
Coincidiendo con el atentado, Varsovia (uno de los países más interesados en esa acción) inaugura su propio gaseoducto el uno de octubre, aunque es pequeño para las necesidades europeas. Cortados los gaseoductos que atraviesan Polonia y Ucrania, para Alemania era vital el mantenimiento de los dos gaseoductos que pasaban por el fondo del mar Báltico; para Rusia representaban una fuente de ingresos estable y permanente que le permitía una cierta influencia política en el seno de la UE. Ni a Rusia ni a Alemania les beneficia este atentado. Inmediatamente y para aumentar la presión, Macron[1] permite la posibilidad de tránsito del gas licuado procedente de Norteamérica con destino España y Alemania por territorio francés. El control energético por parte de EEUU queda en evidencia.
La responsabilidad sobre los atentados está cada vez más clara. No se trata solo de recordar las amenazas contra el gaseoducto lanzadas por Biden o Victoria Nuland al señalar el 27 de enero de 2022, en una sesión informativa del Departamento de Estado: «Me gustaría decir francamente: si Rusia invade Ucrania, de cualquier manera, el Nord Stream 2 no funcionará». También cuando el excanciller polaco y actual miembro del Parlamento Europeo, Radoslaw Sikorski, daba las gracias a EEUU, en lo que parecía, Lavrov dixit, «una declaración oficial de un atentado»; en la cuenta de Twitter del Parlamentario puede leerse: «Como decimos en polaco, una pequeña cosa, pero mucha alegría.
A pesar de las claras evidencias, en los próximos días aún veremos más miembros de los ejecutivos europeos (la última ha sido nuestra ministra de Industria) haciendo un alarde de cinismo o estupidez a partes iguales acusando a Rusia de haberse auto-provocado el atentado. El ejército norteamericano por su parte amenazaba con tomar represalias contra Rusia por haber destruido “sus propios gaseoductos”. Es la feria internacional del disparate.
La crisis ucraniana, como lo hemos escrito en otras ocasiones, esconde el intento de hundir económicamente a Alemania y la UE. Aunque en realidad, dada la deslocalización industrial de occidente hacia Asia, paradójicamente, será China otra de las grandes ganadoras en este pulso puesto que Europa dejará de ser competitiva. En esta tesitura mantener operativos el Golf Stream I y II eran vitales.
En el momento actual queda claro que los auténticos enemigos de EEUU, al margen de Rusia, son sus aliados europeos. El declive norteamericano, la pérdida del control económico sobre sus aliados, orientados a maximizar sus beneficios a través del comercio con Rusia o China, explica el interés de Washington en disciplinar “aún más “a los “vasallos europeos”. Visto en perspectiva, la inexistencia de una amenaza real de China o Rusia contra EEUU ponía a este país en un aprieto: el problema para los planificadores de la industria militar es precisamente ese, la ausencia de amenazas; por eso la actual guerra en Ucrania justifica la existencia del entramado militar-industrial estadounidense. EEUU ha provocado conscientemente a Rusia y China para obligar a sus “aliados” a seguir su política de sanciones. Pequín intenta enfriar la situación. Sabe que el siguiente objetivo, de ser derrotada Rusia, serán ellos, pero precisa de tiempo para preparar y asegurar la victoria en el enfrentamiento que se dibuja en el horizonte entre ellos y EEUU. Las consecuencias de esta crisis que es multidimensional comenzamos a entreverlas. Para el caso alemán el analista Michael Hudson, y no le falta razón, aseguraba que Berlín sería derrotada por tercera vez en un siglo.
El control que ejerce en este momento la OTAN sobre los gobiernos europeos define un nuevo marco conceptual. Este organismo militar es el que dirige la política exterior europea, aunque personajes tan tristes como Josep Borrell todavía piensen que son algo en el mundo de las relaciones internacionales.
La respuesta
El atentado contra los gaseoductos es otra línea roja más que ha franqueado Norteamérica en su intento por mantener su hegemonía unipolar. EEUU y sus aliados llevan el conflicto a un nuevo escenario. Si han sido capaces de destruir los gaseoductos, ¿por qué nos vamos a asombrar de que las líneas submarinas de conexión por internet sean saboteadas? ¿por qué nos vamos a asombrar de que la miríada de satélites, tanto civiles como militares –cuyo objetivo es hoy monitorear el campo de batalla a favor de Ucrania– dejen de funcionar? La guerra ha dejado de ser localizada para convertirse en multidimensional, librándose en múltiples frentes. Si Alemania y por tanto Europa no reaccionan a este ataque contra su soberanía, el Viejo Continente, tras 500 años de liderazgo cultural y político en el mundo, caerá en las zonas grises del mundo subdesarrollado.