Economía china 2020: miradas internas

El poder de Xi Jinping

La Conferencia Central de Trabajo Económico, celebrada en Beijing entre los días 10 y 12 de diciembre, es una cita obligada en el calendario político chino que permite calibrar sensaciones y objetivos a propósito de las perspectivas oficiales para la economía del país.

A la vista de lo trascendido, la agenda y el tono general para el próximo año girarán en torno a la flexibilidad en los objetivos, empezando por el crecimiento, que podría situarse por debajo del 6 por ciento, con esta referencia como máximo. Una vez más, la calidad del crecimiento debe primar sobre la velocidad, especialmente teniendo en cuenta que los objetivos centrales del XIII Plan Quinquenal (como la duplicación del PIB o del ingreso per cápita de los residentes urbanos y rurales con respecto a los niveles de 2010) parecen garantizados. La flexibilidad alcanzará también al objetivo de inflación (muy condicionada por el alza del precio de los alimentos), que podría situarse por encima del 3 por ciento, y de déficit. El desarrollo regional, con nuevas políticas de integración, concentrará buena parte de la atención de los planificadores chinos.

La moderación de las tensiones comerciales globales y la débil demanda interna, factores que condicionaron la compleja evolución de la economía china a lo largo del presente año, podrían encontrar un respiro momentáneo en 2020. El reciente principio de acuerdo con Washington, aun sin representar la solución del contencioso abierto hace 17 meses, abre una ligera esperanza de desescalamiento de las escaramuzas que puede proporcionar cierto alivio a las exportaciones. Para China, consciente de la gravedad de las diferencias estratégicas con EEUU, se trata de estabilizar la situación y ganar tiempo para avanzar en su transformación estructural.

Las autoridades chinas confían en mantener las principales magnitudes bajo control, un marco que le debe permitir seguir impulsando la innovación y la apertura, ese mantra que en 2020 tendría los sectores industrial y financiero como referencias insoslayables. Por otra parte, la persistencia en las “tres duras batallas” (eliminación de la pobreza, control de los riesgos financieros y medio ambiente) incide en ámbitos clave en los que no podrá bajar la guardia.

La moderación del crecimiento plantea el reto añadido del empleo y de los cambios demográficos con un relativo estancamiento en el proceso de regularización de los trabajadores migrantes en el medio urbano. El objetivo para 2020 es consolidar la superación de la barrera del 60 por ciento de población urbana residente, completando la construcción de una sociedad moderadamente próspera que tiene aun en el hukou una asignatura difícil de superar.

El liderazgo económico del PCCh no está en cuestión y en un contexto de presión a la baja, la presencia del Partido en la vida económica discurrirá por la senda de una mayor profundización en aras de preservar la estabilidad a toda costa. En esto, la flexibilidad no alcanza, a la vista de la importancia “crítica” de esta etapa. Xi Jinping lo dejó bien claro en la conferencia: “hay que mantener la determinación estratégica y defender el liderazgo centralizado y unificado del Comité Central del PCCh”.

Publicado originalmente en el Observatorio de la Política China
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