La Teoría Monetaria Moderna (TMM) se ha convertido en una moda entre muchos economistas de izquierda en los últimos años. La nueva representante demócrata de izquierdas en EEUU, Alejandra Ocasio-Cortez es al parecer una de sus partidarias; y un destacado exponente de la TMM ha debatido recientemente la teoría y sus implicaciones políticas con el portavoz para economía y finanzas del Partido Laborista, John McDonnell.
La TMM tiene cierto atractivo para la izquierda, porque parece ofrecer apoyo teórico a las políticas de gasto fiscal financiadas con dinero del banco central y para aumentar el déficit presupuestario y la deuda pública, sin miedo a la crisis. Y por lo tanto para defender políticas de gasto público en proyectos de infraestructura, creación de empleo e industrias, en contraste directo con las principales políticas neoliberales de austeridad y mínima intervención del gobierno.
Por lo tanto, en esta nota voy a ofrecer mi opinión sobre el valor real de la TMM y sus implicaciones políticas para el movimiento obrero. En primer lugar, voy a tratar de hacer una descripción general de la misma para señalar sus similitudes y diferencias con la teoría monetaria de Marx.
La TMM se fundamenta en las ideas de lo que se llama el “Chartalismo”. Georg Friedrich Knapp, un economista alemán, acuñó el término “chartalismo” en su Teoría Estatal del Dinero, que fue publicada en Alemania en 1905 y traducida al inglés en 1924. El nombre deriva del latín ‘Charta‘, en el sentido de una ficha o billete. El Chartalismo argumenta que el dinero se originó con los intentos del estado de dirigir la actividad económica y no como una solución espontánea a los problemas con el trueque o como un medio para monetizar la deuda.
El Chartalismo sostiene que el intercambio de mercancías generalizado solo se generó históricamente después de que el estado fuese capaz de crear la necesidad de utilizar su moneda soberana mediante la imposición de impuestos a la población. Para los chartalistas, la capacidad del dinero para actuar como unidad de cuenta para el crédito/deuda depende fundamentalmente de la confianza depositada en el soberano o el poder del soberano para imponer su voluntad sobre la población. El uso del dinero como unidad de cuenta de las deudas/créditos es anterior a la aparición de una economía basada en el intercambio generalizado de mercancías. Así, el chartalismo argumenta que el dinero surgió primero como una unidad de cuenta de la deuda y no del intercambio. Keynes fue en gran medida un admirador del chartalismo, pero esta teoría se opone claramente a la visión de Marx de que el dinero es analíticamente inconcebible sin entender el intercambio de mercancías.
¿Puede la Teoría chartalista / Teoría Monetaria Moderna (TMM) y la teoría marxista del dinero ser compatibles o complementarias o es una de ellas errónea? Mis respuestas serían: 1) el dinero es anterior al capitalismo, pero no por la acción del estado; 2) Sí, el estado puede crear dinero, pero no controlar su precio. Así que la confianza en su dinero puede desaparecer; y 3) una posición chartalista estricta no es compatible con la teoría del dinero marxista, pero además la TMM tiene características complementarias.
Ahora quisiera tratar de ampliar estos argumentos.
La Teoría Monetaria Moderna y la teoría marxista del dinero son complementarias en la medida en que ambas son teorías endógenas del dinero. Ambas rechazan la teoría cuantitativa del dinero, es decir, que la inflación o la deflación depende de las decisiones de los bancos centrales de inyectar o no dinero-crédito. Por el contrario, es la demanda de dinero la que determina la oferta: es decir, los bancos hacen préstamos y como resultado se crean depósitos y deuda para financiar los préstamos, no al revés. En ese sentido, tanto la TMM como la teoría marxista reconocen que el dinero no es un velo sobre la economía real, sino que la economía moderna (capitalista) es una economía monetaria de cabo a rabo.
Tanto Marx como los partidarios de la TMM coinciden en que la llamada teoría cuantitativa del dinero, como la desarrollaron en el pasado el economista de la Escuela de Chicago Milton Friedman y otros, que guió la política de los gobiernos en la década de 1980, es errónea. Los gobiernos y los bancos centrales no pueden influir en los auges y crisis del capitalismo mediante el control de la oferta de dinero. El triste récord de los actuales programas de flexibilización cuantitativa (QE) adoptados por los principales bancos centrales para tratar de impulsar la economía lo confirma. Los balances negativos de los bancos centrales se han disparado desde la crisis de 2008, pero el crecimiento del crédito bancario no; y tampoco el crecimiento del PIB real.
Pero la teoría marxista de dinero hace una distinción importante que no incluye la TMM. El capitalismo es una economía monetaria. Los capitalistas comienzan con capital dinero para invertir en la producción de productos básicos y de capital, que a su vez, a través del empleo de la fuerza de trabajo (y su explotación), con el tiempo ofrece un nuevo valor que se realiza en mayor capital-dinero. Por lo tanto, la demanda de capital-dinero impulsa la demanda de crédito. Los bancos crean dinero o crédito como parte de este proceso de acumulación capitalista, pero no el capital financiero separado de la producción capitalista. Los defensores de la TMM / chartalistas argumentan que la demanda de dinero es impulsada por los “espíritus animales» de los agentes individuales (los keynesianos) o por el estado que necesita crédito (los chartalistas). Por el contrario, la teoría marxista del dinero estima que la demanda de dinero, y por lo tanto su precio, es finalmente determinada por el ritmo de acumulación del capital y el consumo capitalista.
La teoría y la historia del dinero
Esto plantea la cuestión de fondo de las diferencias entre la Teoría Monetaria Moderna, sus orígenes chartalista, y la teoría marxista del dinero. La teoría del dinero de Marx es específica del capitalismo como modo de producción, mientras que la TMM y el Chartalismo son ahistóricos. Para Marx, bajo el capitalismo, el dinero es la representación del valor y, por lo tanto, de la plusvalía. En la fórmula D-C-P-D’, D puede intercambiarse con C porque D representa C y D’ representa C’. El dinero no podría hacer el intercambio posible si la intercambiabilidad no fuera inherente a la producción de mercancías, si no fuera una representación del trabajo abstracto socialmente necesario y por lo tanto del valor. En ese sentido, el dinero no surge en el intercambio, sino que es la representación monetaria del valor del intercambio (RMVI), o del tiempo de trabajo socialmente necesario (TTSN).
La teoría de Marx analiza las funciones del dinero en una economía capitalista mercantil. Es una teoría históricamente específica, no una teoría general de la moneda a lo largo de la historia, ni una teoría del dinero en las economías pre-capitalistas. Así que, si bien es cierto que el dinero aparece por primera vez en la historia como una unidad de cuenta de los impuestos y los pagos de la deuda (como los chartalistas y Keynes señalan), ello no contradice la teoría del dinero en el capitalismo de Marx.
De todos modos, tengo grandes dudas de que, históricamente, la deuda del estado fuese la razón de la aparición del dinero (volveré a abordar este tema en futuras nota). David Graeber, el antropólogo anarquista, parece sostener esto en su libro, La deuda: los primeros 5000 años. Pero no me acaba de convencer. Marx sostiene que el dinero surge naturalmente en la medida que la producción de mercancías se generaliza. El estado simplemente valida la forma dinero, no la inventó. De hecho, creo que la cita de Locke que utiliza Graeber en la p.340 de su libro resume bien el argumento. “Locke insiste en que no se puede hacer valer más una pequeña pieza de plata si se la denomina ‘chelín’ que hacer a un hombre de baja estatura más alto por declarar que en la actualidad un pie tiene quince pulgadas”.
En la exposición clásica del Chartalismo, Knapp argumentó que los estados han designado históricamente la unidad de cuenta y que, al exigir que los impuestos se pagarán en una forma particular, garantizó que esa forma circularía como medio de pago. Todo contribuyente tendría que conseguir el dinero suficiente definido arbitrariamente por el estado y tendría que recurrir al intercambio monetario. Joseph Schumpeter refutó este enfoque cuando dijo: “Si Knapp se hubiera limitado a afirmar que el Estado puede declarar un objeto o un documento judicial o una ficha (con un signo) moneda de curso legal y que la declaración a este efecto de que un determinado documento de pago o ficha sería aceptado como satisfacción de los impuestos hubiera supuesto un importante avance en la asignación de algún valor a ese documento de pago o ficha, hubiera implicado una verdad aunque fuera obvia. Pero si hubiera afirmado que dicha acción del Estado determinaría el valor de ese documento de pago o ficha, hubiera sido una propuesta interesante, pero falsa”. [Historia del Análisis Económico, 1954]. En otras palabras, el Chartalismo es obvio y está en lo cierto o es interesante e incorrecto.
El dinero como mercancía o surgido de la nada
Marx argumentó que el dinero en el capitalismo tiene tres funciones principales: como medida de valor, como medio de intercambio, y “el dinero como dinero”, que incluye el pago de la deuda. La función de medida de valor se deduce de la teoría del valor trabajo de Marx y esta es la principal diferencia con los Chartalistas / TMM, que (por lo que se) no tienen ninguna teoría del valor y, por lo tanto, una teoría de la plusvalía.
En efecto, para los exponentes de la TMM, el valor es ignorado a favor de la primacía del dinero en las relaciones sociales y económicas. Véase esta explicación de uno de los partidario de la TMM de su relación con la teoría del valor de Marx: “El dinero no es una mera ‘expresión’ o ‘representación’ de la creación de valor agregado privada. En su lugar, la TMM supone que el dinero como columna vertebral fiscal y flujo macro-económico implican juntos un horizonte material compartido de producción y distribución … Al igual que el marxismo, la TMM basa el valor en la construcción y mantenimiento de una realidad material colectiva. En consecuencia, rechaza la teoría de la utilidad neoclásica, que basa el valor en el juego de las preferencias individuales. Pero, en contraste con el marxismo, la TMM sostiene que la producción de valor está condicionada por la capacidad fiscal abstracto del dinero y la jerarquía de la mediación que soporta. La TMM no descarta de ningún modo la fuerza de la gravitación física en la realidad humana. Más bien, de manera implícita de-prioriza la causalidad de la gravedad en los procesos políticos y económicos, mostrando las condiciones ideales en las que el dinero real se distribuye a través de la estructura piramidal“.
Si se abre uno paso en esta jerga escolástica, creo que significa que la TMM difiere de la teoría del dinero de Marx afirmando que el dinero no está vinculado a ninguna ley del valor que la arrastra como la ‘gravedad’, sino que tiene la libertad de expandirse y, de hecho, cambiar por si mismo de valor. ¡El dinero es la fuerza causal principal del valor, no al revés!
En mi opinión, esto no tiene sentido. Se hace eco de las ideas del socialista francés Pierre Proudhon en la década de 1840 que afirmaba que el problema del capitalismo era el sistema monetario en sí, no la explotación del trabajo y el modo de producción capitalista. Esto es lo que Marx pensaba del argumento de Proudhon en su capítulo sobre el dinero en los Grundrisse: “¿Pueden las relaciones de producción existentes y las relaciones de distribución que les corresponden ser revolucionadas por un cambio en el instrumento de la circulación?” Para Marx, “la doctrina que propone trucos en la circulación como una forma de, por un lado, evitar el carácter violento de estos cambios sociales y, por otro, de hacer estos cambios aparezcan no como una condición previa, sino resultado gradual de estas transformaciones en la circulación” comete un error fundamental y es una interpretación errónea de la realidad del capitalismo.
En otras palabras, la separación del dinero del valor y hacer del dinero la principal fuerza de cambio en el capitalismo es no reconocer la realidad de las relaciones sociales en el capitalismo y la producción con fines de lucro. Sin una teoría del valor, los partidarios de la TMM entran en un mundo económico ficticio, donde el estado puede emitir deuda y convertirla en créditos a cuenta del estado por un banco central, a voluntad y sin límite o repercusiones en el mundo real del capital productivo, aunque nunca es tan simple como parece.
Para Marx, el dinero hace dinero a través de la explotación del trabajo en el proceso de producción capitalista. El nuevo valor creado se materializa en productos para la venta; el valor obtenido está representado por una cantidad de dinero. Marx comenzó su teoría del dinero como una mercancía como el oro o la plata, cuyo valor puede ser intercambiado con otras materias primas. Así que el precio o el valor del oro anclan el valor monetario de todos los bienes. Sin embargo, si el valor o el precio del oro cambian debido a un cambio en el tiempo de trabajo necesario para la producción de oro, entonces también lo hace el valor del dinero como precio de otros productos básicos. Una fuerte caída en el tiempo necesario para la producción de oro y por lo tanto una caída en su valor darían lugar a un fuerte aumento de los precios de otros productos (oro español de América Latina en el siglo XVI) – y viceversa.
La siguiente etapa en la naturaleza del dinero fue el uso de papel o monedas fiduciarias fijadas por el precio del oro, el patrón oro y, finalmente, la etapa de las monedas fiduciarias o ‘dinero de crédito’. Pero, contrariamente a la opinión de los TMM o Chartalistas, esto no cambia el papel o la naturaleza del dinero en una economía capitalista. Su valor todavía está ligado a la SNLT en la acumulación capitalista. En otras palabras, el dinero mercancía tiene / contiene el valor mientras que el dinero no mercantil representa / refleja el valor y, debido a esto, puede medir el valor de cualquier otra mercancía como expresarlo en forma de precios.
Los estados modernos son claramente cruciales para la reproducción de dinero y el sistema en el que circula. Sin embargo, su poder sobre el dinero es bastante limitado – y como dijo Schumpeter (y Marx habría dicho), los límites son más claros a la hora de determinar el valor del dinero. La Casa de la Moneda puede imprimir el número de billetes y monedas que quiera, pero no puede decidir lo que representan. Esa relación se determina mediante un sinnúmero de decisiones de fijación de precios de las empresas privadas, principalmente, que reaccionan de manera estratégica a la estructura de costes y la demanda a la que se enfrentan, en competencia con otras empresas.
Esto hace que el valor del dinero respaldado por el estado sea inestable. En realidad, la teoría chartalista lo reconoce. Según esta, el principal mecanismo por el cual el Estado proporciona valor a la moneda fiduciaria es mediante la imposición de obligaciones fiscales a sus ciudadanos y proclamando que aceptará sólo una cierta forma de pago (sea la que sea) para satisfacer esas obligaciones fiscales. Pero Randall Wray, uno de los escritores más activos de esta tradición, admite que si el sistema de impuestos se rompe, “el valor del dinero caería rápidamente hacia cero.” De hecho, cuando la solvencia del estado está seriamente cuestionada, el valor de las monedas nacionales colapsa y exige cambios en los productos reales, tales como el oro, como forma de acumulación para almacenar el valor. El precio del oro se disparó en el inicio de la actual crisis financiera en 2007 y otro aumento aún mayor tuvo lugar a principios de 2010, cuando la crisis de la deuda de los países del sur del Euro, agravó la situación.
Las conclusiones de política económica
A menudo escucho a distintos defensores de la TMM decir que “el dinero puede ser creado de la nada» . El ‘Dinero bancario no existe como resultado de la actividad económica. En cambio, el dinero bancario crea actividad económica’. O esto: ‘ El dinero para un préstamo bancario no existe hasta que nosotros, los clientes, solicitamos un crédito. (Ann Pettifor). La respuesta breve a esta idea es que “sí, el estado puede crear dinero, pero no puede fijar su precio”, o valor. El precio del dinero se decide en el tiempo mediante el movimiento del capital fijo así como el tiempo de trabajo socialmente necesario. Si un banco central ‘imprime’ dinero o acepta créditos a cuenta del Estado, facilita al Estado el dinero que necesita para poner en marcha programas de empleo, infraestructuras, etc., sin sin tener que recurrir a medidas fiscales o la emisión de bonos. Esta es la conclusión de política económica de la TMM. Esa es la ‘salida’ a una crisis capitalista causada por una caída en la producción del sector privado.
La TMM y los chartalistas proponen que la inversión del sector privado se sustituya o complemente la inversión del gobierno ‘pagada’ mediante la ‘creación de dinero de la nada’. Pero este dinero pierde su valor si no guarda ninguna relación con el valor creado por los sectores productivos de la economía capitalista, que determinan la SNLT y todavía dominan la economía. En lugar de ello, el resultado será el aumento de precios y / o la caída de la rentabilidad que a la larga ahogará la producción del sector privado. A menos que los proponentes de la TMM estén dispuestos a aceptar una propuesta política marxista: es decir, la apropiación del sector financiero y los ‘altos mandos’ del sector productivo a través de la propiedad pública y un plan de producción, frenando o poniendo fin a la ley del valor en la economía, sin lo que la política de gasto público mediante la creación ilimitada de dinero fracasará. Hasta donde se, los exponentes de la TMM evitan cuidadosamente y hacen caso omiso de esa conclusión política. Tal vez porque al igual que Proudhon no entienden la realidad del capitalismo, prefiriendo los ‘trucos de circulación’; o tal vez porque en realidad se oponen a la abolición del modo de producción capitalista.
Por supuesto, nada de esto ha sido probado en la vida real, porque la política de la TMM nunca se ha aplicado (ni por supuesto, la política económica marxista en una economía moderna). Así que no sabemos si la inflación se dispararía por la creación ilimitada de dinero para financiar programas de inversión. Los partidarios de la TMM defienden que la ‘monetización del déficit’ concluiría una vez que se alcanzase el pleno empleo. Pero eso plantea la cuestión de si el sector privado en una economía puede ser sometido a la fina manipulación del Banco Central y la política de estado. La historia ha demostrado que no es así y no hay manera de que los gobiernos puedan controlar el proceso de producción capitalista y los precios de producción “de una manera tan afinada”.
Incluso el principal exponente de la TMM, Bill Mitchell, es consciente de este riesgo. Como dice él mismo en su blog, “Piense en una economía que está saliendo de una recesión y en fuerte crecimiento. Los déficits presupuestarios todavía podrían expandirse en esta situación, lo que los haría obviamente procíclicos, pero aún así la estrategia fiscal seguiría siendo la correcta debido a que el crecimiento del gasto público neto es el motor del crecimiento y de la economía hacia el pleno empleo. Incluso cuando el crecimiento del gasto no gubernamental es positivo, los déficits presupuestarios son apropiados si apoyan el movimiento hacia el pleno empleo. Sin embargo, una vez que la economía alcanza el pleno empleo, no sería apropiado para el gobierno seguir impulsando la demanda agregada nominal mediante la expansión de los gastos discrecionales, ya que correría el riesgo de inflación.” (El subrayado es mío).
Parece que la TMM, al final, se reduce a ofrecer una teoría para justificar el gasto público sin restricciones para mantener y / o restaurar el pleno empleo. Esa es su tarea, no otra. Es por esto que atrae la simpatía de la izquierda del movimiento obrero. Pero esta aparente virtud de la TMM oculta su lado negativo como un obstáculo para el cambio real. La TMM no dice nada acerca de por qué existen convulsiones en la acumulación capitalista, excepto que el estado puede reducir o evitar los ciclos de auge y caída mediante un uso juicioso del gasto público en un proceso de acumulación dominado por el capitalismo. Por lo tanto, no tiene una política de cambio radical en la estructura social.
La explicación marxista es más completa, ya que integra dinero y crédito en el modo de producción capitalista, pero también muestra que el dinero no es el problema decisivo en el modo de producción capitalista y que el control de las finanzas no es suficiente. Por lo tanto, puede explicar por qué las soluciones keynesianas no funcionan bien para sostener la prosperidad económica.
2- Los trucos de la circulación
Como he señalado, la TMM es hija de lo que se llama Chartalismo, a saber, la teoría de que el dinero es históricamente creación del estado y no, como afirma la teoría neoclásica, una extensión del comercio de trueque; o la visión marxista de que el dinero aparece con el surgimiento de los mercados y la producción de mercancías (“El dinero cristaliza necesariamente del proceso de intercambio, en el que los diferentes productos del trabajo son, de hecho, equiparados entre sí, y por lo tanto convertidos en mercancías …. En la medida en que la transformación de los productos del trabajo en mercancías se lleva a cabo, una mercancía en particular se transforma en dinero.”- Marx capital Vol 1).
No abordaremos si el Chartalismo es un relato histórico preciso de la aparición del dinero. En su lugar, me refiero a una excelente exposición corta de la historia del dinero del economista marxista argentino, Rolando Astarita (aquí). Astarita también ha analizado la TMM en varios artículos, y me apoyaré en algunos de sus argumentos. Baste decir que argumentar que el dinero sólo surgió debido al papel del Estado en las economías precapitalistas no se corresponde con los hechos.
Sin embargo, la TMM parte de la convicción de que es el estado (no las relaciones mercantiles capitalistas) las que establecen el valor del dinero. Randall Wray, uno de los principales exponentes de la TMM sostiene que el dinero toma su valor no de la mercancía “sino más bien de la voluntad del Estado de aceptarla como forma de pago”. El fundador del Chartalismo, Knapp, dice: “el dinero es una criatura de la ley” ; “La denominación de medios de pago de acuerdo con las nuevas unidades de valor es un acto libre de la autoridad del Estado”; y “en los sistemas monetarios modernos la decisión [del Estado] es siempre suprema”. De este modo, el sistema monetario moderno “es un fenómeno administrativo” y nada más.
Keynes también apoyó este punto de vista chartalista. En su Tratado sobre el dinero, Keynes afirma: “se alcanzó el dinero chartalista o estatal cuando el Estado asumió el derecho de declarar que forma de dinero acepta en un momento dado” . Así que “el dinero contable, especialmente aquel en el que las deudas, los precios y el poder adquisitivo general se expresan, es el concepto básico de la teoría del dinero”. No creo que sea correcto decir que la TMM bastardiza a Keynes (como hizo un comentario a mi primera parte) – por el contrario, la TMM y Keynes están de acuerdo en que el dinero es un producto de la creación del estado en la medida en que el estado decide la unidad de cuenta de todas las transacciones.
Pero decidir la unidad de cuenta (por ejemplo, si dólares o euros) no es lo mismo que decidir su valor para las transacciones, es decir, como una medida o depósito de valor. La TMM supuestamente apoya el enfoque del dinero ‘endógeno’, es decir, que el dinero es creado por las decisiones de los empresarios para invertir u hogares para gastar, y de los préstamos que los bancos les otorgan para ese propósito. Así que los bancos hacen préstamos y así crean dinero (emitido por el estado). El dinero es depositado por los receptores de préstamos y pagan impuestos al estado. Según la TMM, los préstamos son creados por los bancos y los depósitos son absorbidos por los impuestos, en ese orden. En un nivel simple, la TMM se limita a describir cómo funcionan las cosas en la banca y el dinero. Y esto es lo que muchos partidarios de la TMM argumentan: ‘todo lo que estamos haciendo es hacer una descripción’.
Pero la TMM va más allá. Se argumenta que el Estado crea el dinero con el fin de recibir el pago de los impuestos. El Estado puede imponer impuestos a los ciudadanos y puede decidir la naturaleza de la moneda de curso legal que sirva de dinero. Así que el dinero es un producto del estado. Por lo tanto, la TMM tiene un circuito de dinero que sería: dinero del estado – otros (entidades no estatales) – impuestos – dinero del estado. El estado inyecta dinero en el sector privado, y el dinero es luego reabsorbido con la recaudación de impuestos. De acuerdo con la TMM, contrariamente a lo que pensamos la mayoría de nosotros de forma simplista, la emisión de dinero y la recaudación de impuestos no son alternativas contrapuestas, sino acciones que ocurren en diferentes momentos del mismo circuito. Así que si un gobierno tiene un déficit fiscal y gasta más de lo que recibe en impuestos, el sector no estatal tiene un excedente que se puede utilizar para invertir, gastar y emplear a más asalariados. El déficit del Estado por lo tanto se puede financiar mediante la creación de más dinero. Los impuestos no son necesarios para financiar los gastos del estado, sino para generar demanda de dinero (¡pagar impuestos!).
Pero el circuito de la TMM no muestra lo que sucede con el dinero que los capitalistas y los hogares tienen. En la TMM, M (en valor) se puede aumentar a M’ puramente mediante un dictat del estado . Para Marx, M sólo puede ser aumentado a M’ si la producción capitalista incrementa el valor de las materias primas que se venden por más dinero. Esta fase es ignorada por la TMM. El circuito de la MTT se inicia desde el estado a los sectores no estatales y de nuevo al estado. Pero esto ocurre al revés, causalmente. El circuito capitalista comienza con el capitalista y el dinero a través de la acumulación y la explotación del trabajo y llega de nuevo al capitalista, que paga después al estado los impuestos, etc. La TMM hace caso omiso de esto. Pero demuestra que el dinero no es exógeno a la actividad económica capitalista. Su valor no es controlado por el estado.
La TMM crea la ilusión de que todo este proceso se inicia y termina con el gobierno cuando realmente comienza dentro del sector capitalista, incluyendo el sistema bancario. Los impuestos no pueden absorber por completo el dinero porque los impuestos lógicamente se producen después de un cierto nivel de gasto en la producción privada. Los impuestos son generados cuando el sector privado gasta y los gobiernos deciden utilizar los impuestos para movilizar algunos recursos para el estado. Los ingresos privados y el gasto en recursos preceden a los impuestos.
Otra chartalista, Tcherneva escribe: “Los chartalistas argumentan que, puesto que el dinero es un monopolio público, el gobierno tiene a su disposición una forma directa para determinar su valor. Recuerde que para Knapp los pagos con la moneda miden un determinado número de unidades de valor. Por ejemplo, si el Estado requiere que para obtener una unidad muy potente de dinero una persona debe proporcionar una hora de trabajo, entonces el dinero tendría un valor exactamente de una hora de trabajo. Como emisor monopolista de la moneda, el Estado puede determinar el valor que la moneda tendrá mediante el establecimiento de los términos en los cuales se obtiene el dinero de alta potencia “(página 18). Política estatal de ‘precios exógenos’ de Tcherneva es bastante similar a las del socialista utópico del siglo XIX John Gray que creía que mediante la emisión de bonos que tuvieran un precio determinado exógenamente para representar el tiempo de trabajo, las economías podrían favorecer el crecimiento y el pleno empleo – una opinión que Marx criticó .
La TMM difiere del gasto público mediante déficit fiscal keynesiano en que sus defensores defienden déficits públicos permanentes con el fin de impulsar la economía y lograr el pleno empleo de los recursos. De esta manera, el estado se convierte en el “empleador de última instancia”. De hecho, los partidarios de la TMM afirman que el paro puede ser resuelto dentro del capitalismo. Así que no hay necesidad de cambiar las formaciones sociales basadas en el capital privado. Todo lo que se necesita es que los políticos y los economistas reconozcan que el gasto público ‘financiado’ mediante la creación de dinero puede resolver el problema y alcanzar el pleno empleo.
Tcherneva escribe: “Los chartalistas proponen una política de pleno empleo en la que el estado establece exógenamente un precio importante para la economía, que a su vez sirve como un ancla para todos los demás precios …. Esta propuesta se basa en el reconocimiento de que el Estado no se enfrenta a limitaciones financieras operativas, que el desempleo es el resultado de la restricción de la emisión de moneda, y que el Estado puede ejercer una fijación de precios exógena (fijación de precios exógena)”. Esta conclusión política es bastante irónica. Conduce a la opinión de que el pleno empleo se puede lograr mediante la emisión “exógena” de moneda a un precio fijo. Y, sin embargo, la TMM rechaza el argumento monetarista de que un aumento exógeno de la cantidad de dinero debe conducir a un aumento de la actividad económica. ¡Pero pareciera que la TMM también tiene una teoría exógena de dinero!
Como Cullen Roche, un keynesiano ortodoxo, resume : “La TMM trata de reinventar la rueda y argumentar que es culpa del gobierno (e implícitamente, del resto de la sociedad) que no se pueda encontrar trabajo … La TMM defiende una causalidad invertida, comenzando con el estado y elaborando a partir de él”. Roche continúa :“la causalidad real es que los recursos privados necesariamente preceden a los impuestos. Sin un sector privado de generación de ingresos altamente productivo no hay nada especial acerca de los activos creados por un gobierno y es literalmente imposible que estos activos sigan siendo valiosos. Creamos equidad cuando producimos bienes y servicios reales o aumenta el valor de mercado de los activos con respecto a sus pasivos a través de la producción. Es completamente ilógico y tonto argumentar que uno puede simplemente “imprimir” equidad de la nada. La deuda pública es, lógicamente, un pasivo de la sociedad que la crea. La deuda pública agregada es una responsabilidad que debe ser financiada por el rendimiento productivo de esa sociedad “.
Un comentario recibido a mi primera parte cuestionó mi afirmación de que los partidarios de la TMM creen que el dinero puede ser creado de la nada – que esto era una distorsión de la TMM. El argumento real de la TMM es que el gasto público puede financiarse mediante el aumento de la actividad económica y por lo tanto más impuestos. Yo cito algunos economistas que hablaron de ‘crear de la nada’, pero al parecer estos no son verdaderos partidarios de la TMM. Pero el experto fiscal británico y economista, Richard Murphy, es sin duda un defensor de la TMM. Y según él “los gobiernos pueden hacer dinero de la nada, a voluntad … La TMM defiende que todo el gasto público está, de hecho, financiado por dinero creado de esta manera, creado por los bancos centrales en nombre del gobierno … La TMM argumenta lógicamente como consecuencia que no hay tal cosa como impuestos y gastos cuando se considera la actividad del gobierno en la economía; sólo puede haber gasto e impuestos.” Del mismo modo, Stephanie Kelton es actualmente la economista más popular de la TMM. Ella defiende que los gobiernos pueden expandir el gasto cuanto sea necesario para lograr la plena utilización de los recursos productivos en una economía gracias al dinero del estado, porque este tipo de gasto es ‘autofinanciado’.
El dinero sólo tiene valor porque hay un valor en la producción que lo respalde. El gasto público no puede crear ese valor – de hecho, algunos gastos del gobierno pueden destruir valor (armamento, etc). El valor productivo es lo que da credibilidad al dinero. Un sector privado productivo genera el producto interno y los ingresos pasivos que dan credibilidad crediticia al gobierno en el primer lugar. Cuando esa credibilidad no existe, esa confianza en la moneda del Estado puede desaparecer rápidamente, como vemos en Venezuela o Zimbabwe, e incluso Turquía en este momento (volveré a ello en una nota futura).
Para citar de nuevo a Cullen Roche: “la producción productiva, necesariamente, precede a los impuestos. En este sentido, es apropiado decir que la producción productiva sostiene al dinero. Y si la producción productiva colapsa no hay grupo armado de hombres que puedan obligar a la gente a pagar impuestos … Así que el punto importante es que un gobierno tiene efectivamente limites en su gasto. Está limitado por la cantidad y calidad de la producción productiva de su sector privado. Y la cantidad y calidad de los ingresos que el sector privado puede crear es la cantidad de ingresos que limita la capacidad del gobierno para gastar“. Esta es una terminología keynesiana: pero si cambiamos la palabra ‘ingresos’ o ‘producción’ por ‘valor’, es similar en términos marxistas.
La teoría del dinero de Marx coincide con el enfoque endógeno en la medida en que es el sector capitalista el que crea la demanda de dinero; para actuar como medio de cambio y depósito de valor. Los bancos hacen préstamos y crean depósitos, y no viceversa. De hecho, la teoría del dinero de Marx es más consistentemente endógena que la de la TMM porque reconoce la primacía del proceso de acumulación capitalista (con bancos y mercados) a la hora de decidir el valor del dinero, no ningún papel ‘exógeno’ del estado. Como dice Astarita: “la diferencia fundamental entre el enfoque marxista del dinero y el enfoque chartalista gira alrededor de este único punto. En la concepción de Marx, el dinero sólo puede ser entendido como una relación social. En el enfoque chartalista, es un artificio en el que las determinaciones sociales esenciales están ausentes …“barre debajo de la alfombra” la centralidad del trabajo productivo, y la explotación del trabajo, la verdadera base sobre la que se asienta la sociedad capitalista“.
El Estado no puede establecer a voluntad el valor del dinero que se emite por la sencilla razón de que, en una economía capitalista, no es dominante y omnipotente. Las empresas capitalistas, los bancos e instituciones dominan y toman decisiones sobre la base de la ganancia y la rentabilidad. Como resultado, de forma endógena determinan el valor de las mercancías y el dinero. La ley del valor de Marx defiende que el valor está anclado en el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción global de mercancías (bienes y servicios), es decir, mediante la productividad media del trabajo, las tecnologías y la intensidad del trabajo. El estado no puede superar o ignorar esta realidad.
Y es una realidad. Permítanme ofrecer algunas pruebas empíricas simples (algo que los defensores de la TMM no hacen). El gasto público en las economías modernas, en particular las que son objeto de la reflexión de la TMM (que no tienen mucho que decir sobre las denominadas ‘economías emergentes’ – pero volveré a ello en una nota futura), como los EE.UU. o el Reino Unido o el G7, es alrededor de un 30-50% del PIB. La inversión pública es sólo alrededor del 3-5% del PIB. Que hay que compar con la inversión del sector capitalista de un 15-25%, mientras que el gasto de los hogares varía entre el 55-70% del PIB. El volumen de bonos del gobierno nacional en manos privadas en los EE.UU. es sólo el 4% del patrimonio neto del sector privado.
Hice un pequeño análisis empírico de la relación entre el gasto público y el desempleo. De acuerdo con la TMM, se podría esperar que cuanto mayor es la proporción del gasto público en una economía, más bajo es el desempleo. Pero !la evidencia demuestra lo contrario! El gasto público en Francia es de más del 55% del PIB, del 39% en Japón y un 38% en los EE.UU.. Pero ¿cuál de estos tres países tiene la mayor tasa de desempleo? Francia 9%; Japón 2,4% y los EE.UU. 4%. La mayoría de las economías capitalistas avanzadas con los coeficientes de gasto público más altos tienen mayores tasas de desempleo. Esto demuestra que hay otras razones que la falta de gasto público para explicar el nivel de desempleo en las economías capitalistas.
Así que la emisión de dinero por el estado no es un motor clave de la economía y el empleo. Por supuesto, los defensores de la TMM a veces argumentan que este es el problema: basta con ampliar el gasto público, en particular las inversiones, financiarlas con ‘emisión de dinero’ y el estado de forma exógena superará o evitará las dificultades de la acumulación capitalista. Sin embargo, esta respuesta nos lleva inmediatamente a la cuestión, conscientemente ignorada por la TMM, de que es el sector capitalista el dominante en las economías modernas, para bien o para mal, no el dinero emitido por el estado.
¿Es realista que la TMM afirme que la única razón de las economías modernas sufran desempleo se debe a que los políticos no aplican la TMM y que los gobiernos gasten tanto como sea necesario, respaldados por la emisión de dinero controlado por el Estado? Ese no era el punto de vista de Keynes o Marx. Keynes creía que la causa del desempleo era la falta de inversión de los capitalistas; Marx dijo lo mismo (aunque el ejército de reserva de mano de obra es el resultado del sesgo pro-capital en la acumulación capitalista). La diferencia entre Marx y Keynes era lo que provoca cambios en la inversión. Para Marx era la rentabilidad; Para Keynes los ‘espíritus animales’ o la ‘confianza empresarial’. Ambos vieron las líneas de falla dentro del capitalismo: Keynes en el sector financiero; Marx en el capitalismo en su conjunto. Por el contrario, la TMM cree que es sólo ¡el hecho de no permitir que el estado amplíe la emisión de dinero!
Pero tal vez la crítica más elocuente de la TMM es que, dado que no reconoce la importancia del sector capitalista en su circuito de dinero y sólo la dicotomía estado/’sector no estatal’, no puede decirnos nada acerca de por qué y cómo hay depresiones regulares de la producción y la inversión en las economías modernas. Sobre esta cuestión, los partidarios de la TMM tienen la misma posición que los keynesianos ortodoxos: que puede ser debido a una falta de ‘demanda efectiva’ o a causa de los ‘espíritus animales’ y no con ninguna contradicción en el modo capitalista de producción. Pero para los defensores de la TMM esta cuestión es irrelevante. Los partidarios de la TMM tienen la misma visión que el economista ortodoxo keynesiano Paul Krugman, a saber, que en realidad no importa cuál sea la causa de una depresión: lo más importante es salir de ella mediante el gasto público. En el caso de Krugman través del gasto público gracias a una emisión de bonos juiciosa; en el caso de la TMM con gasto público financiado por la emisión de dinero.
Llámenme anticuado, pero creo que la ciencia avanza mejor mediante la búsqueda de las causas de porque las cosas suceden para entender mejor qué medidas se pueden aplicar de forma útil para evitar las consecuencias indeseadas (la vacunación de enfermedades, por ejemplo). Esperar ciegamente a ver si el gasto público funciona no es científico. De hecho, los economistas marxistas han trabajado mucho para demostrar que las grietas en la rentabilidad del capital es la explicación más convincente de las crisis recurrentes, no la falta de demanda ni la austeridad en el gasto público. Y eso implica medidas para reemplazar completamente la economía monetaria con fines de lucro.
La respuesta al desempleo o para acabar con las crisis no radica en el simple recurso a la emisión de dinero, como afirma la TMM. La TMM se basa en lo que Marx llamó “los trucos de la circulación”: “la doctrina que propone trucos de circulación como una forma de, por un lado, evitar el carácter violento de estos cambios sociales y, por otro, de hacer que estos cambios no aparezcan como una condición previa sino el resultado gradual de estas transformaciones en la circulación”.
La TMM alega que tiene una teoría endógena del dinero, pero en realidad defiende una exógena, basada en la emisión de dinero del estado. Afirma que el gasto público puede ampliarse cuanto sea necesario para alcanzar el pleno empleo a través de la emisión de dinero, sin ninguna referencia a la actividad productiva de la economía no estatal, en particular, la rentabilidad del sector capitalista. De hecho, de acuerdo con la TMM, el capitalismo puede sobrevivir y lograr un crecimiento armónico y pleno empleo mediante «trucos de circulación”. La TMM ignora u oculta las relaciones sociales de explotación de la mano de obra con fines de lucro. Y al vender ‘aceite de serpiente’ en su lugar, la TMM desorienta al movimiento obrero sobre cuales deben ser los cambios fundamentales.
3- Un respaldo al capitalismo
Voy a intentar abordar ahora los aspectos prácticos, en otras palabras, ¿cuáles son las propuestas de política económica que los partidarios de la TMM proponen que un gobierno aplique con el fin de crear más puestos de trabajo y mejores salarios sin provocar inflación?
Desde la Gran Recesión, los economistas de izquierda han tratado de refutar las teorías de la económicas neoliberales dominante que exigen presupuestos gubernamentales equilibrados y una reducción de los altos niveles de deuda pública. Las políticas de austeridad neoliberales han significado recortes de las prestaciones sociales, de los servicios públicos, el estancamiento de los salarios reales y un aumento del desempleo. Naturalmente, el movimiento obrero quiere revertir estas políticas que hacen que los trabajadores paguen por el fracaso de los bancos y el capitalismo.
La alternativa habitual suele venir del keynesianismo tradicional, es decir, más gasto público (mediante la ejecución de déficit en los presupuestos anuales) para impulsar la demanda efectiva en la economía capitalista, crear puestos de trabajo y aumentar los salarios. Y aquí es donde entra en juego la TMM. Como el portavoz de la TMM Randall Wray escribe, lo que la TMM aporta a la política de estímulo fiscal keynesiano es el argumento teórico de que “un gobierno soberano no puede quedarse corto de su propia moneda”. Dado que el estado tiene el monopolio de fijar la unidad de cuenta (dólares o euros o pesos), puede crear tanto dinero como sea necesario, distribuir ese dinero a entidades no estatales, y así impulsar la demanda y crear puestos de trabajo e ingresos. Como dice Stephanie Kelton, una de las principales exponentes de la TMM y asesora de Bernie Sanders, “El emisor de la moneda nunca puede quedarse sin dinero, ya que siempre puede imprimir más dólares, pesos, rublos, yenes, etc.”
Por lo tanto, los déficits presupuestarios del estado (y el aumento de la deuda del sector público) no son un problema. Y debido a que casi siempre hay ‘holgura’ en las economías capitalistas, es decir, desempleo y recursos infrautilizados, siempre hay espacio para impulsar la demanda, no sólo temporalmente hasta que el sector capitalista se recupere de nuevo (como en las políticas keynesianas), sino de forma permanente. Esto suena muy atractivo a la izquierda en el movimiento obrero. He aquí una justificación teórica del gasto público y los déficits presupuestarios ilimitados para lograr el pleno empleo sin tener que tocar las complicadas limitaciones del sector capitalista de la economía. Todo lo que se necesita es que los políticos y los gobiernos reconozcan el simple hecho de que el Estado no puede quedarse sin dinero.
La política económica de la TMM implícita en esa premisa teórica es lo que llaman “trabajo garantizado” por el gobierno. A todo el mundo se le garantiza un puesto de trabajo si quiere o lo necesitan; el gobierno los empleará en proyectos; o pagará por ellos para conseguirles un trabajo. La mayoría de las personas trabajan para las empresas capitalistas o el gobierno, pero el desempleo se mantiene y puede engullir a un sector considerable de la población activa. Así que el gobierno debe actuar como un “empleador de última instancia”. No reemplazar a las empresas capitalistas, sino movilizar a las personas en edad de trabajar que el capital no emplea. Según Randall Wray: “Bastaría con gestionar un programa colchón de mano de obra”. Se podría definir como un respaldo del gobierno al capitalismo.
Bill Mitchell es un destacado economista de la TMM de Australia y ha hecho campaña incansablemente por el trabajo garantizado por el gobierno. Él lo describe como “‘un programa de empleo público permanente que ofrece un trabajo con un salario digno (mínimo) a cualquier persona que quiera trabajar pero no puede encontrar empleo” …. Los empleos del programa de trabajo garantizado movilizaría el ‘fondo’, en el sentido de que los salarios mínimos no competirían con la estructura salarial del mercado de trabajo. Al no competir con el mercado de trabajo privado, el trabajo garantizado evitaría las tendencias inflacionarias del viejo keynesianismo, que intentó mantener plena utilización de la capacidad mediante la ‘contratación de la parte superior’“.
Garantizar un trabajo a todos suena muy bien. Pero, al parecer, no va a ser un trabajo con un salario digno (un salario con el que las personas puedan vivir dignamente). No, sólo será un ‘salario mínimo’ para asegurarse de que no “compite con la estructura salarial del sector privado”. En otras palabras, con Amazon o Wal-Mart, o las pequeñas empresas comerciales y de ocio, que seguirán pudiendo pagar a sus trabajadores salarios muy bajos (en o cerca del mínimo) sin interferencias del trabajo garantizado, porque dichos empleos tendrán que pagar menos.
Así, el trabajo garantizado actúa como un respaldo para el sector privado: no lo reemplaza. Bill Mitchell otra vez: “El Gobierno opera una reserva de estabilización de puestos de trabajo para absorber a los trabajadores que no pueden encontrar empleo en el sector privado. Esa reserva se expande cuando disminuye la actividad del sector privado. El TG cumple esta función de absorción para reducir al mínimo los costes asociados con el flujo de la economía. Así que el gobierno absorbe continuamente a los trabajadores desplazados del sector privado. Los trabajadores de la “reserva de estabilización” tendrían el salario mínimo, que establecería un piso salarial para la economía”.
En cierto modo, esto me recuerda a la idea de la Renta Básica Universal. La RBU también es un respaldo al capitalismo, al proporcionar ingresos básicos a las personas, incluso si no trabajan. El TG ofrece un salario mínimo si desean trabajar. Pero ninguno de ellos amenaza o reemplazar la estructura salarial del sector capitalista o las decisiones del capital sobre a quién emplear y en qué condiciones. Como dice Mitchell: “Para evitar afectar a la estructura salarial del sector privado y para asegurar que el TG es consistente con una inflación estable, la tasa salarial del TG debe ajustarse al nivel del salario mínimo”.
Y ¿qué tipo de empleos serán? Por definición no serán puestos de trabajo cualificados dado que el gobierno “contratará en el fondo”. Pero serán en proyectos útiles sin ánimo de lucro, como la construcción de carreteras, puentes, etc: “muchas actividades socialmente útiles, incluyendo los proyectos de renovación urbana y otros programas ambientales y de construcción (reforestación, estabilización de dunas de arena, control de la erosión del valle del río, y similares), la asistencia personal a los pensionistas, y otros programas comunitarios. Por ejemplo, los creadores podrían contribuir a la educación pública como artistas itinerantes”.
Cuando leí esa lista, me recordó al New Deal de Roosevelt de la década de 1930. Con Roosevelt, la Works Progress Administration (WPA) puso a trabajar a muchos desempleados en una amplia gama de programas de obras públicas financiados por el gobierno, con la construcción de puentes, aeropuertos, presas, oficinas de correos, hospitales y cientos de miles de millas de carreteras. Todo a cambio de ingresos muy básicos. ¿Resolvió el problema del altísimo desempleo durante la Gran Depresión? En 1933 la tasa de desempleo alcanzó el 25%; en 1938 fue el 19%; así que no fue un gran éxito. Los defensores de la TMM dirán que fue debido a que no se aplicó correctamente, dado que Roosevelt seguía tratando de equilibrar el presupuesto del gobierno, no incurrir en un déficit permanente.
El objetivo del programa de TG es proporcionar puestos de trabajo sólo con un salario mínimo. Lo que también me recuerda las famosas ‘reformas’ laborales de Hartz en Alemania en la década de 2000, que crearon programas para los desempleados con el salario mínimo estricto. La tasa de desempleo se redujo pero los salarios reales se estancaron. Aunque el desempleo está en su nivel más bajo desde la reunificación alemana en 1990, 9,7% de alemanes con trabajo todavía viven por debajo del umbral de la pobreza, definido como un ingreso de alrededor de € 940 por mes, mas o menos. De hecho, la cifra de trabajadores pobres ha crecido del 7,5% en 2006 e incluso supera la media del 9,5% en la UE, según datos de Eurostat.
Los salarios reales alemanes y el PIB per cápita
Si quiere saber cómo se sienten los empleados remunerados con el salario mínimo en el contexto alemán, lea esto.
El otro problema con el gasto público sin límite defendido por la TMM es la inflación. El estado puede controlar y emitir la moneda y los gobiernos nunca puede quedarse sin ella, pero el sector capitalista controla la tecnología, las condiciones de trabajo y el nivel de calificación y la intensidad de la fuerza de trabajo. En otras palabras, la productividad del trabajo (valor real) no está bajo control del estado a pesar de su monopolio de la impresión de moneda. Así que una economía está limitada por la productividad y el tamaño de la fuerza de trabajo cuando está totalmente ocupada. Si el gobierno sigue inyectando dinero cuando no se puede aumentar la producción, habrá inflación de los precios de los productos y/o inflación en los activos financieros especulativos.
Los partidarios de la TMM son conscientes de este problema. Bill Mitchell dice: “cuando el nivel de actividad del sector privado es tal que las presiones de precios y salarios se convierten en el precursor de un episodio inflacionario, el gobierno puede manipular los ajustes de política fiscal y monetaria (mejor política fiscal) para reducir el nivel de la demanda del sector privado”. En otras palabras, el gobierno va a recortar el gasto o aumentar los impuestos y/o las tasas de interés como la teoría económica dominante. Como resume Randall Wray: “La solución es evitar gastar más una vez se alcanza el pleno empleo; y controlar cuidadosamente el gasto incluso antes de alcanzar el pleno empleo para evitar cuellos de botella”.
Así que estamos de vuelta a la gestión macro keynesiana tradicional, algo que abismalmente fracasó en la década de 1970 cuando las economías capitalistas experimentaron estagflación, es decir, un aumento de la inflación y del desempleo al mismo tiempo. La razón fue que la inflación y el empleo no están bajo el control del Estado en una economía capitalista, sino que dependen de la rentabilidad del capital y de las decisiones de inversión de los capitalistas. La TMM sólo ofrece un respaldo a la inversión y al empleo capitalista, no una alternativa.
Si hay inflación a nivel nacional que frene las exportaciones de un país, los defensores de la TMM proponen hacer flotar la moneda. Así no hay controles de capital ni interferencias en los mercados de divisas. Randall Wray: “dejaría que dólar flotase”. Lo que podría ser aceptable para los EE.UU., cuya moneda, el dólar, es la moneda de reserva internacional y tiene que ser sostenida por los estados extranjeros y las empresas para hacer negocios. Pero esa no es la situación de las economías capitalistas más pequeñas, sobre todo de los llamados países emergentes. Si la inflación se afianza porque el gobierno está imprimiendo pesos, liras o bolivares sin parar para tratar de mantener el pleno empleo, mientras que la producción capitalista colapsa, el resultado será la hiperinflación. Y si las monedas están flotando sin ningún tipo de control, el valor de las monedas se desplomará, como en Turquía, Argentina, Venezuela, etc.
Lo que esto demuestra es que la TMM es en gran medida una teoría orientada a Australia y EE.UU. y que sus prescripciones de política económica no tienen ninguna aplicación viable en la mayoría de las economías globalmente, al igual que la teoría y la política keynesianas. El Estado puede controlar la emisión de su moneda, pero no puede controlar su valor frente a otras monedas o al oro, el dinero mundial. Si los tenedores o compradores potenciales pierden la confianza en el valor de una moneda, su valor colapsará, lo que aumenta la inflación.
La mayoría de los dirigentes sindicales se oponen a la austeridad. Pero no quieren una política que signifique la destrucción de las relaciones económicas capitalistas: algo demasiado aterrador, arriesgado y no ‘realista’, por lo que buscan políticas que ofrezcan revertir la austeridad sin poner en peligro el capitalismo, como la financiación keynesiana del déficit. La TMM ofrece una justificación teórica novedosa para la financiación del déficit permanente: el Estado controla el dinero como unidad de cuenta y no hay límite, por tanto, al gasto público y el aumento de la deuda pública no es ningún problema. La única restricción es cuando los recursos se agotan y la inflación pueden sobrevenir. Entonces es el momento de gravar fiscalmente.
De esta manera, la TMM actúa como un respaldo del capitalismo: el Estado es el empleador de último recurso, pero no el principal empleador. Busca compensar (apañar) los fracasos de la producción capitalista, no reemplazarla.
Publicado originalmente en el blog de Michael Roberts. Traducción de G. Buster en Sin Permiso.