Cancela que algo queda

Los nuevos inquisidores

A propósito de las amenazas contra El Viejo Topo y de los intentos de «cancelación» lanzados contra el mismo

Como sabemos, poder es control sobre la actividad humana organizada que produce el mundo. Actividad, praxis, es siempre hacer organizado común. El dinero es poder porque paga salarios, y organiza la actividad de millones de personas. Porque preserva y oculta la información sobre las actividades que promueve y las que piensa impulsar. Porque compra la información generada por la actividad de funcionarios. Porque compra la actividad de cuerpos armados. Etc. En suma, porque organiza y controla actividad. Pero, a pesar de todo, es la actividad de la totalidad de los miembros de una sociedad la que produce el mundo, y ese es el fundamento del poder. Es su control no democrático de la actividad lo que da el poder a una minoría. Esto hace que sea posible, como alternativa, organizarse desde la capilaridad de la vida cotidiana, y en los microfundamentos desde los que se organiza y genera la actividad –las empresas, etc– y luchar por democratizar el poder, la actividad desarrollada.

Enfocar los conflictos sociales desde lo que se denomina como «acción estratégica/ racionalidad estratégica», por parte de algunos que se llenan la boca con  declaraciones estentóreas sobre cómo hay que luchar por la democracia, es un loco, delirante, sinsentido. Un brindis al sol y una aplastante derrota anunciada. La acción estratégica consiste en pensar cuál es la mejor forma de explotar los propios recursos en la confrontación abierta y definitiva con el rival: «hasta aquí podíamos llegar, es intolerable». «Hay que aplastar a esa canalla» «o ellos, o nosotros». Pero el rival, el rival verdadero, siempre tiene más recursos, dinero, influencia, información y capacidad de control sobre la actividad que los subalternos. Las luchas y enfrentamientos desde la acción estratégica solo tienen sentido entre poderes iguales o igualados. En, ese caso, sí se trata de racionalizar el uso de la propia fuerza, de los propios recursos, descubrir las debilidades ajenas. Adelantarse en una operación. Dar el golpe con la máxima contundencia, derrotar, aplastar. Etc. No se pretende generar civilización, unir democráticamente a la mayoría del pueblo, sino destruir y aniquilar al de enfrente, considerado como ser hostil ajeno, enemigo; eliminarlo para siempre, si es posible.

Desde la desigualdad, desde la subalternidad, desde la carencia de poder, es una loca omnipotencia delirante proponer tal acción.

Pero, la sociedad es suma cero. Si un movimiento de masas genera paciente lucha por la democratización de la organización actividad, por la creación de nueva actividad cultural cotidiana, de nueva civilización organizada democráticamente: en la medida en que ese nuevo sujeto social que surge integra actividad organizada de personas, el sujeto anteriormente dominante, se disgrega y la pierde.  Si crece la democracia, si crece el consenso por la democracia, si crece la democratización sustantiva de la actividad generada, se debilita, merma, se va esfumando, el segmento social organizado por el dinero, porque merma el poder de control por parte del dinero sobre la actividad de cada uno de los individuos activos –sobre vida cotidiana exterior al proceso de trabajo, consumo incluido, sobre la actividad asalariada–  que dejan de estar aislados.

La lucha contra la reacción, la lucha contra el capital, la lucha contra las fuerzas que él crea organiza y paga para combatir las fuerzas civilizatorias, es lucha por atraer a la democracia a la mayoría inmensa de la sociedad. Lucha por hacer mediación, por crear consenso entre los diversos segmentos sociales cuya actividad capilar y pacientemente organizada puede constituir el sujeto organizado desde la democracia, el sujeto organizado por la democracia, el sujeto organizado democráticamente, el sujeto que surge de la democratización sustantiva, capilar, de la acción. Democracia sustantiva, democracia cotidiana. Democratización de la vida cotidiana.

Mediar, concordar, actuar de forma que se sumen personas, hacer comprender, y comprender, que el protagonista, el sujeto, es el agente democrático organizado de masas. Estas son tareas que exigen paciencia. Exigen modestia, exigen bregar por la amistación de los distintos y diversos, de los segmentos sociales subalternos de una comunidad social, desconocidos entre sí. De los distintos mundos desconocidos entre sí, ignotos los unos para los otros, que hay en cada mundo social. Algo que puede no ser emprendido, que puede no ser hecho. No pasa nada, todo seguirá igual.

El odio, el grito crispado, la frase perdonavidas, la condena excomulgante, la airada frase de amenaza destructiva, lanzada desde  delirio de la omnipotencia,  solo crea enemigos entre los subalternos. Si además se amenaza y desprecia a parte de los mismos, es patéticamente ridícula, porque revela la más descarnada impotencia, revela el despecho amargado de quien no es reconocido por la mayoría de las gentes a quienes él querría dirigir su discurso redentor. Ese tipo de baladronada cargada de rencor, odio, desprecio, asignaturas vitales pendientes e ira, sí puede dar pie a alguna aventura fanática, con violencia antipopular e incluso con asesinatos incluidos, de las que nadie se querrá responsabilizar luego.

Pero eso es algo que solo genera temor y crea enemigos entre los distintos segmentos de subalternos. Si entre ellos, algunos los toman en serio, esas prepotentes amenazas los arrojan en brazos del enemigo. Por esta razón, esa actitud de prepotencia, es algo que no hemos de dudar en denunciar, por más que con el dedo, ya tocando a la boca o a la frente, silencio avisen o amenacen miedo.

De esa forma de entender la política solo se puede decir que nunca ha sido comunista, nunca ha sido la elaborada por el comunismo en los periodos en los que el comunismo ha estado a la altura de las condiciones históricas, ha sido útil a la civilización porque se ha convertido en el mediador intelectual que ponía de acuerdo, unía gentes, ayudaba a organizar actividad democratizada, democracia sustantiva, ayudaba a crear nuevo sujeto. Es no haber comprendido nunca lo que es la democracia, la democracia sustantiva, la lucha por la democratización de la actividad social organizada, desde la cotidianidad, desde sus fundamentos antropológicos, capilares. No haber sabido ver nunca dónde se produce, dónde se da la verdadera batalla contra el enemigo, No saber quién es el enemigo. Confundirlo debido a las ínfulas supremacistas etnicistas, particularistas, del airado vocinglero, incapaz de sentirse igual, de reconocer como iguales, de reconocerse en, los otros subalternos de mundos distintos al mundo suyo.

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