Beasts of No Nation

Beasts of No Nation
No hace falta buscar esta película en la cartelera porque, al menos de momento, no lo va a estar. Llega de la mano de la recién aterrizada Netflix, y solo se encuentra disponible a través de esta plataforma digital. «Beasts of No Nation» destaca por dos aspectos: el primero por ejemplificar un paso más en el cambio de modelo concerniente a la distribución cinematográfica y el segundo, y da igual si es en pantalla grande o pequeña, por ser una enorme película.

El desembarco de Netflix en España se ha hecho esperar pero era inevitable. Netflix es un gigante venido de Estados Unidos de la llamada distribución VOD (Video On Demand), un nuevo jugador en el panorama nacional donde conviven trágicamente el modelo tradicional de salas cinematográficas, las televisiones públicas, privadas y de pago, la distribución de contenidos a la carta y, además, una cultura de la piratería cada vez más asentada. Falta ver cómo de grande o pequeño va a ser el rodillo de Netflix con respecto a las interesantes iniciativas de distribución online que han ido apareciendo estos últimos años (Filmin, Wuaki, Cineonline y demás) y cuánta gente apostará por un modelo de tarifa plana para acceder a contenidos que, hasta ahora, se siguen pudiendo conseguir de forma gratuita. No obstante Netflix se presenta con un catálogo limitado, diezmado además por extrañas cuestiones comerciales ya que vendió con anterioridad la distribución de contenidos de producción propia, como la serie «House of Cards», a otras plataformas. Lo que sí ha hecho Netflix es traer consigo una guerra con los modelos de distribución en salas cinematográficas.

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Cuando Netflix compró en subasta los derechos de distribución de «Beasts of No Nation» por 12 millones de dólares su intención era hacer un estreno simultáneo en salas y en su plataforma digital. Rápidamente las cuatro mayores cadenas de cines de EE.UU. (AMC, Regal, Cinemark y Carmike) se alienaron para hacer un boicot a la película. La norma en el país norteamericano es que haya una ventana de 90 días entre la fecha de estreno en salas y la de distribución doméstica, a pesar de que productoras de peso como Paramount hayan pedido que se reduzca a, por ejemplo, dos semanas. La cuestión no es baladí: las salas ven en estos 90 días el oxígeno que permite su supervivencia y, por el contrario, la tendencia apunta a que el mercado ve muchos más clientes potenciales sentados en los sofás de sus hogares que en las cifras de los que se desplazan a la butaca de una sala de proyección.

Al final, en España, «Beasts of No Nation» no ha sido estrenada en salas, en Inglaterra solo en los cines Curzon y con una semana de antelación de su distribución online en Netflix y, en Estados Unidos, en lo que denominan «salas seleccionadas» en alusión a unos pocos cines minoritarios ubicados normalmente en Nueva York. Si bien el estreno en cines aún otorga a una película cierta aura de calidad, es también un requisito para que una película sea considerada en la carrera de los Óscar. Y «Beasts of No Nation» puede competir en ellos perfectamente.

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La película narra, de principio a fin y con toda la dureza esperable, dado el tema, las vivencias de un niño soldado, Agu, en un país africano innombrado y su relación con el batallón y el comandante que lo dirige. Por su argumento y también a causa del impacto emocional que crea, podría haber cierta reticencia en ver un filme que muestra algo tan turbador. Justo a mitad de metraje aparecen por única vez hombres blancos. Lo hacen dentro de sus vehículos, sacando fotografías y observando tras el cristal, sin tan siquiera detenerse mientras una columna de niños armados avanza en dirección contraria. Es la secuencia con el punto de vista invertido con respecto a lo que uno ve sentado desde su casa occidental en las noticias. «Beast of No Nation» obliga al espectador a detenerse, le obliga a bajar a la altura de los ojos de este niño soldado y a lidiar en primera persona con la degradación moral a la que puede llegar la sociedad humana. No es una película gratuita, al contrario. La película no apela al sentimentalismo fácil y su director, Cary Joji Fukunaga, logra un impresionante equilibrio entre el estilismo visual y el drama humano.

En este aspecto la película es todo lo que se podría esperar del poder atmosférico en la creación de imágenes y secuencias por parte de Cary Joji Fukunaga, («Sin Nombre» y responsable de la alabada primera temporada de «True Detective»), quien también es el director de fotografía y firma el guión adaptando la novela homónima escrita por Uzodinma Iweala. Fukunaga nunca se aleja del punto de vista de Agu, y la textura de sus imágenes se funde perfectamente con el impacto y la inmediatez con el que las situaciones bélicas y humanas golpean a Agu. Pero es el nivel interpretativo del elenco, sustentado por dos pilares de diferente estatura pero igual tamaño interpretativo, quien termina robando la función. El británico Idris Elba («Luther») realiza una absorbente y shakesperiana composición del comandante de un batallón formado principalmente por niños soldados, construyendo una figura con la misma entereza con la que abordó el reverso de este personaje cuando interpretó a Nelson Mandela en «Mandela: del mito al hombre». La gran sorpresa es Abraham Attah, quien se estrena en el cine encarnando a Agu, el niño soldado, y cuya impresionante actuación le valió el premio Marcelo Mastroianni en el Festival de Venecia.

Decir que la película es incómoda es un eufemismo. Pero es además absorbente, cinematográficamente es tan evocadora como penetrante (particularmente destacables sus largas secuencias de una sola toma) y su nivel interpretativo es loable. Su visionado es una experiencia que cuestiona el instinto de no querer pensar en lo que sucede, ya no en guerras en países africanos y que en este caso remiten a Nigeria, sino en cualquier guerra en la que los espectadores occidentales asistimos a los resúmenes de 30 segundos en telediarios sin descender al infierno que hay detrás.

Ficha técnica:
Director: Cary Joji Fukunaga.
Protagonizado: Abraham Attah y Idris Elba.
Año: 2015.
Duración: 137 min.
Idioma: Inglés.

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