El 15 de febrero de 2016, el analista saudita Dahham Al-’Anzi, muy cercano al príncipe Mohamed ben Salman –hijo del rey Salman y actual ministro de Defensa de Arabia Saudita–, declaraba a Russia Today que Arabia Saudita poseía la bomba atómica desde hacía 2 años; el comentarista Saudí declaró: ¿Para qué creen ustedes que compramos todos esos misiles y aviones? ¡Nosotros tenemos la bomba atómica desde hace más de 2 años! Un ensayo puede realizarse dentro de pocas semanas”.
Se entendería así como el 26 de marzo de 2015, el entonces embajador de Arabia Saudita en Estados Unidos, Adel Al-Jubeir, se negara a responder a preguntas de periodistas de la CNN sobre el proyecto saudita de obtención de la bomba atómica. Lo que está fuera de toda duda es que Arabia Saudita ha pagado por ese artefacto. Aunque el 7 de marzo el ministro de Asuntos Exteriores de Pakistán negaba esta posibilidad.
Al parecer de los dos candidatos posibles para la venta, a saber Israel y Pakistán, ninguno ha firmado el Tratado de No Proliferación como así lo hizo Irán. Arabia Saudita que si ha firmado el Tratado de No Proliferación, podría justificar la compra aduciendo que el arma o las armas no fueron adquiridas por el país sino “personalmente” por el rey para defender a los árabes de la “dictadura siria”. Asistiríamos así a una “privatización” del armamento nuclear, escenario hasta hoy inimaginable pero que debe tomarse muy en serio. Se abre la caja de Pandora del enfrentamiento nuclear. Por otra parte las nuevas directrices estadounidenses sobre el uso de armas tácticas (nucleares) en un escenario de guerra, insisten en la flexibilidad de uso de ese armamento. Un general en campo de batalla puede, sin pedir la autorización del Estado Mayor o el presidente utilizar estas armas. Se ha abierto la veda a que cualquier país o grupo terrorista se dote de armas radiactivas.
Según el periodista Duane Clarridge el vendedor y fabricante de la bomba sería Islamabad. Fuentes de la BBC indicaron que un alto mando de la OTAN habría filtrado la noticia de la existencia de documentos secretos de inteligencia que demuestran que Pakistán ha producido bombas nucleares para Arabia Saudita y están «listos» para su entrega. La cadena británica se hacía eco también de las manifestaciones del ex jefe de la inteligencia militar israelí, Amos Yadlin, en Suecia en el mes de enero cuando señalo: «los saudíes no va a esperar un mes. Ellos han pagado por la bomba, van a ir a Pakistán y traer lo que necesitan para llevar”.
Por otra parte Gary Samore, asesor en la lucha contra la proliferación nuclear del presidente, Barack Obama, también habría afirmado que Arabia Saudita tiene posiblemente un «entendimiento» con Pakistán para obtener armas nucleares cuando sea necesario.
Con toda seguridad podemos afirmar que el vendedor es Pakistán. Este país ha recibido ingentes sumas de dinero por parte de la casa de los Saud, desde hace décadas, para promover las teorías más extremas del Whabarismo en las escuelas coránicas. Se calcula que la inversión realizada por Arabia Saudita para financiar las Madrasas (escuelas coránicas) supera desde la década de los años 80 los 87.000 millones de dólares. Pakistán ha sido un gran receptor de estos fondos que permitieron en su momento la formación y crecimiento del movimiento talibán; cuyo origen no es Kabul sino Islamabad. Según un informe de la BBC (noviembre del 2013). Arabia Saudita había adquirido armas nucleares con sus correspondientes vectores de lanzamiento (misiles portadores). Este país no tiene capacidad tecnológica para fabricar este tipo de artefactos. Por tanto, utilizando el petróleo subvencionado como financiación hacia Pakistán, Riad contribuyó a financiar indirectamente el proyecto nuclear de este país. Todo ello con el beneplácito de Estados Unidos.
Como se ha podido ver en la guerra Siria estas escuelas coránicas creadas en múltiples países han funcionado como oficinas de reclutamiento del ejército islámico. El Wabarismo que se predica en estos centros es un una visión del islam tan horrenda y retrógrada que permite la lapidación a las mujeres por “brujería” o “adulterio”, mientras otras penas menores como el robo se castigan con la amputación. En Arabia Saudita el total de ejecutados en 2015 casi alcanzó los 800. La disidencia política se paga en muchos casos con terribles penas de cárcel, la tortura y en muchas ocasiones la muerte. Éste es el gran aliado de occidente, gran amigo de la casa real española y condecorado hace escasos días por el presidente francés Hollande en un acto tan vergonzante que para evitar la reacción airada de los sectores sociales se hizo de forma clandestina; el desprestigiado presidente francés agradecía de esa forma las compras de material de guerra hechos a la industria francesa, y por otra parte no sería de extrañar que de alguna forma financiaran las próximas campañas electorales del Partido Socialista francés al igual que sucedió con el presidente Sarkozy y el caso libio.
Arabia Saudita ha comprado la bomba atómica aunque los grandes medios occidentales no lo hayan mencionado. Uno de los países que promociona el terrorismo internacional se ha dotado de armas de destrucción masiva. Estados Unidos, la Unión Europea… han mirado para otro lado. La locura, la cobardía, la inacción de occidente que piensa únicamente en los pingües negocios que se pueden hacer con esa monarquía petrolera ha permitido que este país posee el arma nuclear. Como diría el periodista Giulietto Chiesa: “Es hora de tener miedo de verdad”.
La monarquía saudita, es una monarquía feudal donde no existe la diferenciación entre lo público y lo privado, de hecho el presupuesto nacional lo distribuye la familia gobernante según su capricho, ya que es de su propiedad, así como la tierra y las riquezas petrolíferas del país. En este momento Arabia Saudita está embarcada en múltiples frentes, da apoyo financiero a los grupos terroristas en Siria e Irak, apoya a los grupos Whabaries en Libia e intenta con la guerra que mantiene en Yemen hacer penetrar su ideología en el Cuerno de África, para asegurarse los ricos yacimiento de gas y petróleo en el sur de Yemen, así como controlar el paso de los petroleros (el 40 % del petróleo exportado en Oriente Medio pasa por allí) en la zona.
De esas aventuras ninguna le está saliendo bien, al contrario, la guerra en Siria e Irak es cada vez más difícil de ganar, se da por perdida, la guerra en el Yemen va tan mal que ha accedido a entablar conversaciones de paz con el movimiento yemení Ansarulá, la primera consecuencia ha sido establecer una tregua, intercambiar prisioneros y los cuerpos de centenares o miles de soldados que ha perdido Riad en esta absurda guerra, que , por otra parte, ha costado al pequeño país yemení una devastación terrible, mientras la ONU y Occidente miraban como casi siempre hacia otro lado.
Pudiera ser que los saudíes hubieran llegado demasiado lejos; la imagen de un Oriente Medio aún más nuclearizado es una figura que causa pavor y abre insospechados horizontes a una situación política compleja y especialmente tensa.