
Puta y fruta. Bonita rima. Una divertida ocurrencia para tapar un gesto miserable. Y, un rato después, banderas al viento portadas por aguerridos de impasible ademán. No están de vuelta, es que nunca se habían ido.
TOPO EXPRESS
Todo aquello que afecta a las gentes que viven en el fragmento de mundo denominado España, centrándonos en la política que se desarrolla en su seno y muy específicamente en la cuestión territorial, pues esta constituye uno de los grandes problemas políticos del momento, sin olvidar la cuestión social en todos sus aspectos.
Puta y fruta. Bonita rima. Una divertida ocurrencia para tapar un gesto miserable. Y, un rato después, banderas al viento portadas por aguerridos de impasible ademán. No están de vuelta, es que nunca se habían ido.
¿Para evitar el espantajo PP-VOX vale cualquier cosa? ¿Dejar abandonados y sin horizonte a los catalanes no independentistas no es un precio demasiado alto? El tiempo lo dirá, pero el conflicto civil asoma la nariz tras la puerta del Congreso.
La poesía que oculta la realidad no es poesía, es simplemente una manera de retorcer esa realidad y convertirla en una invención. Y a veces esa invención hace daño. Mucho daño. Sobre todo a la verdad.
La obra de Paco Fernández Buey sigue más que viva, vivísima. En un libro reciente, Díaz Salazar ha reunido textos significativos de nuestro Paco en torno a tres preocupaciones fundamentales suyas: ecologismo, feminismo, desigualdad social.
Resulta difícil de entender que haya partidos políticos que tantas décadas después sigan tratando de dificultar la recuperación de la memoria y la dignificación de las víctimas. Dan náuseas, pero es lo que hay. Y debemos combatirlos.
Hay genealogías que es mejor ignorar u ocultar si es que uno quiere pasearse con la frente alta. La de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange, es una de ellas.
Desde la Cataluña no nacionalista, Salvador López Arnal saca a la luz algunas paradojas que los resultados electorales del 23-J ponen sobre la mesa, y que afectan de pleno a los grandes olvidados: los catalanes –que son muchos¬– que no apoyan la secesión.
Vivir al día no resuelve nada; simplemente posterga lo inaplazable. Y nos sume en el desconcierto. Sin proyecto de país, todo vale y nada sirve. Y el futuro se oscurece, aunque se siga andando a trompicones. Y ahí (afuera y dentro) están las derechas.
Palabras fuertes aquí y ahora: Formar parte de un gobierno como el que se avecina puede terminar siendo el fin de una izquierda española alternativa y con voluntad transformadora. Las dice Manolo Monereo, y no es palabrería.
Ganaron la guerra y la quieren seguir ganando. Con ese lenguaje que confunde la verdad de los hechos. Con esa doble moral que les permite hablar sólo de las víctimas de ETA y negar la más mínima dignidad a las víctimas de la dictadura.
Gran parte de los votantes de izquierda se hallan sumidos en el desconcierto. Por una parte, el gobierno actual es descaradamente liberal y atlantista. Por otra, es evidente que algunas cosas se han hecho bien, y que la alternativa es mucho peor. ¿Hay que votar?
El desenlace de la dura pugna por la alcaldía de la ciudad condal resulta ilustrativo de las corrientes de fondo que atraviesan las fuerzas políticas catalanas y su recomposición tras las turbulencias de la década procesista.