
Gracias al maldito coronavirus hoy vemos claro que un cambio político radical ha de contar con medidas anticapitalistas, indispensables para poner fin a la dictadura que la ley del beneficio ejerce sobre la sociedad, y medidas de democracia radical.
TOPO EXPRESS
A estas alturas es ya obvio que la crisis ecológica constituye una amenaza para la supervivencia de la especie. El cambio climático es una realidad aplastante, y exige la toma de medidas que no parece que las grandes corporaciones industriales del planeta estén realmente dispuestas a tomar, amparadas en unos poderes políticos que no ponen en práctica su propio discurso.
Gracias al maldito coronavirus hoy vemos claro que un cambio político radical ha de contar con medidas anticapitalistas, indispensables para poner fin a la dictadura que la ley del beneficio ejerce sobre la sociedad, y medidas de democracia radical.
Se necesita un internacionalismo robusto para prestar una atención adecuada e inmediata a los peligros de la extinción: extinción por la guerra nuclear, por la catástrofe climática, y por el colapso social.
La pandemia ha desvelado con nitidez la fragilidad de nuestro metabolismo social. Es preciso soñar y establecer laboratorios de experiencias que proyecten horizontes de deseo compatibles con los límites físicos del planeta y la justicia.
El ecosocialismo y el movimiento por el decrecimiento figuran entre las corrientes más importantes de la izquierda ecologista. Su confluencia sería un importante paso en la urgente tarea de detener la dinámica suicida de la civilización actual.
Las propuestas del FMI suponen una 'cortina de humo' para ocultar que mientras la industria de los combustibles fósiles y otros grandes emisores de gases de efecto invernadero no se toquen, se continuará hacia un calentamiento global irreversible.
Las causas del cambio climático se entretejen con las de la pandemia. Ni la injusticia climática ni las pandemias son naturales. En ambos casos el sistema alimentario agroindustrial es uno de sus principales causantes. ¿Cuándo será la hora de actuar?
Una nueva cepa de gripe porcina ha mutado para infectar a humanos y se está expandiendo en China. Urge desmantelar el actual sistema agrícola y pecuario industrial, productor letal de enfermedades para las personas, los animales y el ambiente.
Con la pandemia la agenda de las plataformas digitales avanzó vertiginosamente en la agroalimentación. Pero los sistemas alimentarios más seguros y que además previenen futuras pandemias son los sistemas campesinos y las redes locales campo-ciudad.
Las mayores trasnacionales de los agronegocios –junto con las de informática y otras– están gestando un ataque en varios frentes con el fin de apropiarse de la decisión global sobre políticas agrícolas y alimentarias en pro de la agricultura 4.0.
La crisis ecológica está ya presente y se convertirá todavía más en la cuestión social y política más importante del siglo XXI. El porvenir del planeta y de la humanidad va a decidirse en los próximos decenios.
Tal día como hoy de 1960 moría el eminente astrónomo y teórico comunista neerlandés Anton Pannekoek. Destacado portavoz del movimiento de la izquierda consejista, lo recordamos hoy con este contundente y anticipador texto suyo publicado en 1909.
La conclusión a extraer de esta crisis es que se necesita dar una prioridad mucho mayor a la salud, el bienestar y el cuidado. Para ello hay que luchar para que la salud y la industria farmacéutica salgan definitivamente del mercado.