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Lo obvio suele ser verdad: 462 euros no dan para vivir: pagar el alquiler, la comida, el agua, el gas, la ropa, un imprevisto… No dan sobre todo para estar tranquilo, para apuntalar un sosiego, una salud mental, una confianza en el futuro.
TOPO EXPRESS
La lucha por los Derechos Humanos ha de convertirse en este siglo XXI en uno de los grandes motores de la emancipación de todos. La crisis de los refugiados, las guerras en Oriente Medio, el terrorismo, ponen de manifiesto que la vida humana sigue siendo un elemento “prescindible”, y los derechos básicos siguen siendo desatendidos en muchos ámbitos a nivel mundial. La consolidación de nuevos derechos –o que parecen nuevos– ha de constituir una de las grandes victorias de la humanidad ene este siglo XXI.
Lo obvio suele ser verdad: 462 euros no dan para vivir: pagar el alquiler, la comida, el agua, el gas, la ropa, un imprevisto… No dan sobre todo para estar tranquilo, para apuntalar un sosiego, una salud mental, una confianza en el futuro.
La actitud insolidaria de las empresas suministradoras muestra con claridad la incompatibilidad de conciliar el derecho humano al agua con el lucro y el negocio. El Gobierno debe volver a prohibir los cortes de agua, gas y electricidad.
Está en marcha una iniciativa ciudadana para llevar la propuesta de una renta básica universal a las instituciones europeas. ¿Cómo cambiaría la existencia al disponer de un ingreso mensual garantizado al margen del empleo?
La persistencia de la pandemia de Covid-19 ha desatado una carrera desaforada de las transnacionales farmacéuticas por lograr una vacuna. De las primeras 35 en prueba, 17 se basan en técnicas de ingeniería genética no probadas antes en humanos.
Lentitud, irregularidades en la gestión, falta de transparencia. Lejos de cumplir sus objetivos, el Ingreso Mínimo Vital no llega aún a nueve de cada diez solicitantes. La solidez del escudo social previsto está así en cuestión.
Hace 75 años, los días 6 y 9 de agosto de 1945, bombarderos norteamericanos lanzaron en Hiroshima y Nagasaki el hasta hoy único ataque nuclear de la historia. Sus consecuencias continúan siendo hoy responsables de cánceres, leucemias…
Tal día como hoy en 1817 nacía en Massachusetts el maestro y referente de la desobediencia civil Henry David Thoreau. Filósofo, poeta, escritor, sus textos y su testimonio personal de no cooperación con el mal moral están hoy más vivos que nunca.
Después de más de 40 años desde la instauración de la democracia, España, a diferencia de Portugal, carece de un museo dedicado a la memoria del combate a la dictadura y al reconocimiento de la lucha por la libertad.
El decreto aprobado sobre el Ingreso Mínimo Vital confirma los peores augurios y dibuja una renta mínima convencional. En algunos aspectos incluso empeora el calvario burocrático y la inseguridad jurídica tan habitual en las rentas mínimas autonómicas.
En Madrid la desproporción es abismal entre lo que es capaz de hacer el Ayuntamiento, con más de 25.000 trabajadores y un presupuesto de más de cinco mil millones y un conjunto de voluntarios/as sin más recursos que las donaciones solidarias.
La pandemia multiplica la penuria y hunde en la miseria a millones de trabajadores que ni en sus peores pesadillas se imaginaban tener que recurrir al auxilio de los alimentos públicos. Un hondo malestar empapa la sociedad. Es tiempo de lucha de clases.
Las rentas mínimas de inserción son una de las piezas que atrapa a los más humildes en la tela de araña de la precariedad. En España solo cubren al 7’6% de la población que vive bajo el umbral de la pobreza. Es la hora de la renta básica.