Anton Pannekoek (Vaassen, Países Bajos, 2 de enero de 1873 – Wageningen, Países Bajos, 28 de abril de 1960). Astrónomo y teórico comunista neerlandés.
Empezó su militancia en el ala izquierda de la socialdemocracia alemana. En 1919 fundó el Partido Comunista Neerlandés y formó parte de la izquierda comunista germano-holandesa. Fue uno de los representantes más rigurosos del comunismo de los consejos.
La vida de Anton Pannekoek coincide casi enteramente con la historia del movimiento obrero moderno. Ha conocido su desarrollo como movimiento de protesta social, su transformación en un movimiento de reforma social, y su eclipse como movimiento de clase independiente en el mundo contemporáneo. Pero Pannekoek conoció igualmente sus posibilidades revolucionarias en los levantamientos espontáneos que, de cuando en cuando, interrumpieron el curso tranquilo de la evolución social. Entró como marxista en el movimiento obrero y murió como marxista, persuadido de que si aún hay un futuro, ése será un futuro socialista.
Como otros socialistas holandeses notorios, Pannekoek salió de la clase media y, como lo hizo observar una vez, su interés por el socialismo provenía de una inclinación científica bastante poderosa por abarcar a la vez la sociedad y la naturaleza. Para él, el marxismo era la ciencia extendida a los problemas sociales; y la humanización de la ciencia era un aspecto de la humanización de la sociedad. Sabía conciliar su gusto por la ciencia social con su pasión por las ciencias de la naturaleza: no sólo llegó a ser uno de los teóricos dirigentes del movimiento obrero radical, sino también un astrónomo y un matemático de reputación mundial.
Casi toda la obra de Pannekoek está impregnada de esa actitud ante las ciencias, ante la filosofía de la naturaleza y de la sociedad. Una de sus primeras publicaciones, “Marxismo y darwinismo”, esclarece la relación entre ambas teorías. Uno de sus últimos trabajos, La Antropogénesis, trata del origen del hombre; “la importancia científica del marxismo, así como la del darwinismo, escribía, consiste en desarrollar hasta sus últimas consecuencias la teoría de la evolución, el primero en el dominio de la sociedad, el segundo en el del mundo orgánico”. La importancia de la obra de Darwin reside en la demostración de que “en ciertas condiciones, una especie animal se transforma necesariamente en otra”. El proceso de la evolución obedece a un “mecanismo”, a una “ley natural”. El hecho de que Darwin hubiese identificado esta “ley natural” con la lucha por la existencia, análoga a la competencia capitalista, no afectaba a su teoría; no por ello la competencia capitalista se convertía en una “ley natural”.
Extracto de la biografía escrita por Paul Mattick en 1960.