Qatar está inesperadamente bajo el asedio de sus vecinos. Liderados por Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, con el apoyo de Egipto, Bahrein y Yemen, los cinco estados árabes cortaron las relaciones diplomáticas con Qatar, suspendieron los viajes por tierra, aire y mar y están expulsando a los ciudadanos qataríes que tienen 48 horas para dejar el país.
Los saudítas y sus aliados están exigiendo, en efecto, que Qatar termine su política exterior independiente y controle o cierre su estación de televisión, Al Jazeera. Afirman que Qatar es cómplice de Irán al apoyar al terrorismo, aunque Qatar es una de las coaliciones de los estados sunitas que apoyan a fuerzas hostiles a Irán en Siria y Yemen.
Un lobista pro-saudita en Estados Unidos incluso amenaza con el cambio de gobierno en Qatar, tuiteando a su emir: “Quisiera recordarles que el presidente egipcio Mohammed Mursi hizo exactamente lo mismo que ustedes y luego fue derribado y encarcelado”.
Hace tiempo que Arabia Saudita y Qatar son rivales y, a pesar del pequeño tamaño de Qatar, su gran riqueza y vastas reservas de gas le han dado gran influencia. Apoyó la Primavera Árabe con fondos y medios de comunicación, simpatizando con los Hermanos Musulmanes en Egipto y Hamas en Gaza.
Hace tres años, en 2014, hubo una confrontación similar pero menos seria entre Qatar y sus vecinos, que lo acusaban de injerencia en sus asuntos internos. Desde entonces, Qatar ha sido mucho más complaciente en no confrontar o perseguir políticas radicalmente diferentes de las de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos.
¿Qué ha cambiado en el Golfo para precipitar una crisis ahora? La respuesta es que la bola demoledora de Trump pasó por la región el mes pasado y el respaldo sin reservas del presidente de los Estados Unidos para Arabia Saudita y particularmente para el príncipe Mohammed bin Salman alteró el equilibrio de fuerzas regional. Ya alentó a la monarquía sunnita de Bahrein a aplastar la última resistencia chiíta a su dominio, matando a cinco manifestantes en una aldea y cerrando el único periódico independiente que queda.
Mucho más seriamente, el apoyo incondicional de Trump a las monarquías y autocracias sunnitas durante su visita de dos días a Riad envalentonó al reino para comenzar una nueva confrontación con Qatar. Trump no pudo haber querido desencadenar esta última crisis cuando agresiva e incorrectamente demonizó a Irán e implicó a los chiítas con el terrorismo en Medio Oriente y el Norte de África. Pero sus palabras fueron interpretadas por los sauditas como un permiso para actuar contra Qatar, aunque allí está instalada una base estadounidense.
Artículo publicado originalmente en The Independent y traducido por Celita Doyhambéhère para Página 12