En vísperas de las elecciones gallegas y vascas y a una semana de la moción de confianza de Carles Puigdemont, el líder de Podemos en Catalunya, el periodista Albano Dante Fachín, lanzó un órdago al amenazar con romper la coalición Catalunya Sí Que Es Pot (CSQP), la confluencia en el Parlament de Catalunya de Podemos, ICV, EUiA e independientes, si no se le daba la suficiente visibilidad en el grupo parlamentario.
Entre sus exigencias figuraba compartir la portavocía del grupo que ahora ejerce Joan Coscubiela, ex secretario general de CC.OO en Catalunya y ex diputado de ICV en el Congreso de los Diputados en la pasada legislatura.
Hemos de tener presente que en esta confluencia no participó Barcelona en Comú, liderada por Ada Colau, que se desmarcó de ella argumentando que no se trataba de una auténtica confluencia, sino de una coalición clásica entre partidos decidida por sus cúpulas sin contar con las bases. Además, el relativo fracaso de esta coalición, que sólo obtuvo 11 diputados en las elecciones “plebiscitarias” del 27S, muy por debajo de sus expectativas, reforzó la posición de Colau, pues se atribuyó a su ausencia estos malos resultados. No obstante, estos malos resultados podrían imputarse a las ambigüedades de la formación en su posición sobre la independencia en unos comicios centrados monotemáticamente sobre este tema y que otorgaron unos excelentes regristros a Ciudadanos, que pasó de 9 a 25 diputados, sobre todo en las áreas metropolitanas de Barcelona y Tarragona. Justamente, donde En Comú Podemos se alzó con la mayoría en los comicios generales españoles. De este modo, se extendió la tesis de que el liderazgo de la alcaldesa de Barcelona resulta imprescindible para el éxito electoral de cualquier confluencia catalana. De hecho, las dos victorias de En Comú Podem en los dos comicios generales en Catalunya, liderado por una persona de su máxima confianza como Xavier Domènech, donde sí ha participado Barcelona en Comú, han reforzado esta tesis. Por otro lado, estos éxitos alimentaron el proyecto de Colau de formar un partido a la izquierda del PSC en el que se disolverían los actuales socios de la coalición y que ha sido rechazado explícitamente por los dirigentes de ICV.
Sin embargo, más allá del papel del liderazgo de Colau, en las plebiscitarias del 27S, el centro del debate se ubicó en el eje nacional y el electorado metropolitano, contrario a la secesión, castigó las ambigüedades de la confluencia podemita y premió la claridad de Ciudadanos, mientras que las legislativas españolas el debate se situó en el eje social, que castigó las propuestas derechistas de Ciudadanos y premió el programa izquierdista de Podemos. De ello puede desprenderse que las clases populares catalanas rechazan la independencia y apoyan un programa de profundas reformas sociales y políticas en el conjunto del Estado.
Discrepancias en el eje nacional
Más allá de la lucha por el poder en el interior de la confluencia catalana, el enfrentamiento entre Albano Dante Fachín y los dirigentes parlamentarios de CSQP esconde discrepancias ideológicas de fondo en torno al proceso soberanista.
En los primeros compases del mandato, el diputado podemita y ahora secretario de organización de Podemos en Catalunya, Joan Giner, denunció públicamente presiones de Coscubiela y Lluís Rabell, presidente del grupo parlamentario y cabeza de lista de la formación, un independiente que proviene del movimiento vecinal, para no romper la disciplina del grupo que votó en contra de la declaración de desconexión del 9N. Giner denunció que había sido amenazado con la expulsión cuando manifestó que era partidario de abstenerse para no coincidir con el “bunker” de PP, Ciudadanos y PSC. “Lejos de ser una muleta legitimadora del inmovilismo, hemos de trabajar por mantener un bloque democrático por el derecho a decidir, transversal en el 80% de la sociedad catalana” –argumentó. Una postura que recibió el apoyo explícito de Jaume Asens, abogado y primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, del sector más soberanista de Barcelona en Comú y partidario de formar un bloque con la izquierda independentista, particularmente con la CUP.
Estas divergencias volvieron a manifestarse con motivo de la Diada Nacional en la que ICV manifestó su radical negativa a acudir a los actos organizados por la ANC, actos de carácter netamente independentista, mientras que Ada Colau y el propio Fachín asistieron con el argumento de no ceder el espacio autodeterminista a los secesionistas cuando en esta manifestación no se reivindicó el derecho a decidir, sino la independencia. Además, Fachín participó junto a Anna Gabriel (CUP) y Oriol Junqueras (ERC) en el acto celebrado en Sant Boi de Llobregat, en homenaje al primer Onze de Setembre tras la caída de la dictadura, donde se dejó seducir por los cantos de sirena de un eventual tripartito de izquierdas soberanista. Allí apareció, para satisfacción de los independentistas, tras una estelada junto a los dirigentes de ERC y CUP. Fachín, a esta mala jugada le quitó importancia atribuyéndola a una “travesura” de Gabriel y Junqueras.
El proceso soberanista ha provocado una extrema polarización de la vida pública catalana, donde resulta muy difícil situarse en una posición intermedia entre los dos bloques antagónicos. Un espacio en el que, en principio, parecía situarse CSQP al propugnar el referéndum y rechazar la secesión unilateral y que cada vez resulta más complicado mantener sin decantarse por una u otra polaridad. Por otro lado, desde el bloque soberanista se ha llegado a la conclusión de que, sin el concurso del espacio de los Comunes, será prácticamente imposible alcanzar la mayoría social necesaria para dar viabilidad a la secesión. Ello ha puesto en marcha diversas operaciones desde el ámbito de la izquierda independentista para atraerlos, algunas de las cuales están teniendo éxito.
En este telón de fondo, Coscubiela y Rabell se han mostrado firmes partidarios del llamado “derecho a decidir”, pero contrarios a una hoja de ruta secesionista que, a su juicio, no conduce a ninguna parte. Por el contrario, el sector liderado por Colau y Fachín parece mostrarse proclive a buscar complicidades con la izquierda independentista más allá de la defensa del derecho a la autodeterminación.
En cualquier caso, diversas fuentes periodísticas apuntan a gestiones de la dirección española de Podemos ante Coscubiela y Rabell para que cedan en la cuestión de la coportavocía del grupo parlamentario y preservar la precaria unidad de la confluencia catalana. Ahora bien, se mantienen las incógnitas sobre si ello comportará también un giro en la política de oposición a la hoja de ruta secesionista que hasta la fecha ha mantenido CSQP o se verificará una aproximación a las fuerzas independentistas mayoritarias en el Parlament de Catalunya. Su posición en el debate de la moción de confianza del próximo 28 de septiembre proporcionará elementos de juicio para despejar esta incógnita.
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