El Principito

El Principito
Mezclando perfectamente dos tipos de animaciones, esta película rinde tributo y recupera el relato infantil de «El Principito» para la nueva generación con una notable combinación de humor, nostalgia y sentido de la aventura, aunque quiera encerrar la visión de la historia dentro de las convenciones actuales.

Uno de los legados más curiosos y estrambóticos que se crearon a la estela de «El Principito» y su autor, ‎Antoine de Saint-Exupéry, fue un billete conmemorativo de 50 francos poco antes de la desaparición de la moneda con la introducción del euro. En este billete domina la esfinge de Saint-Exupéry, con el Principito frente a él mirando hacia las estrellas. Es curioso semejante reconocimiento tanto económico como de prestigio por parte de las autoridades francesas, uniendo dinero y fama. Cierto es que la obra del escritor francés ha generado enormes regalías, pero él nunca las vio. Saint-Exupéry se estrelló con su avión en los últimos compases de la Segunda Guerra Mundial, atormentado por la bebida y la depresión, una muerte tal vez no accidental de un hombre que luchó durante meses para que le levantaran la prohibición de volar con los Aliados. Fue el final de su vida y de otra lucha para Saint-Exupéry, ésta nacida tras haber sido declarado simpatizante alemán por parte del General de Gaulle. La destructiva respuesta política del General de Gaulle se generó al haber sido el escritor nominado por el gobierno de Vichy para un puesto de representación, algo que sorprendió a Saint-Exupéry en el exilio y que públicamente rechazó. Aparentemente Saint-Exupéry nunca tuvo ningún lazo colaboracionista ni simpatizante con Alemania, aunque su publicitada afirmación declarando que de Gaulle era un dictador en potencia tampoco ayudó, al igual que la notoria mala opinión que tenía de los políticos de su era no le ganó simpatías en esas esferas. Tuvo que morir por los Aliados y «El Principito» convertirse en un icono para que su imagen fuera restituida, un final que guarda ciertos paralelismos con el de su obra más famosa, con el desenlace de la serpiente y su ascenso a las estrellas, pero lamentablemente la realidad no se comportó empleando un espíritu poético que sí posee el libro.

El Principito

Es seguramente por su espíritu que, década tras década y generación tras generación, el Principito sigue bajando de su asteroide B612 para reunirse con el piloto estrellado en el desierto, un momento que rememora un suceso real de la vida de Saint-Exupéry ocurrido en 1935, y así abrir un precioso relato sobre la amistad, la soledad y la forma de ver el mundo. El cuento escrito e ilustrado por Saint-Exupéry es posiblemente la única obra infantil a la que un adulto, años después de haberla leído siendo niño, vuelve a ella buscando respuestas vitales. «No se ve bien sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos» es una de las frases más recordadas del libro, y la imagen del zorro asociada al significado de la amistad y la responsabilidad que conlleva es ya imborrable. Mirando hacia las estrellas, las huellas dejadas en el desierto por el Principito y el piloto nunca se han dejado de sentir.

El realizador Mark Osborne, conocido por la popular primera parte de «Kung Fu Panda» es quien firma está adaptación para el público del siglo XXI. La empresa no es fácil, trasladar cinematográficamente una obra querida por muchos adultos e introducirla a un público infantil contemporáneo acostumbrado al estilo visual y ritmo cinematográfico de las grandes producciones de Pixar o Dreamworks. La solución adoptada por Mark Osborne es altamente inteligente, algo arriesgada y en varios momentos mágica. El guión une la rememoración de la historia escrita por Saint-Exupéry con una trama actual sobre una niña ante la vida adulta empresarial y competitiva que le espera, una fusión de dos mundos que hacen que «El Principito» vuelva a tener cabida hoy en día y los cuales se complementan a la perfección en diferentes aspectos, aunque en otros parecen enfrentarse.

El Principito

La película combina la animación digital contemporánea para las escenas de la vida actual con una animación stop-motion más artesanal y hecha a base de figuras de papel para la recuperación del cuento de «El Principito». Visualmente el resultado es perfecto. Narrativamente es donde se aprecia con más claridad la lucha de dos espíritus que se mueven aspirando a vuelos en alturas diferentes. Olivier d’Agay, nieto de Saint-Exupéry y quien controla el legado de «El Principito» ve en esta película el tipo de tributo que la historia merece: «la película es extremadamente fiel al libro. La historia de la niña pequeña, su amistad con el aviador, su conflicto con la madre, ilustra el lugar de los niños de hoy en un mundo de competitividad y soledad. Es por eso que las dos historias están tan bien unidas. Es la originalidad y genialidad de la película: mostrar que la magia y el poder del libro siguen operantes hoy en día.» Ambas historias sí se unen a la perfección aunque, examinando el espíritu de cada una, se aprecia que es en un sentido unidireccional. La historia de la niña, llena de imaginación, humor, ternura y del mismo tipo de realismo mágico que también tiene «El Principito», se alimenta y se nutre a la perfección de las alegorías contenidas en la obra de Saint-Exupéry, pero a la inversa no sucede. «El Principito» no es mejor historia gracias a la trama de esta niña, ni tampoco es mejor relato gracias a la película.

El Principito

La película tiene la necesidad de explicar y atar narrativamente cada cabo, cada personaje, dar una continuidad realista para anclar y cerrar la historia dentro de sí misma, intentando contener en su interior al propio relato de «El Principito», aunque en realidad sucede lo contrario. La gran magia de «El Principito», como dice el nieto de Saint-Exupéry, es su enorme apertura narrativa gracias a la suma de su imaginación y de su poeticidad cargada de simbolismo. Es allí donde, al leer la obra de niño, uno aprender a realizar un bello ejercicio de metaforización del mundo a través de imágenes figuradas, a leer la realidad y uno mismo a través de un ojo lírico y simbólico, con ese corazón que ve por encima de lo visible del que hablaba Saint-Exupéry.

El poder del libro que indica el nieto de Saint-Exupéry es la capacidad que tiene la obra de transformar una historia como la de la niña y dotarla de un significado y una carga que va más allá de lo meramente narrativo y descriptivo, y lograrlo para que tanto niños como adultos disfruten de la película con la ingenuidad infantil que tanto defiende el Principito. El legado de Saint-Exupéry no se puede representar con un billete de 50 francos, no es dinero y fama pasada, sino que es el espíritu que ha dejado y que sigue presente haciendo volar la imaginación, una visión llena de poeticidad. En esto la película infantil es un precioso, entretenido y altamente recomendable tributo, porque demuestra lo vivo y necesario que es este espíritu.

El principito

Ficha técnica:

Dirección: Mark Osborne.
Título original: The Little Prince.
Año: 2015.
Duración: 108 min.
Idioma original: Inglés.

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