Luis Roca, miembro de Podemos, reflexiona aquí sobre algunas de las cuestiones más candentes que atañen a la exitosa formación política, sin eludir algunos aspectos que han originado críticas en el seno de la organización.
- El contexto
Vivimos una crisis nacional dentro de una crisis global, la producida por la lógica devastadora del capitalismo, una economía mundial basada en la acumulación ilimitada de capital. Una lógica implacable que está al servicio de las grandes empresas multinacionales y del capitalismo financiero, cuyos intereses actuales hacen que vivamos en una etapa en la que los beneficios se deben básicamente a la especulación financiera y no a la inversión productiva. Esto ha conducido a una crisis de valores, a una crisis económica y a una deriva ecológica sin precedentes. El poder político, por su parte, no se ha contrapuesto, no ha equilibrado y regulado este proceso. Al contrario, ha aplicado una política neoliberal que ha ayudado a los monopolios y oligopolios a aumentar sus beneficios. La ha aplicado porque se ha creado una oligarquía política con intereses y privilegios propios, que solo podían ser garantizado aliándose con los que verdaderamente mandan en el mundo, que son los que detentan este poder económico mundial.
La consecuencia es que en el mundo domina hoy la alianza entre una oligarquía económica y una oligarquía política. Aristóteles ya definió lo que esto significa: una minoría que gobierna para sus propios intereses. ¿Cómo funciona en la práctica esta alianza? A través de las puertas giratorias, que quiere decir que los directivos de grandes empresas se pasan a la política y que los políticos legislan al servicio de las grandes empresas. Esto último lo hacen a través de los lobbies, empresas cuya función es presionar y recompensar a los políticos si aprueban o rechazan las leyes que les benefician o les perjudican, respectivamente. También funciona a través de la dependencia de los partidos políticos hacia los bancos y de las donaciones que los grupos poderosos les hacen. Esto sin hablar de la corrupción directa: comisiones y sobornos. De esta manera se han tejido los privilegios y comisiones de los políticos profesionales. Estos son los políticos a los que los fundadores de Podemos llamaron acertadamente la casta.
Pero el poder político que se ha formado en el psotfranquismo en nuestro país es claramente oligárquico. Por una parte, como tan brillantemente han venido diciendo economistas tan críticos y rigurosos como Juan Manuel Naredo, han heredado el modelo caciquil del franquismo. Por otra, porque se han construido unos partidos centralizados y jerárquicos de políticos profesionales en los que ha primado únicamente la lealtad. Se han tejido toda una serie de redes clientelares que han hecho de la política un negocio y una fuente de privilegios. Los grandes partidos son claramente oligárquicos en su funcionamiento interno y externo. Listas cerradas, lealtad al partido, los votos decididos por el núcleo dirigente, las redes clientelares. Es esta partitocracia la que ha posibilitado la aparición de esta casta política. Los partidos funcionan como grandes empresas, basados sobre todo en la publicidad, y la verdad es que a estos partidos ni se les hace ni se les puede hacer una auditoría sobre lo que proponen y lo que hacen.
El PSOE ha sido, con el PP, políticamente responsable del desastre en el que vivimos. Los gobiernos del PSOE, los de Felipe González y los de José Luis Rodríguez Zapatero, hicieron algunas cosas buenas, pero globalmente participaron en la creación de esta casta política con sus redes clientelares y en la formación de esta oligarquía económico-política. Lo cual significa que el PSOE no puede ser, ni es, una alternativa de izquierdas.
Y lo cierto es que el proyecto de Izquierda Unida de consolidarse como la alternativa de izquierda unitaria al margen del PSOE ha fracasado. IU, que podía haber sido una alternativa, ni tan siquiera lo ha sido en el contexto de la crisis, y no ha salido de su relativa marginalidad política.
- La aparición de Podemos
Esta falta de alternativas se combinó con la aparición de movimientos sociales espontáneos, como los indignados y el 15-M, que exigen nuevas formas democráticas y una política social diferente. Pero es necesario que estos movimientos tengan una representación institucional. Porque en las instituciones se toman las decisiones que luego nos afectan. Porque hay que aspirar a gobernar, no solamente a resistir. Podemos aparece de manera espontánea y recoge las expectativas de estos movimientos. Pero también recoge votos de mucha gente de izquierda que no hubiera votado sin su presencia. Ha tenido la virtud de canalizar el descontento y la indignación y darle una expresión política. Es un proceso en construcción cuyo programa se está elaborando. Pero sus referencias básicas están claras: por una parte la defensa de un poder político ciudadano que no se constituya en oligarquía política y que se enfrente a la oligarquía económica. Y por otra la defensa consecuente de los derechos humanos, sobre todo los que más peligran, que son los sociales. Defensa que se opone a la lógica voraz del capitalismo y de sus aliados.
Los derechos individuales se basan en la idea de la libertad como no-dominación y en que la libertad acaba cuando topamos con los derechos de los otros. El Estado puede intervenir para limitar la libertad individual siempre que sea para garantizar no ya la libertad del otro (que es evidente) sino los derechos sociales de todos los ciudadanos. La libertad por lo tanto se equilibra con la igualdad social. Ahora bien, hay que plantearse claramente la defensa del derecho al aborto y a la eutanasia. Discutir sobre la legalización de las drogas, tema complejo y delicado.
Los derechos sociales son claros: trabajo en condiciones dignas, vivienda, educación, sanidad. Es importante discutir el tema de la Renta Básica. La discusión pasa por decidir si es un impuesto negativo para garantizar unas condiciones de vida básicas a cualquier ciudadano o es una renta mínima para los que no encuentran trabajo.
Podemos debe articular propuestas económicas que sean creíbles. Ya está dando pasos y esto es, evidentemente, muy interesante.
- La dirección de Podemos
Las elecciones a la Secretaría General y a la Asamblea Ciudadana eran mejorables. Hubiera sido interesante un mayor pluralismo. No porque ganara Pablo Iglesias y su grupo, sino porque debían haber dejado una parte no controlada. No seleccionar gente desconocida simplemente porque fuera de su confianza. Podía haber dejado una parte al sorteo o a miembros de otras listas, por ejemplo. Habrá de todo en el grupo ganador, en cuanto a criterio y capacidad, como lo habría habido si se hubiera hecho por sorteo. Otra cuestión es si se permite la doble militancia o no en estos cargos. Es discutible pero puede justificarse. Izquierda anticapitalista es un partido que funciona dentro de Podemos como partido de vanguardia que considera que debe ocupar el máximo de cargos. Pero sin ser partido quizás también Pablo Iglesias y su grupo funcionan como un grupo vanguardista en el partido. Pero la democracia entendida como igualdad política significa que cualquiera tiene capacidad política. Este es el ideal democrático, el de ciudadanos formados e informados,
En todo caso, insisto en ello, sigue siendo el partido más democrático y más participativo.
Es evidente que Podemos puede llenarse de oportunistas y que se moverá en la ambigüedad ideológica, pero es un peligro que hay que asumir. Lo que debe mantener es una forma organizativa diferente, que evite las redes clientelares, la profesionalización de la política y las estructuras oligárquicas bajo formas aparentemente democráticas. Debe ser lo suficientemente amplio para incluir a todos los que estamos por una transformación radical de la sociedad que la libere de los poderes oligárquicos que la dominan y que defienda unos valores éticos y políticos más justos y solidarios. Vale la pena intentarlo.
Podemos tiene una limitación, la de que surge a la vez de movimientos espontáneos no organizados, del malestar de ciudadanos todavía pasivos y del poder mediático que tuvo antes de las elecciones europeas. Falta todo el tejido organizativo del movimiento, que debe llegar a ser la potencia de la organización. Los círculos son una buena opción para esta organización de base. Ahora bien, lo que se está viendo es que el núcleo impulsor del movimiento, Pablo Iglesias y su equipo, están asumiendo el papel de vanguardia del movimiento y poniendo en marcha todos los mecanismos para garantizarlo. Esto no constituye una deriva oligárquica, pero sí aristocrática. No estoy de acuerdo, por ejemplo, en las decisiones que están tomando el Secretario General y la Asamblea Ciudadana sobre la participación en las elecciones muncipales uniéndose a Guanyem y en cambio negarse a cualquier otra alianza municipal. Deberían ser las asambleas municipales de Podemos, todavía no constituidas, las que lo deberían decidir.
- Podemos y las elecciones catalanas
Podemos no debe caer en la trampa soberanista del “derecho a decidir”. De entrada “el derecho a decidir”, formulado en abstracto, es una proclama liberal y no democrática. Según el liberalismo –y el neoliberalismo– un ciudadano debe tener pleno derecho a decidir: sobre sanidad, sobre educación, incluso sobre impuestos. Libertad identificada como capacidad de elección, al margen de otros valores, como por ejemplo la igualdad. El soberanismo catalán supone una decisión de entrada: Cataluña es una nación y el pueblo que la conforma tiene plena soberanía para decidir con quién juntarse o separarse. Planteadas las cosas así la salida lógica es la independencia. ¿Quién es el pueblo catalán? Bajo este planteamiento acaba siendo identificado con los que defienden la soberanía. Así, tras el 9N solamente cuentan los que han votado. Los que no han votado se considera que no lo hacen porque no quieren tener voz. Bajo el soberanismo quedan excluidos, no son nadie.
Las próximas elecciones catalanas, si se celebran, estarán planteadas como plebiscitarias, convocadas por el gobierno derechista de CiU apoyado por la oportunista ERC, aunque afortunadamente ésta no ha cedido en el tema de la lista única liderada por Mas. Por lo menos, de momento. El movimiento popular que hay detrás del soberanismo está dirigido por la ANC, que habla en nombre de la “sociedad civil” (como antes decía, la sociedad civil son los soberanistas). El objetivo único de estas candidaturas (incluída la CUP, que es antes independendentista que de izquierdas) es la independencia. Pero la independencia no mejora de por sí la situación política, social y económica de los ciudadanos. Las elecciones se presentan en términos de elecciones plebiscitarias, es decir que si ganan las fuerzas independentistas declararán a Cataluña un Estado independiente. Lo que se juega ahora no es si se está a favor o en contra de la soberanía, sino si se está a favor o en contra de la independencia. Los electores se moverán en dos ejes: izquierda/derecha, pero sobre todo independentistas/no independentistas, que es donde han llevado la discusión los nacionalistas. Podemos es federalista, no independentista. El federalismo debe plantearse desde la reforma de la Constitución. Aquí, en este tema, debe aliarse con el PSOE.
Podemos surge en España como un movimiento ciudadano democrático y defensor de los derechos sociales. Su programa ha de ser de izquierda y no independentista. La democracia que defiende Podemos no pasa por el derecho a la secesión ni por consultas sin información ni deliberación política. Pasa por regenerar la vida política catalana (igual que la española). Medidas radicales contra la corrupción. La opción de izquierdas pasa por la lucha contra el fraude fiscal y la introducción de medidas fiscales progresivas para aumentar los ingresos. En cuanto a gastos, hay que priorizar la sanidad y la educación pública, las ayudas a los dependientes y una renta mínima garantizada. Eliminar gastos superfluos: diputaciones, embajadas, subvenciones, asesorías. Eliminar una buena parte de los conciertos educativos, entre otras cosas. El votante de Podemos debe saber que vota NO a la independencia y SI a una manera de gobernar desde la izquierda. Podemos defiende en Cataluña una alianza de las fuerzas de izquierda de toda España contra las oligarquías económicas y políticas españolas (incluidas las catalanas). No a una alianza interclasista de los catalanes (dirigidos por su propia casta política) contra los españoles. Es una lucha de clases, no de naciones. Es una lucha de los ciudadanos por una sociedad democrática contra las élites políticas que nos han gobernado creando una casta (española y catalana).
Podemos no puede decir que defiende lo que los catalanes decidan. Podemos es un partido que se presenta con una propuesta, como partido que existe en Cataluña y que está formado por catalanes que no quieren la independencia y que quieren un gobierno de izquierdas. En los momentos en que se escriben estas líneas se han convocado las elecciones para los órganos municipales y autonómicos de Podemos. Es fundamental la unión de todo el movimiento de izquierdas y no soberanista de ciudadanos catalanes de Podemos para hacerse cargo, sobre todo, de la Secretaría General y la Asamblea ciudadana catalana. Para presentarnos como la alternativa de izquierdas no soberanista que tantos catalanes esperan.
En todo caso pienso que es la dirección catalana de Podemos que salga elegida próximamente la que debe pronunciarse sobre el proceso soberanista. Me temo que declaraciones como la de Beatriz Rivola sobre el tema están fuera de lugar porque no son representativas.
- Futuros posibles
Dejando el impredecible escenario catalán hay que pensar en las próximas elecciones generales. Los futuros posibles para el siguiente gobierno español son muchos y lo que ocurrirá es imprevisible. De todas maneras se vislumbran los siguientes escenarios:
X Un gobierno Podemos-Izquierda Unida (y grupos afines). Es muy improbable porque PP, PSOE, UpyD, CiU, PNV y similares forjarán alianzas para impedirlo.
X Un gobierno Podemos-PSOE. Es posible pero improbable, porque el PSOE continúa formando parte del pasado político y no pretende romper con la vieja manera de hacer política.
X Un gobierno PSOE-PP. Es una alternativa probable. La Santa Alianza bendecida por los poderes fácticos contra las alternativas rupturistas.
X Un gobierno del PSOE aliado o apoyado por formaciones nacionalistas (CiU, PNV, CC). Difícilmente obtendrán la fuerza para conseguirlo.
Lo que está claro es que ni Podemos, ni el PSOE, ni el PP tendrán la mayoría absoluta. También que será el PSOE el que tendrá que decidir si busca el pacto con Podemos o con el PP. Y suponiendo que se decidiese por Podemos, a esta organización le corresponde optar por formar parte de esta coalición o por construirse como alternativa de oposición a la espera de mejores tiempos. El problema es que, como dice el sociólogo Zygmunt Bauman, el tiempo apremia.
- Apostar por Podemos
Podemos ha irrumpido por una necesidad. La necesidad de dar voz a la inmensa mayoría de ciudadanos españoles que no se sienten representados políticamente. Algunos forman parte de la vieja guardia de militantes antifranquistas desencantados con la política. Otros son antiguos votantes, simpatizantes o militantes del PSOE o de IU. Algunos, pocos, antiguos votantes del PP, que no entendieron en su momento a quién sirve la derecha. Muchos son jóvenes que nunca se habían sentido representados por los políticos y ahora perciben que hay una vía. Lo que todos tienen en común es que ahora se ilusionan con la política porque esperan algo de ella. Algo muy bueno, porque hay que recuperar el sentido participativo de la ciudadanía, única base de la democracia. La democracia solo es emancipatoria si hay ciudadanos autónomos que quieren gestionar las cuestiones públicas. El 15 M y el movimiento de los indignados fueron expresión de este movimiento, pero Podemos representa a muchos más ciudadanos. No solo ha canalizado al movimiento sino que lo ha ampliado enormemente. Y le ha dado una salida institucional. Podemos es hoy una alternativa, la única alternativa de poder ciudadano, de regeneración democrática y de defensa de los derechos sociales ante el bipartidismo PP-PSOE. Debe ser un partido de los ciudadanos, no de políticos profesionales. Esta es la apuesta.
Luis Roca Jusmet es miembro del Círculo Podemos Ciencias Sociales (Barcelona)