La reciente cumbre virtual entre los presidentes Joe Biden y Xi Jinping, que siguió al encuentro de Roma entre Jack Sullivan y Yang Jiechi, ha servido para poco más que, de nuevo, poner los puntos sobre las íes…
Xi dijo a Biden, en esencia, lo siguiente:
Primero, que la posición de China en relación a la guerra en Ucrania no es ambigua, sino clara y coherente: le disgusta lo ocurrido, no estaba al tanto previamente, seguirá prestando apoyo humanitario a Ucrania, su compromiso con la soberanía y la integridad de las fronteras es inalterable, su apuesta por una seguridad indivisible también. El papel que aspira a desempeñar China es constructivo, apoyando los esfuerzos de la comunidad internacional para lograr el cese de las hostilidades y una solución integral y duradera. China, apostilla, es responsable y EEUU debería serlo también a la hora de primar la búsqueda de la paz sobre cualquier otro interés.
Segundo, China llama a recuperar la calma y la moderación, evitar el desbordamiento y reconducir la crisis a una mesa de diálogo y negociación en la que no deben faltar ni los EEUU ni la OTAN como partes también involucradas en la crisis. Beijing se opone al apoyo militar que los EEUU y sus aliados prestan a Ucrania porque no contribuye a una pronta resolución de la crisis. Y recuerda a los EEUU y la OTAN su pasado largamente agresivo con una dilatada lista de países damnificados, en cuyo caso no hubo muestras del más mínimo alarde de la empatía que ahora, hipócritamente, manifiestan. De ello, en principio, debiera derivarse que China no proporcionará ayuda militar, económica o financiera excepcional a Rusia, más allá de lo que sugiera la protección de sus intereses inmediatos. La expansión de la OTAN, impulsada por los EEUU en demérito de los intereses de seguridad de Rusia es un asunto central en la comprensión de esta crisis.
Tercero, China rechaza coacciones o presiones, no se amilana y por encima de todo velará por preservar sus intereses al rechazar cualquier forma de acoso e intimidación. Esto implica que se cuidará de que las sanciones les afecten en primer plano pero también que el balance final de esta guerra no perjudique sus estrategias. Y también que velará porque nadie aproveche la crisis para barrer en su propio beneficio (especialmente Japón, y su nuevo militarismo).
Cuarto, China aboga por una solución integral capaz de establecer las bases de una arquitectura de seguridad global y regional equilibrada. Y en la misma línea, si alguien teme que China se incline abiertamente hacia Rusia y aboga por atraerla a su lado, carece de sentido que al mismo tiempo aliente una estrategia de cerco y acoso constante contra su emergencia para frenar el incremento de su presencia e influencia en todo el mundo.
Quinto, y China advierte que sus preocupaciones legítimas de seguridad, como las de Rusia, también deben ser tenidas en cuenta por Occidente. Esto atañe especialmente a Taiwán. De nada vale que EEUU reitere compromisos retórico-formales del gusto de China si, después, sus actos no son coherentes y envían “señales equivocadas”. Xi dijo “tomarse muy en serio” las declaraciones de Biden en este sentido para mantener bajo control las diferencias.
¿Y qué hizo? Unas horas antes de la cumbre virtual, el portaaviones Shandong navegó por el Estrecho de Taiwán. Es el portaaviones más nuevo de China, puesto en servicio en 2019. La estela que dejaba a su paso remarcaba una línea roja, bien visible para los destructores estadounidenses y los buques de guerra de Taipéi que le seguían muy de cerca. “Una misión de rutina”, aclararon desde Beijing…