Pocos palacios son tan suntuosos como Versalles. No cuesta mucho imaginar el esplendor de su corte, los lujos, los placeres, los gratos momentos de ocio de los monarcas, que al decir de los historiadores fueron casi todos. Tal vez por eso no se enteraron de la revolución que despertaba muy cerca, en las calles de París.
Charles Le Brun, el protagonista de la magnífica exposición que puede verse en el CaixaForum barcelonés, era un personaje peculiar que, con apenas quince años, había trabajado para el cardenal Richelieu, que años después le encargaría la decoración de su palacio y que, a partir de 1642, con poco más de veinte años, acabó de formarse en Roma, en la estela de Vouet, de Poussin y de los herederos de los Carracci, además de ganarse el favor de Luis XIV, quien lo nombraría Primer pintor del rey en 1664, con su correspondiente pensión. Era un magnífico dibujante y un habilidoso retratista, además de una figura central del barroco francés. Llegó, además, a dirigir los Gobelinos, una de las grandes instituciones manufactureras de la época; su relevancia en la corte era tan notable que llegó a acompañar al rey en algunos de sus viajes por Europa. En el Louvre se conservan sus pinturas para el techo de la Galería de Apolo.
Pero su gran obra fue Versalles, el palacio concebido a mayor gloria del rey de Francia. Le Brun fue uno de los artistas que imaginaron el gigantesco palacio, que lo dotaron de las impresionantes decoraciones interiores que han llegado hasta nuestros días. Alrededor de ese Versalles, y de los materiales necesarios para su decoración, los papeles y cartones que dibujó Le Brun, se configuró la muestra que puede visitarse en el CaixaForum barcelonés: Dibujando Versalles. Bocetos y cartones de Charles Le Brun (1619-1690). Incluso pueden imaginarse algunos espacios gracias a gigantescos paneles que parecen trampantojos que nos transportan hasta el exterior del palacio o hasta el gran salón de Versalles donde Luis XIV paseaba en el apogeo de su poder.
Luis XIV era rey de Francia desde 1643, cuando apenas tenía cinco años, pero, en 1661, decide tomar en sus manos el gobierno de Francia y, en 1662, adulto y dotado del poder absoluto, decidió ampliar el palacete de caza de Versalles heredado de su padre y, pocos años después, optó por llevar allí la corte, lejos de París. Ese es el inicio de una serie de trabajos que tendrían a Charles Le Brun como uno de los protagonistas principales. André Le Nôtre diseña el jardín, y tras las intervenciones de diferentes arquitectos (Louis Le Vau, Robert de Cotte, Ange-Jacques Gabriel, y Jacques Gabriel) Jules Hardouin-Mansart corona la tercera ampliación. Junto a ellos, Le Brun dibuja y pinta muchas de las decoraciones interiores y de los departamentos del palacio. La célebre Galería de los espejos es una de sus obras principales, y, entre 1678 y 1784, la culmina junto a sus colaboradores, así como la Escalera de los Embajadores. En 1782 Luis XIV decide instalar allí definitivamente la corte.
Se han reproducido en la exposición del CaixaForum algunas partes de las estancias, como el techo del Salón de los Espejos, que pintó Le Brun a partir de esos cartones, al igual que hizo con la Escalera de los Embajadores, donde el pintor del rey quiso recoger la grandiosidad de la monarquía absoluta e impresionar a los visitantes y embajadores con el poder y la riqueza de Luis XIV. Esos dibujos hechos en el papel, a escala natural, eran después aplicados a techos y paredes para realizar las pinturas definitivas. Conseguir las proporciones exactas no era sencillo y, a veces, había que modificar la idea inicial, algo que Le Brun hizo con frecuencia y que puede apreciarse sin dificultad: esa utilización dañaba los cartones, que, además, no eran especialmente valorados, hecho que explica que la mayoría se hayan perdido. Debe tenerse en cuenta que el papel, en el siglo XVII, se fabricaba manualmente a partir de trapos para obtener la pasta base para su fabricación, y, después, las hojas definitivas, donde los artesanos que producían el papel incluían su nombre y alguna filigrana.
En la Escalera de los Embajadores se aprecia a los representantes de países de cuatro continentes y, en el techo, las grandes victorias de Luis XIV, señaladas por las figuras alegóricas de la Historia y de la Fama. En el centro de la Galería de los Espejos el monarca está representado con coraza y peluca, junto a las escenas más relevantes de su reinado hasta la guerra con Holanda, en 1678. Uno de los episodios de esa guerra, El paso del Rhin, puede verse a través de los cartones originales, que nunca antes se habían expuesto, hasta el punto de que fueron desenrollados para esta exposición, y dispuestos en la vitrina donde se muestran al público. De la composición más destacada de El rey gobierna por sí mismo, de esa galería, la muestra del CaixaForum dispone todos los materiales que utilizó Le Brun, las primeras ideas en papel, los retoques que le sugieren Luis XIV y Colbert, las pinturas, los cartones y las copias que utilizan los artesanos. También pueden verse los cartones de las escenas El restablecimiento de la navegación y El alivio del pueblo durante el hambre.
Le Brun, pintor y cortesano, prestó una vida para imaginar Versalles, a mayor gloria de Luis XIV y de la monarquía absoluta.