Siria: Cambio de paradigma

Conversaciones de paz en Astana y Sochi

Por Eduardo Luque y Bashar Barazi

El mundo cambia de base y con ello sus símbolos. En el pasado, las guerras se decidieron en Washington, París o Londres. Se firmaban los tratados de paz en Ginebra o Camp David. Ahora el escenario es otro. La paz se firma en Astana y Sochi, dos ciudades que son símbolos de mediación y que han ingresado por derecho propio en los anales diplomáticos. Las conversaciones de paz, actualmente en marcha, prejuzgan el escenario final del conflicto sirio.

Primera premisa, la oposición armada desarticulada, fragmentada e impotente carece de poder real en el campo militar, pero aun así sigue exigiendo la partida de Al-Assad como condición previa a la negociación. Sus valedores occidentales (en especial Francia, Reino Unido y EEUU) tienen claro que no estamos en 2012 cuando el gobierno sirio estaba contra las cuerdas, sino en 2017 cuando ese mismo país ha conseguido la victoria militar. Es un hecho evidente incluso para el presidente Trump que ha reconocido la nueva situación.  Firmó un primer memorándum secreto en Aman el 8 de noviembre entre Jordania, Rusia y EEUU definiendo los ejes básicos del acuerdo de paz. Era sabido que Jordania había albergado uno de los Estados mayores de planificación contra Siria, de ahí la importancia de la participación de este país. Israel se ha opuesto, pretendía crear una zona tapón de unos 60 Km alrededor de sus fronteras controlada por gobiernos “neutrales”. La negativa rusa paralizó la propuesta. Israel ve con temor que su “archienemigo” iraní mantenga o amplíe la base militar de Al-Kiswah en territorio sirio muy cerca de la frontera israelí (46 km). La respuesta israelí a estas negociaciones fue el bombardeo (1 de noviembre) de una fábrica de cobre fundamental para reparar las conexiones eléctricas en el país.

A pesar de la oposición israelí, el memorándum se dio a conocer el 11 de noviembre en Vietnam al margen de la Cumbre de la APEC que se celebraba en ese país. La Declaración incluye avances importantes. Participación de todos los sirios en los procesos electorales que se avecinan incluidos los residentes en el exterior. Hasta ahora su participación había estado sujeta al arbitrio de la “Coalición Internacional contra el terrorismo” liderada por EEUU. Washington  había impedido la participación en las sucesivas elecciones que se habían producido en Siria en estos años (presidenciales, legislativas y municipales saltándose como es evidente la Convención de Viena)

A pesar de las evidencias, una parte importante de la oposición, la teledirigida desde Riad, aún pretende conseguir lo que no ha obtenido en el campo militar. Su única fuerza son los atentados indiscriminados contra la población civil que desgraciadamente perdurarán durante un tiempo y el apoyo de Israel. Los diferentes espacios de negociación primero en Astana en 2016 y 2017 y que concluyen en Sochi en noviembre de 2017 (en ese momento Putin invitó al presidente sirio a abrir la reunión, que contaba con la presencia del otrora “archienemigo” Erdogan y el aliado iraní) han construido una nueva alianza y una nueva relación de fuerzas. Putin se presenta como el gran artífice de la paz y al mismo tiempo como el vencedor. El 10 de diciembre ordenaba, cumplidos los objetivos militares, el repliegue de las tropas rusas en Siria. El marco que saldrá de las conversaciones entre Turquía, Rusia, Irán y Siria abarca diversos aspectos: el primero la permanencia de Al-Assad como mínimo hasta el 2021 fecha del final de su mandato (que puede renovarse teóricamente hasta 2028). El segundo la organización de elecciones que incluirían listas con la oposición y la tercera una nueva constitución.

En estos años de guerra ninguno de los objetivos previstos inicialmente en el Plan anglo-franco-estadounidense ha sido conseguido. La cuestión fundamental era derrocar a Al-Assad y reemplazarlo con los takfiris (Daesh, Al-Qaeda, al-Nusra, ISIS, llámense como se llamen). Para lograrlo era necesario alcanzar una serie de metas. Primera, destruir un fuerte estado árabe secular junto con su estructura política, ejército y servicios de seguridad. Segunda, provocar caos y horror en Siria, para justificar la creación, por parte de Israel, de una “ zona segura» más al norte del Golán ocupado. Tercera, iniciar una guerra civil en el Líbano lanzando los takfiris contra Hezbollah. Cuarta, evitar la creación de un eje chiita Iraní-Iraquí-Sirio-Libanés. Quinta, dividir Siria a lo largo de líneas étnicas y religiosas. Sexta, crear un Kurdistán que pueda usarse contra Turquía, Siria, Irak e Irán. Séptima, permitir que Israel se convierta en el poder indiscutido de Medio Oriente y forzar al Reino de Arabia Saudita, Qatar, Omán, Kuwait y todos los demás a recurrir a Israel para cualquier proyecto de gas o gasoducto. Octava, aislar y finalmente atacar a Irán con una amplia coalición de fuerzas. Novena, eliminar cualquier centro de poder chiita en el Medio Oriente.

Era un plan ciertamente ambicioso. Israel (el gran promotor del conflicto conjuntamente con Arabia Saudita) tenía suficiente confianza en que a través de su estado vasallo (Estados Unidos) se les proporcionara los recursos suficientes. Todo el plan se ha derrumbado. La alianza informal entre Rusia, Irán, Siria y Hezbollah lo ha derrotado. Israel está llena de furia. Se halla en una situación de pánico total. El informe del Parlamento israelí sobre las maniobras militares extraordinarias celebradas hace tres meses (más de 30.000 soldados movilizados durante 11 días) no ha podido ser más elocuente ni más duro; de fracaso total fueron calificadas.

La situación para Israel no es nada halagüeña. Con un primer ministro inmerso en casos gravísimos de corrupción se enfrenta a una situación no deseada.

Primero porque el Estado sirio ha sobrevivido, sus fuerzas armadas y de seguridad son hoy mucho más capaces. Los sirios se levantaron, tuvieron que aprender lecciones muy duras. En momentos críticos se crecieron. Irán y Hezbollah pudieron taponar los agujeros en la defensa para que el ejército pudiera “extinguir los incendios más graves “. El ejército ha realizado un excelente trabajo desde la batalla de Alepo en la liberación de su país incluidas todas las ciudades.

Segundo, no sólo Siria es más fuerte, sino que Irán y el Hezbollah libanés están tocando las fronteras de Israel. Este movimiento político ha dado un salto extraordinario en el campo militar, es un rival formidable, como reconoce el Estado Mayor judío.

Tercero, el Líbano es sólido como una roca. Incluso el último intento saudí de secuestrar a Hariri se vuelve contra este país, que cosecha fracaso político tras fracaso.

Cuarto Siria permanecerá unida y el Kurdistán como estado independiente no perdurará, la derrota del clan Barzani así lo demuestra. Quinto, millones de refugiados regresan a casa, lo cual obligará a la UE a negociar directamente con Al-Assad. Las costuras europeas se romperán sino se destensa la situación migratoria en Centroeuropa. Las obtusas políticas europeas, francesa e inglesa especialmente, con el apoyo de Rajoy durante estos años obligan a llegar a acuerdos con Damasco que ayuden a la vuelta de los refugiados.

La guerra siria y la victoria de Al-Assad, dibujan un nuevo panorama en Oriente Medio. Rusia ha obtenido las deseadas salidas al Mediterráneo Oriental a través de las bases navales de Tartous (el acuerdo alcanzado entre Moscú y Damasco permitirá el uso de esa base para los submarinos nucleares rusos), la de Mheimim e implantan una base de escucha adicional en el desierto sirio (además de la de Kassab). Moscú ha hecho un buen negocio en la guerra siria, soportando unos costes reducidos mucho menores que los augurados por los estrategas del Pentágono, ha dejado claro que no es una potencia regional como desdeñosamente se la calificaba en la era Clinton u Obama. Por el contrario, ha hecho valer su poderío en un movimiento que obligó a desistir a Obama, en 2013, de un ataque masivo contra Damasco y siendo, gracias a su ayuda militar desde hace dos años, el elemento central que ha permitido una victoria más rápida de lo que se esperaba. Por otra parte, ha ofrecido un escaparate enorme para su tecnología militar, los pedidos especialmente de aviones y carros de combate se han multiplicado. En segundo lugar ha conseguido limitar, de momento, la acción de los grupos terroristas formados en la guerra Siria y que tenían como objetivo especialmente Moscú. Al margen de su influencia en Siria, ha visto su posición reforzada en Líbano donde ha actuado como mediador. Con Turquía que en este momento permitirá el paso de los gaseoductos desde Rusia hacia Europa y que progresivamente está consiguiendo que Ankara se separe cada vez más de la OTAN, la venta de los sofisticados sistemas de defensa antiaérea S-400 y la tecnología que conllevan, acercan cada día más Ankara a Moscú en la misma medida que Turquía se separa de Washington. La visita de Erdoğan a su eterno enemigo desde las guerras médicas (Grecia) anuncia un nuevo estatus quo en la zona que limite las tensiones entre vecinos. Rusia ha fortalecido su relación con Irán, con quién ha construido una alianza sólida y efectiva, los sistemas antiaéreos vendidos a Teherán disuaden a Israel la de la locura de atacar a Teherán. En Egipto donde ha conseguido beneficios económicos importantes al crear una zona económica especial en el Delta del Nilo y ha reforzado sus lazos militares y políticos con el Presidente Al-Sisi. Putin ha conseguido que la aviación militar rusa tenga permiso para sobrevolar espacio aéreo egipcio y no es menos importante su buena relación con Argelia. El Mediterráneo, segundo objetivo geoestratégico ruso desde la época de Iván el Terrible o Catalina la Grande va camino de hacerse realidad.

Irán se ha convertido en la otra gran ganadora. Su aporte en términos de hombres y equipamiento básico han sido muy importantes. La victoria en Siria le permite construir un sueño, la posibilidad de una salida indirecta al Mediterráneo, a través de sus nuevos aliados iraquíes y evidentemente sirios. Siria e Irak se han convertido en un elemento de la continuidad territorial de este país y su proyección hacia el oeste. Su alianza con Hezbollah, otro gran vencedor en esta contienda, crea un formidable enemigo en las propias fronteras del Régimen de Israel.

China obtendrá grandes réditos aunque su aportación militar al conflicto ha sido escasa. Se ha limitado a unos pocos oficiales y un contingente de médicos militares, en cambio las inversiones que tiene previsto realizar en territorio sirio, la convertirán en la campeona de ayuda a la reconstrucción asegurándose la continuidad física de la Nueva Ruta de la Seda, a través de Irán, Irak y Siria. Su objetivo va mucho más allá, utilizando la plataforma siria podrá controlar mejor su penetración en la zona balcánica y en el Este de Europa. El puerto del Pireo en manos, prácticamente, de compañías chinas asegura la rápida comercialización de sus productos. Las fuertes inversiones previstas en los países de la zona le aseguran una posición de influencia en la propia UE. Mientras el conglomerado franco-anglo-alemán sólo propone, recortes y más recortes sin solución de continuidad y genera niveles de desigualdad nunca vistos. China promete inversiones en infraestructuras básicas imprescindibles para el desarrollo de esas naciones. La burocracia de la UE comienza a ver con miedo la penetración china en el Viejo Continente.

La nefasta política llevada a cabo por la UE en estos años de guerra, su seguidismo respecto a EEUU, con países como Francia o Reino Unido financiando, armando e interviniendo directamente en una guerra que para ellos era otra nueva guerra colonial ha colocado a la Unión Europea fuera de la nueva ecuación y con gravísimos problemas de credibilidad internacional. Las tensiones a costa de los refugiados en las guerras promovidas por la UE o por países que la componen. Las intervenciones militares en Libia o Siria y su correlato de destrucción, muerte y exilio, han tensado las costuras de la UE hasta límites donde la implosión de la propia organización ya no se percibe como un disparate. Como venimos analizando,  en el bando de los derrotados se incluye sin duda a los países occidentales y en especial a EEUU y Francia. La única victoria que han cosechado ha sido la destrucción de un país y la muerte de decenas de miles de personas (ningún organismo internacional, ninguna ONGD de esas que se dicen importantes pedirán responsabilidades a los dirigentes europeos y norteamericanos por este genocidio). La administración de EE.UU fue perdiendo posiciones desde 2013. Los programas de ayuda a los rebeldes se eliminaron. Los kurdos de las Fuerzas Democráticas Sirias, armados y entrenados por Washington, otros de los grandes perdedores, han sido utilizados y abandonados. Pagarán por esta desconexión. Como último recurso Washington todavía quiere quedarse en el noreste utilizando a esos grupos hasta 2021 como mínimo. Su objetivo sigue siendo la salida de Al-Assad en esa fecha y evitar la reconstrucción del país, privándolo de los recursos proporcionados por el gas y el petróleo del que se han apoderado las fuerzas kurdas. En un peligrosísimo incidente que tuvo lugar el 23 de noviembre, entre bombarderos rusos (SU-25) que intentaban destruir refugios del ISIS en territorio sirio y cazas interceptores estadounidenses (F-22 Raptor) que pretendían impedirlo, estos llegaron a disparar balizas de calor contra los aviones rusos. El incidente se resolvió cuando aparecieron los interceptores rusos (SU-35) armados de misiles aire-aire. El portavoz del Pentágono llegó a afirmar que los aviones rusos habían invadido su “espacio aéreo” ¿Qué resolución de la ONU les autoriza a considerar el espacio aéreo de un país reconocido en la ONU como propio? Washington mantendrá su política de provocación, al margen de lo que firme o no Trump, lo que nos hace pensar hasta qué punto controla el presidente estadounidense su propio “establishment” militar. Pero el tiempo corre en contra de EEUU. Rusia y Siria saben cómo sacar a los contingentes extranjeros de la región. Washington ha perdido, pero seguirá haciendo lo único que sabe hacer, seguir en la medida que pueda, destruyendo y creando dificultades. Si no ganas al menos destruye, parece ser la divisa.

Francia no pesa mucho, con la desastrosa política de Sarkozy y especialmente del pequeño Napoleón (Hollande) apoyando desde el principio a los grupos terroristas han demostrado una vez más su falta de peso internacional. Una labor que no podrá enderezar el actual presidente Macron. Francia ha tenido que permitir que el presidente ejecutivo de la mayor cementera del mundo, una empresa franco-suiza y auténtico símbolo nacional (Eric Olsen…) sea juzgado por colaboración con grupos terroristas. Si la política de Hollande era estúpida, no lo es menos la del actual ocupante del Elíseo, que pretende que la reconstrucción del país y el retorno de los huidos se haga sin que el gobierno sirio controle los fondos que se habrán de destinar. Ignora París que el problema de inmigración ilegal siria lo tiene Francia no Damasco. Federica Mogherini, (ministra de Exteriores de la UE) animada por algunos países centroeuropeos como los del «grupo de Visegrado» ve cómo puede solventar en cierta medida el problema migratorio en Europa y no dejará pasar la ocasión de devolver a los refugiados a su país de origen, aunque implique el reconocimiento de Al-Assad. Las próximas semanas serán cruciales.

Arabia Saudita y Qatar son los otros perdedores tanto es así que su relación antes estratégica ahora se ha envenenado. Riad amenazó a Doha con la invasión militar y el bloqueo marítimo. El apoyo a Qatar por parte de Turquía e Irán, ha hecho desistir a los saudíes cubriéndolos de ridículo.

Se adivina ya el fin de esta fase en el conflicto sirio. Sólo es un momento de calma, las fuerzas criminales que lo provocaron y sostuvieron buscarán otras formas de incendiar la zona. El traslado de la embajada norteamericana a Jerusalén, no es sólo un hecho burocrático, representa el apoyo otorgado por EEUU a la política genocida practicada por el estado hebreo. Se ha ganado una guerra, pero aún no se ha hecho la paz.

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