Se cumplen ahora 50 años de la publicación de Catalanismo y revolución burguesa del exministro socialista y “padre» de la constitución de 1978, Jordi Solé Tura. El libro desató una fuerte polémica: mientras la revista Serra d’Or le concedía el premio al mejor libro del año, y algunos críticos lo señalaban como acontecimiento cultural, otros lo criticaban acerbamente. Los ecos de la polémica se han mantenido hasta nuestros días. El Viejo Topo lo recupera ahora, en su versión original catalana y en la traducción –y actualización– castellana del propio autor.
Sea como sea, lo que es indudable es que, a los cincuenta años de ser publicado, este sigue siendo un libro de lectura subyugante, que no solo habla del pasado sino también del presente, o que habla de un pasado sin el cual el presente está mutilado; tampoco hay dudas de que ahora mismo, cuando necesitamos más que nunca un nuevo catalanismo, este es todavía un libro importante.
El análisis de Solé Tura ponía de relieve el contraste entre palabras y hechos; mostraba cómo la relación entre las grandes organizaciones de la burguesía y el catalanismo era una relación instrumental y táctica; y permitía entender cómo aquellos que no se habían opuesto jamás al régimen franquista podían ahora presentarse como defensores de la catalanidad.
Catalanismo y revolución burguesa es hoy, sin duda, un clásico. un libro que no se puede entender sin situarnos en su tiempo, hace ahora medio siglo. Es el producto intelectual de una época y de unas ideas políticas muy determinadas que no puede descontextualizarse.
Sobre el autor
Jordi Solé Tura (Mollet del Vallès 1930-Barcelona 2009) estaba orgulloso de la escuela republicana en la que aprendió sus primeras letras. Con la victoria del franquismo abandonó muy pronto la escuela y pasó a trabajar en la panadería familiar. Cursó el bachillerato durante la mili; mientras trabajaba estudió derecho y más tarde se doctoró en la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona. Posteriormente fue catedrático de Derecho Constitucional en dicha universidad. Luchador antifranquista y militante del PSUC tuvo que exiliarse, y pasó a tener un papel fundamental en la clandestina “Radio Pirenaica”. Fue fundador de Bandera Roja. En las primeras elecciones democráticas (1977) fue elegido diputado por el PSUC, y fue uno de los siete diputados que redactaron la Constitución de 1978, e igualmente fue ponente del Estatuto de Catalunya y de los Estatutos de Euskadi y Galicia.
Posteriormente fue diputado y senador por el Partit Socialista de Catalunya y miembro del Consejo de Europa. Fue ministro de Cultura del Gobierno de España (1991-1993). Ejerció su magisterio en las aulas universitarias, pero también a través de sus traducciones y de su propia obra, con títulos como Catalanisme i revolució burgesa (1967) y Nacionalidades y nacionalismos en España (1985). Impartió conferencias y cursos en todo el territorio español y publicó numerosos artículos en la prensa, tanto en castellano como en catalán.
Desde todos los ámbitos institucionales, políticos y sociales, fue objeto de numerosos reconocimientos y homenajes, nacionales e internacionales.
En sus últimos años fue presidente de ACNUR, la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados, en Catalunya.
Más allá de cualquier cargo, honor o reconocimiento, jamás olvidó sus raíces, y cuando tenía ocasión se autodefinía como “un panadero de Mollet”. En 1999 escribió sus memorias con el título Una historia optimista.